Mis demonios

Transito sobre mis propias palabras, en aquellas líneas que un día ya escribí,  en las que me encontré con tantas experiencias que no alcanzo a saber cómo sigo vivo.

Camino en mis memorias, sobre el barro removido en el que se libraron mil batallas, guerras sin vencedores ni vencidos en las que perdimos todos.

Me veo a mí mismo cansado, aburrido, como si fuese un demonio más de todos los que ya he visto. Conozco todas mis artimañas, mis armas y todas las estrategias que utilizaré para vencerme. Como si no fuese más que rutina en todo este camino de desencantos que he ido dejando atrás.

Y lo soy, soy rutina, o lo seré. No soy especial.

Salí del barro y me vi desnudo, tomé mis armas y me he dado cuenta de que están rotas, me he tocado con la punta de mis dedos y me he zarandeado. Pero no me importa, solo tengo que esperar, pues el propio barro del que salí me engullirá de nuevo.

Cómo no voy a sonar cansado, sí lo estoy.

Cómo no voy a aburrirme si me he vivido un millón de veces, si parece que llevo mil años caminando mientras me veo alimentándome de mí mismo, despojándome de todo, echándome al mismo barro del que provengo.

Cómo no voy a estar cansado si soy el mismo demonio de siempre disfrazado con otra piel.

Sigo caminando, me agacho, cubro una huella con mis manos y cierro los ojos. Oigo que me grito, sé que estoy cerca. Y ni siquiera me preparo para recibir el impacto. Total, todo será como la última vez.

Como lo fueron todas las veces.

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Ouraxi

Ya sea navegando por los insondables mares del terror cósmico o adentrándome en los oscuros confines de la ciencia ficción, mi pluma se niega a permanecer anclada en lo mundano.