El electrón eterno

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En el año 2145, la Dra. Lin Zhao, una brillante física cuántica del Instituto de Tecnología Avanzada de Beijing, hizo un descubrimiento que sacudiría los cimientos de la física moderna. Tras años de experimentos con el Gran Colisionador de Hadrones Lunar, Lin detectó un patrón en las interacciones subatómicas que sugería algo increíble: todos los electrones del universo podrían ser, de hecho, manifestaciones de una única partícula viajando a través del tiempo.

La comunidad científica recibió la teoría de Lin con escepticismo. Muchos la descartaron como una fantasía matemática, pero un pequeño grupo de físicos teóricos vio en ella la clave para unificar la mecánica cuántica y la relatividad general.

Mientras el debate académico se intensificaba, en el otro lado del planeta, en el desierto de Atacama, el astrónomo chileno Carlos Reyes hacía su propio descubrimiento perturbador. Utilizando el radiotelescopio más avanzado del mundo, Carlos detectó una señal anómala proveniente de un sistema estelar distante. La señal pulsaba con un ritmo que parecía seguir exactamente el patrón predicho por la teoría del electrón único de Lin.

Intrigado y alarmado, Carlos contactó a Lin. Juntos, comenzaron a descifrar el mensaje oculto en la señal. Lo que encontraron los dejó sin aliento: era una advertencia, enviada desde un futuro distante por una civilización al borde de la extinción.

El mensaje revelaba que la manipulación del electrón único había llevado a esta civilización avanzada a un control casi divino sobre la realidad misma. Podían reescribir el pasado, moldear el presente y predecir el futuro con precisión asombrosa. Pero su dominio sobre el tejido del cosmos tuvo consecuencias catastróficas.

Al alterar el curso del electrón único, habían desencadenado una reacción en cadena que amenazaba con desentrañar la estructura misma del universo. El espacio-tiempo comenzó a colapsar, y galaxias enteras fueron borradas de la existencia en un parpadeo.

Carlos y Lin quedaron impresionados al descifrar el enigmático mensaje y más al saber que esa misterios señal provenía de una región gigantesca, una cuasiesfera del espacio que contenía muy pocas o casi nulas galaxias (vacío de Boötes), y ese dato era algo muy extraño, ya que el universo es isótropo y homogéneo, eso significaba que por donde uno lo veía es el mismo.

Las conjeturas a las que arribaron eran varias, estaban frente a la unión de la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. El pináculo de los físicos estaba frente a ellos, pero al mismo tiempo también estaba su propia destrucción.

No podían discernir mucho sobre el mensaje, ¿Cómo fue que se había destruido la fina tela del espacio tiempo? ¿Ese evento qué repercusiones tendría en el universo y para ellos? ¿Esa civilización se había salvado?

Todo eran preguntas y escasas respuestas, solo podían especular lo que ya sabían y eso los llevaba a un solo camino; “tal vez el conocimiento implique la aniquilación de la humanidad”.

Pasaron varios días y decidieron darse un descanso, alejarse de todo mientras pensaban en que hacer al respecto. Por su parte Carlos comenzó con extraños sueños, estos por alguna extraña razón cada noche se hacían más prolongados, de experimentar unos minutos, pasaron a horas, días, meses años e incluso milenios. En la mayoría era como si estuviera flotando en el universo, se encontraba solo en la negrura del orbe, no había nadie a su alrededor, solo oscuridad y conforme gritaba e intentaba llegar a un punto en el espacio, el oxígeno se le terminaba y cuando esto pasaba a lo lejos veía un gran resplandor que lo cegaba por unos segundos, pero en esa luz veía que algo se movía con una velocidad que superaba a la de la luz y después de eso despertaba. 

Lin, no había tenido esos erráticos trozos oníricos que había experimentado su compañero, pero a diferencia de él, ella por algunos momentos parecía que la realidad se le escurría en las manos. Algunos eran periodos como si fueran dejavú, como si supiera que iba a pasar, como si supiera que ya lo había vivido, sin embargo eso no es lo más extraño, en ocasiones estando en un determinado sitio podía experimentar toda la historia de un punto definido, eran como visiones o flash de imágenes de todas las personas u objetos que habían pasado ese determinado lugar, era como si ella pudiera acceder a los registros del espacio-tiempo y vivir en carne propia lo que había acontecido, era como retroceder en el tiempo y al mismo tiempo ver lo que se avecinaba. 

Eso fue lo que aconteció a ellos, sin embargo en el mundo varias personas habían experimentado algo irreal y eso fue que al tomar un objeto inanimado podía sentir los átomos, podían sentir como vibraba la materia a su alrededor. Mesa, silla, muebles, incluso las motas de polvo que la rodeaban e incluso algunos otros mencionaron experimentar por algunos lapsos una visión que superaba al espectro de luz visible donde veían como era el universo en realidad.

Todos estos eventos en conjunto con sus experiencias incitaron a Carlos y a Lin a seguir estudiando y analizando más esa teoría que unificaba a todo el universo.

Los sueños de Carlos se tornan más intensos, y ya no se siente solo en la vastedad del cosmos. Un día, Carlos se despierta cubierto de sudor frío, incapaz de recordar los detalles de su sueño, pero con una sensación inminente de que algo en el vacío de Boötes lo estaba acechando. Cuando intenta explicárselo a Lin, ella lo mira con ojos vacíos, como si hubiera comenzado a perder el sentido del tiempo. Había pasado días analizando patrones en los datos, pero ahora esos patrones se repetían en su mente, como si estuviera atrapada en un bucle temporal.

Poco después, Lin descubre algo aún más inquietante: la teoría del electrón único no solo sugiere que una sola partícula recorre el tiempo y el espacio. Más allá de eso, las alteraciones en el electrón han despertado algo antiguo. La civilización que envió la advertencia no fue simplemente víctima de su propio conocimiento, sino de un antiguo ser cósmico que habita dentro del electrón mismo, una entidad cuya verdadera naturaleza está más allá de cualquier comprensión humana. Se trataba de un guardián que mantenía el delicado equilibrio del universo, y al manipular el electrón, inadvertidamente lo liberaron.

Un descubrimiento lúgubre…

Carlos y Lin reciben imágenes del telescopio Nancy Grace Roman. En el vacío de Boötes, comienzan a percibirse sombras: formas tentaculares, gigantescas y amorfas, que parecen alimentarse de la misma estructura del espacio-tiempo. No son galaxias, ni polvo cósmico. Son entes vivientes, parásitos interdimensionales que acechan en el borde del entendimiento humano. El mensaje descifrado revela que esta civilización no solo advertía sobre el colapso del espacio-tiempo, sino que describía los horrores que fueron liberados al manipular la única partícula que conectaba todo.

El electrón único era, en realidad, una prisión. Su ciclo infinito a través del tiempo y el espacio mantenía a esas criaturas atrapadas, dormidas. Pero la intervención humana, el deseo de comprender lo incomprensible, ha roto ese equilibrio…

Lin y Carlos intentan desentrañar las implicaciones, empiezan a perder fragmentos de su propia humanidad. Sus cuerpos comienzan a manifestar síntomas de distorsión cuántica: Carlos se despierta con partes de su piel translúcida, a través de la cual puede ver las interacciones subatómicas de sus células, mientras que Lin, cada vez que cierra los ojos, experimenta la historia entera de su cuerpo, desde su nacimiento hasta una muerte que aún no ha sucedido. Ambas percepciones son tan aterradoras que comienzan a cuestionarse si siguen siendo humanos o si ya son parte de la entidad cósmica que liberaron.

Todo parece indicar que la única manera de detener el colapso es regresar al electrón único a su ciclo original, pero al hacerlo, deberán sacrificarse, entregando su existencia para restablecer el equilibrio cósmico. Pero incluso en ese sacrificio, no tienen la certeza de que las entidades volverán a dormirse. Quizá ya es demasiado tarde.

La última frase del mensaje no descifrado advierte:

“Lo que se ha despertado, no puede volver a soñar…”
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Mario Alberto Beas

La tinta negra se fusiona con la bruna iridiscente dando origen a historias insondables en el páramo, donde los seres de otras dimensiones nos observan para transmitir el horror cósmico.

Ouraxi

Ya sea navegando por los insondables mares del terror cósmico o adentrándome en los oscuros confines de la ciencia ficción, mi pluma se niega a permanecer anclada en lo mundano.