Play or Die — Jugar o Morir
Descubre la historia de In-ho, una persona que paso de ser un honesto y honrado detective que intentaba erradicar toda la corrupción de su prefectura, a ser el líder de uno de los juegos más crueles y sangrientos de todo el mundo, donde los participantes son orillados a participar para ganar un exorbitante premio.
¿Qué fue lo que le paso?
¿Cómo fue que se transformó?
Sabemos que gano el juego pero, ¿Cómo lo hizo?
Descúbrelo en estas letras, que son una perfecta precuela a la afamada serie “El juego del calamar”
E1: A New Day — Un Nuevo Día
— PRESENTE —
Un guardia con máscara de círculo levanta el teléfono. Esta frente a un gran ordenador de color purpura. Parece una consola de video juego. Presiona un botón que es un audio pregrabado.
—¿Desea participar en el juego? Si quiere jugar indique su nombre y fecha de nacimiento.
—Seong Gi-hum, 31 de octubre de 1974—silencio por unos segundos. Retoma la palabra—Escúchame, no soy un caballo, soy una persona…
El guardia teclea los datos y se empieza a incomodar por lo que ve en el monitor y por lo que está escuchando, ladea la cabeza hacia afuera de su consola, la persona de la llamada sigue hablando.
—Por eso quiero saber—se escucha una pesada exhalación—Quiénes son y cómo pueden cometer tales atrocidades con la gente.
En ese momento a un lado del guardia llega súbitamente una persona y le arrebata el teléfono y responde.
—Jugador 456 no digas cosas absurdas—empuña fuerte el teléfono.
—Por eso no puedo perdonarlos, por todo lo que hacen.
—Solo sube a ese avión si quieres vivir—responde irritado, pero guardando la calma.
Sin más escucha que finalizó la llamada, el hombre misterioso cuelga el teléfono, da unos pasos lejos del centro de mando. Los guardias en los otros monitores lo observan consternados, uno de ellos le pregunta si todo está bien.
Una serie de emociones se dispersan rápidamente por todo su cuerpo, el impulso lo lleva a tomar el arma y apuntar a aquella persona que está frente a él.
—Es-pere no-no quise preguntar nada… —titubea el guardia con máscara de triangulo, levanta las manos y empieza a temblar.
El hombre misterioso sigue empuñando su arma, la irá lo tiene cegado. Pero de un momento a otro algo en su mente cesa y baja el arma.
—Cuanto lo siento… —responde el guardia, pero él solo pasa de largo pegándole en el hombro como si no estuviera frente a él.
El hombre llega a una habitación muy lujosa, finas lámparas iluminan el recinto, sus pasos resuenan en el piso de mármol, a su alrededor muebles hechos con corazón purpura, le da un toque exquisito y único al lugar.
Toma un vaso de vidrio y se sirve un trago, está por tomárselo, pero se detiene de último momento al ver por un espejo que a lo lejos está una máscara dorada.
Es una máscara de búho, es la del anfitrión, deja el tragó que tiene en la mano e inhala profundamente.
Cientos o miles de pensamientos surcan su mente. Es como un vendaval de emociones que eclosionan su razón y a la vez su percepción.
Los recuerdos los sacuden como un terremoto, derrumbando la sensatez que está en su interior, es como una pesadilla de la cual escapo de una manera sobrenatural y que pocas veces logra recordarla con claridad, pero en la que está sumergido en cada segundo.
Lentamente levanta la mirada y observa el espejo que esta frente a él.
Ve un hombre con una misteriosa máscara negra, con sumo cuidado se la quita, se aproxima con sigilo hacia enfrente.
Su mirada refleja eso, Oscuridad, fría y gélida oscuridad. Y es en esa etérea pero eterna negrura donde se pierde en una maraña tétrica de sus endebles recuerdos…
— 6 AÑOS ANTES —
—¿Cómo va el caso del mutilador de media noche? —pregunté mientras di unos pasos y observé algunas fotos en un viejo mueble.
Me gustaba ir a visitar frecuentemente a mi madre, siempre que iba veía que algo estaba fuera de su lugar. Acomode con delicadeza un cuadro donde se aprecian unos niños jugando.
Juegos, una época dorada.
—Va bien, va bien, bueno eso creo In-ho—responde él distraído viendo varios papeles que tiene desordenados en el piso.
—Espero que así sea—contesté aproximándome a la pila de archivos que tenía por todas partes—Aunque a decir verdad tal vez deberías de empezar por aquí—le señale con el pie una hoja.
—¡Que! —respondió incrédulo—La fábrica abandonada de textiles en Ggnamban—giro y ceño su mirada—¿Estás seguro?
—Solo es una corazonada—encogí los hombros despreocupado y me llevé un bocadillo a la boca.
—Sé que eres muy bueno en esto, tal vez deberías de ayudarme a resolverlo.
—Lo siento, pero sabes que tengo otros casos Jun-ho—di unos pasos y me aleja lentamente.
—Espero que algún día llegué a ser igual de bueno como tú.
—Sé que llegaras a ser un gran detective—giré y asentí para verlo—Sé que lo serás hermano.
—Todavía siguen con ese caso—la voz de una mujer mayor se escucha a lo lejos.
—Si madre, recuerda que nosotros somos los buenos que atrapamos a los malos—respondí dándole un gran abrazo a mi madre que acababa de entrar a su casa—Somos los tipos que cuidamos a la ciudad.
—Lo sé, lo sé—contesta con voz trémula—Sé que ustedes nos protegen, pero ¿quién los protege a ustedes?
—No te preocupes por nosotros madre, que Jun-ho y yo nos sabemos cuidar muy bien.
—Ese es el problema que hay días que no se si regresaran o no—se aleja e intenta dejar en la mesa una bolsa con compras que hizo. Pero yo las tomé por ella y las coloco en su respectivo lugar.
—No te preocupes por nosotros madre, teniendo a In-ho de detective no tenemos que preocuparnos por nada—empieza a tomar todas las hojas desordenadas que tiene en el piso, observa su celular y lo hace con prisa—¡El tiempo pasa volando!, debo irme enseguida.
—Pero antes debes de comer algo, recuerda que no te tienes que mal pasar—recrimina su madre dándole una bolsa de papel con algo preparado.
—Muchas gracias madre—va con ella apresurado con muchos folders en las manos, le da un beso en la mejilla y toma lo que le da.
—Me agrada que vengan y visiten a su anciana madre—responde con un toque de melancolía—Y te comes todo.
—Si madre—responde su hijo menor y sale de su casa.
—Hoy en día los hijos no suelen frecuentar a su familia y menos a una madre vieja y decrepita como yo—agacha la mirada con un poco de tristeza.
—No digas eso—me aproximé a ella y le toco con sutileza el hombro—Estamos aquí para lo que ocupes y lo sabes—le sonrío tiernamente.
Observé como mi madre solloza y como empieza a surcar una lagrima por su mejilla. La limpio y le doy un fuerte abrazo.
—Gracias hijo, no sé qué haría sin ustedes.
—No madre gracias a ti y por todo el esfuerzo que has hecho por nosotros, gracias a eso somos lo que somos—respondí con una amplia sonrisa, pero sobre el hombro de ella vi que mi hermano menor dejó un folder—Disculpa, pero creo que algo importante se le olvido a Jun-ho.
Salgo corriendo de la casa esperando encontrarlo en el estacionamiento, lo que menos quería era que perdiera algunos documentos para resolver el caso.
Solo espero que estés aquí y logres resolverlo. Atrapa a ese mal nacido.
Llego a la planta baja y por fortuna encuentro a mi hermano que está apilando los folders en el auto.
Le extiende la mano izquierda.
—Si quieres resolverlo tienes que ser más cuidadoso—le recrimine mientras se lo entrega.
—Lo siento hermano mayor. Lo siento—agacha la cabeza apenado.
—Jun-ho.
—Si…
—Solo, solo ten cuidado.
—Nos vemos en la estación de policía—indaga encendiendo el auto.
—Si, pero antes iré a ver a Seo-yeon.
Desvío la vista hacia otro punto, uno lejos en el horizonte, era como si quisiera evadir la realidad.
—Todo bien hermano mayor—vuelve a indagar Jun-ho poniendo las manos en el volante.
—Sí—respondí tajantemente, le cierro la puerta del auto y prosigo—Es momento que te vayas y resuelvas un caso.
Vas a estar bien Jun-ho, vas a estar bien.
El asiente y veo cómo se pierde en la carretera. Levanto la vista hacia el cielo, distingo un conglomerado de nubes negras que están a lo lejos. Sé que se avecina una gran tormenta, pero al mismo tiempo en mi interior presiento que algo peor está por ocurrir.
Sin más dejó atrás ese sentimiento y me dispongo a subirme al auto.
««« • »»»
Después de manejar por un tiempo llegué al lugar indicado.
—In-ho, ¿Por qué demoraste tanto?
Allí estaba ella, tan radiante, tan bella, tan perfecta.
—Pase a visitar a mi madre—sonrió y me aproximo para tomarla entre mis brazos. Su perfume es dulce como un fino roció en primavera.
Embriaga, pero no envenena.
—Tú siempre tan atento con ella. Eso es algo que me gusta de ti—responde alegre.
—Con que solo eso te gusta de mí, he—recrimino con un sutil toque de broma mientras me alejo un poco de ella.
—Tú sabes que no—reacciona rápidamente tomándome de la mano y dándome un fuerte abrazo—Tú sabes que me encanta todo de ti.
Podría perderme en esa tierna mirada por siempre.
—Es broma Seo-yeon, es una broma. Y tú también sabes que tú eres…
—Soy…
—Tú eres…
—Vamos solo dilo—se aproxima más a mí y solo unos centímetros nos separan.
Siento como de su bello cuerpo emana un tenue calor que va recorriendo todo mi cuerpo, con sutileza paso mis manos sobre su cintura. La veo directamente a los ojos y finalmente digo.
—Tú eres lo que más quiero en el mundo.
—Lo sé—susurra aproximándose para fusionarnos en un pletórico beso.
Un beso que para mí era una descarga eléctrica de amor y deseo.
Después de comer con ella me percate que tenía que ir enseguida a la estación de policía, tenía el tiempo justo para estar allí, nunca me gusto llegar tarde a mi trabajo.
—Creo que es tiempo de irme—mencioné abruptamente levantándome de la mesa.
—Pero ha pasado muy poco tiempo amor.
—Lo sé, pero tengo que irme, tengo una responsabilidad—respondí esperando que los otros comensales no hayan escuchado esa última parte que ella había dicho.
No me incomodaba que fuera amorosa conmigo, pero tampoco me gustaba que lo fuera en público.
—Amor, quisiera que un día te quedaras conmigo—menciono con voz chillona, haciendo un poco de pucheros.
Sabía que eso me incomodaba en medio de la gente y lo hacía apropósito.
Eres diabólicamente hermosa.
—Espero que pronto me den unos días y así podremos irnos un fin de semana juntos.
—¡De verdad! —salto eufóricamente de alegría. Mientras salíamos del lugar—Solo espero que no se demore mucho amorcito.
—Claro que no, ya verás que pronto estaremos en un lugar tú y yo.
Caminamos por una concurrida avenida, las nubes negras que había visto hace poco se habían conglomerado, estaba a punto de llover.
Recordé que había olvidado la sombrilla en el auto.
—Espero que no llue… —no había terminado de decir la frase cuando las primeras gotas de agua cayeron sobre nosotros.
—Wow está lloviendo.
Parecía que en ella ese efecto era todo lo contrario, ella siempre tenía un sentido diferente de las cosas. Siempre le veía el lado positivo, siempre sacaba lo mejor del momento.
—Vamos rápido que nos vamos a mojar.
Sin embargo, todo en ese instante cambio. Se transformó. Transmuto.
No sé qué fue realmente, pero ella se veía resplandeciente, como si tuviera un halo, un brío que emanaba de su aura.
Era inexplicable.
Ella solo menciono: —Ven aquí.
Yo por inercia me dejé llevar por el momento.
Me tomó de la mano, se aproximó a mi cuerpo, estábamos en medio de la lluvia, la gente pasaba con suma premura a nuestro lado y nos observaban como si estuviéramos locos.
Éramos unos dementes del amor.
Nos dejamos envolver por el ambiente, y fue en ese momento donde en medio de todo ese pandemónium nos fusionamos bailando.
La música resonaba en un lejano local.
—♪Fly me to the Moon, Let me play among the stars [Llévame volando hasta la Luna, déjame jugar entre las estrellas]
Solo espero que este momento sea eterno.
—♪ Let me see what spring is like On Jupiter and Mars [Déjame ver cómo es la primavera en Júpiter y en Marte]
Eterno y perfecto a tu lado.
—♪ In other words hold my hand [En otras palabras, toma mi mano]
Ella seguía cantando al compás de la canción, estaba recostada en mi pecho, y yo por mi parte la tenía tomada de la cintura, podía sentir como su corazón latía.
—♪ In other words... baby, kiss me [en otras palabras... cariño, bésame]
Era un latido que se sincronizaba con el mío.
—♪ Fill my heart with song Let me sing for evermore [Llenas mi corazón con canto, déjame cantar por los siglos de los siglos]
Era el sonido del amor.
—♪ You are all I long For all I worship and adore [Tú eres todo lo que anhelo, todo lo que venero y adoro]
Cerré los ojos y dejé que nuestros cuerpos se evaporaran con el tiempo.
—♪In other words please be true In other words... I love you [En otras palabras, por favor sé sincera, en otras palabras... te quiero]
—Te amo—susurro mientras levantaba la mirada.
—Te amo—respondí sintiendo su cálido aliento.
Nos aproximamos y nos dimos un febril beso.
Fue un momento violento lleno de pasión donde nos fundíamos en amor perpetuo.
Suspiramos al unisón y después nos percatamos que estábamos empapados en medio de una fuerte lluvia.
Nos reímos y rápidamente fuimos a buscar refugio por la lluvia, la tomé de la mano y cuando estuve a punto de despedirme ella tomó una llamada.
Al principio se veía alegre, pero esa alegría se fue desvaneciendo rápidamente dando paso a la preocupación y a la angustia.
Quise preguntar ¿qué había pasado?, ¿qué noticia le habían dicho?, ¿por qué cambio tan rápido su forma de ser?
Estaba a punto de tomar la palabra cuando ella abruptamente me interrumpió.
—Es mi padre—profirió consternada y temblando—Dijo que la mafia lo había amenazado.
La felicidad súbitamente se había esfumado.
««« • »»»
Rápidamente llegamos con su padre. Él estaba temblando y muy afligido. Caminaba descontrolado de un lugar a otro. Como si no estuviéramos presentes.
—Padre, guarda la calma que todo estará bien—Seo-yeon trato de tranquilizarlo—Teniendo a In-ho de nuestro lado estaremos bien.
—Si lo sé, pero tú no sabes lo que pueden hacer ellos. Lo que son capaces de hacer.
Me encontraba a la distancia observando todo a mí alrededor. Previamente había hablado con mi superior explicándole que demoraría un poco en asistir al trabajo, que surgió algo de último momento, obviamente omití los detalles.
Lo que menos quería era que más personas se involucraran en esto, eso también incluía a mi hermano, él ya tenía mucho en que pensar y más por su delicada condición.
—Cuanto lo siento, cuanto lo siento hija. Pero…pero creo que no saldré de esta… —las palabras de él quedaron a la deriva, estaba aterrado por lo que estaba pasando.
¿Qué tan malo era todo esto?
—Padre saldremos de esto, sé que saldremos—sollozo abrazándolo fuertemente.
Ella me vio buscando alguna respuesta que sustentara sus palabras. Finalmente tomé la palabra.
—Primero tenemos que saber que demandan y que podemos hacer al respecto.
—Ellos…—volvió a titubear y a caminar de un lado a otro—Ellos…yo…
—¡Padre dinos que es lo que pasa! —vociferó ella y después empezó a llorar.
Me aproximé a su encuentro y la tomé entre mis brazos, nunca la había visto tan frágil como en ese momento.
—Lo que ellos piden esta fuera de mi alcance—respondió su padre que tenía la mirada perdida. Levanto la cabeza buscando una solución al problema—Le debo mucho dinero a la mafia.
—¿Cuánto? —pregunté tajantemente sin dejarlo de observar.
—Lo siento In-ho pero es mucho dinero.
—¡Dije cuanto es!
Tenía un poco de dinero ahorrado para mí, para mi hermano, mi madre y sobre todo para ella. Eran todos mis ahorros de la vida.
—Son 100…
—100 millones de wones, padre no te preocupes que los podremos conseguir, pediremos un préstame en el banco, te daré todo lo que tengo, podemos vender mi auto y algunas joyas o reliquias de la familia.
—Todas las reliquias ya las vendí, lo siento hija—agacho la mirada y retomó la palabra—Son 100…100mil millones de wones.
—¡Que! Como puede ser esa cantidad padre. Es algo exorbitante. Como fue que le pediste tanto dinero a ellos, padre de donde vamos a sacar ese dinero…
Seo-yeon siguió hablando y reclamando a su padre, él contestó que las malas decisiones lo fueron orillando a eso, sumándole que las finanzas en el país iban a la baja, solo era tiempo para que un negocio se fuera a la quiebra.
Esto es peor de lo que pensaba.
—Tal vez podríamos darle un parte y después otra—respondí intentando ayudar en algo, era un momento muy crítico y era lo menos que podía hacer.
—Lo siento, pero les dije que les entregaría todo hoy a la media noche—se llevó ambas manos a la cabeza en son de desesperación.
No había más que hacer o decir. Entre lágrimas y desesperación tuve que retirarme, les dije que pensaría en algo y saldríamos bien librados de esto.
¿Pero acaso tenía un plan?
Lo único que pensaba y se remolinaba en mi mente era, ¿Cómo salir de ese problema? El dilema era que esa suma no se podría juntar ni siendo millonario.
Pero por otro lado sabía perfectamente que si se le entregaba algo a la mafia no estarían satisfechos, pero al menos no habría represalias contra él o los familiares cercanos.
Fui a la estación realicé mis actividades laborales, aunque estuve distante y distraído todo el tiempo.
Después saqué todos mis ahorros del banco y los puse en una bolsa.
Espero que con esto sea más que suficiente para comprar más tiempo.
Regresé a la estación y allí estaba mi hermano haciendo su previa averiguación, al parecer el dato que le había proporcionado le había facilitado el trabajo.
—Todo está bien hermano—preguntó al verme que evadía su mirada.
—Si todo bien—respondí serio viendo una ventana a lo lejos.
—Pareces un poco abstraído.
—Solo es el trabajo, ya sabes, estos casos parecen que nunca se acaban—caminé hacia otro lugar lejos de él.
Por mi mente había varias opciones y en una de ellas era hacer un operativo y emboscarlos, aunque eso significaba poner en peligro la vida de su padre.
Esa no puede ser una opción.
Otra era enfrentarme a ellos y matarlos a todos, pero a decir verdad dudaba que pudiera salir ileso de ese encuentro. Y lo que menos quería era que Seo-yeon se viera involucrada.
Esto no va nada bien.
Y la última era que se fueran del país y que nunca más regresaran, al menos así ellos estarían a salvo. Aunque eso implicaría que probablemente jamás la volvería a ver.
Rayos.
Fui con mi superior a entregarle unos documentos, él se veía distante, fue cortante en sus respuestas, parecía que le apurara que no estuviera cerca de él.
Después de entregarle algunos informes dijo;
—In-ho, ten cuidado.
¿Acaso sabía algo?
Unas simples palabras que denotaban todo lo que estaba implicado en ellas.
—Gracias—respondí abruptamente y me largué de allí.
Hasta la policía interna estaba inundada con la mafia, era claro que mi superior no iba a meter las manos por ellos ni por mí, ni por nadie más.
Era como si estuviera solo en este lugar.
Lamentablemente este mundo no es igual para todos.
Observé el celular, tomé mis cosas y me dispuse a ir al lugar de entrega.
Era tiempo de saber que nos deparaba el destino.
««« • »»»
Nos encontrábamos en el lugar correcto y a la hora indicada.
—¿Se encuentra bien? —pregunté intentando hacer que estuviera un poco más calmado.
—Sí, solo que no sé qué vaya a pasar ahora.
—No se preocupe que todo estará bien.
—Eso espero.
Cuando hablábamos podíamos apreciar el vaho de nuestra boca. El clima era gélido, tan gélido que nos dolía los huesos.
El frío es casi infernal.
Un vendaval nos atrapo quemándonos la piel.
—Señor Kim tranquilícese—mencioné frotándole el hombro, estaba temblando por el mal clima, pero más por la situación en la que se encontraba.
Yo resguardaba las mochilas con dinero, si alguien tenía que negociar ese sería yo.
En la cintura llevaba una beretta, sabía que no era precisamente el arma contra una banda de mafiosos, pero mi intención no era usarla.
—Creo que ya llegaron—murmullo el señor dando unos trémulos pasos.
Interpuse mi brazo para que no avanzara.
—Tranquilo y dejé que yo hablé.
El simplemente asintió mientras yo daba un paso al frente.
Enseguida se bajaron de tres camionetas negras varias personas. En cuestión de segundos nos tenían acorralados.
—Vaya, vaya, vaya, al parecer al viejo Kim lo acompaña alguien, ¿me preguntó quién será?
Aquella persona era muy joven, iba bien vestido, llevaba un traje de marca, lustrosos zapatos, barba finamente recortada y despedía una fina colonia.
Guarde silencio y dejé que siguiera hablando.
En ciertas ocasiones era mejor aguardar hasta el momento idóneo.
—Es nada más y nada menos que el novio de su hermosa hija Seo-yeon—citó de forma lasciva mientras se lamia los labios.
Hijo de perra.
Seguí guardando silencio.
—Por cierto, donde esta esa ricura, me imagino que de allí ha de estar deliciosamente rica—menciono figurando tocar su parte intima.
Maldito desgraciado.
Por fortuna le dije a ella que lo mejor sería que no estuviera en casa, así que se fue con mi madre, allí estaría mejor.
—¡Que no vienes por esto! —espete dando un paso al frente.
Enseguida vi como sus ayudantes se pusieron alerta por si hacia un movimiento.
—Tranquilo detective In-ho, detective Hwang In-ho, todo a su tiempo—esbozo una media sonrisa malévola mientras caminaba alrededor de nosotros.
Yo nunca lo perdí de vista.
—Todo va a estar bien, todo va a estar bien—cuchicheaba el señor Kim agachando la cabeza.
Hubo un corto pero intenso silencio a nuestro alrededor, vi cómo se estaba mofando de nosotros ese sujeto, seguía con esa sonrisa torcida y lo estaba disfrutando.
—Me imagino detective Hwang que no le aviso a su superior de esta pequeña transacción verdad.
—No. No lo hice—tragué saliva por la situación en la que estaba, cada segundo que pasaba sabía que perdía el control.
—Que inteligente fue de su parte, aunque ya lo sabía, él mismo me lo dijo—se carcajeo eufóricamente como si le hubieran contado un chiste.
Sabía que mi superior conocía mi situación, por algo me dijo que me cuidara.
Maldita corrupción, es como un cáncer.
—¡Aquí está el dinero, tómalo y lárgate! —vociferé tirando el dinero hacia donde estaba.
El sujeto de una manera burlona e imitando un baile fue a las mochilas, las tomó con ambas manos y sopesándolas hizo una mueca de desagrado.
—¿Crees que soy estúpido o retrasado? —caminó con parsimonia hacia nosotros—¿Crees que todo lo que nos debe el vejestorio Kim se encuentra aquí?
No respondí a su cuestionamiento, ambos sabíamos que ocuparíamos varios sacos si cubriéramos toda la deuda.
El sujeto se aproximó a mí, saco un arma y empezó a hablar.
—Mira imbécil no sé quién te invito, pero si quieres conservar tu vida tal vez nunca tuviste que pararte aquí—paso el arma por mi cuello—Y también lo digo por la vida de tu hermano el policía Jun-ho y de paso por la de tu madre que sabemos perfectamente que esta con la hija de este anciano.
Me amenazo a mí, a mi familia, a mi pareja. Amenazo todo lo que más amaba.
—Solo toma el dinero y déjalo, te iremos pagando el resto—volví a tragar saliva esta vez un escalofrió me recorrió de principio a fin.
Ladeo la cabeza en forma negativa y chasqueó los labios.
—Vamos a hacer esto—de nuevo sopeso las bolsas con el dinero—Creo que aquí no hay ni siquiera el 10% de la deuda así que nosotros tomaremos cartas en el asunto al respecto.
—¿Qué es lo que van a hacer? —indagó con ansiedad el señor Kim.
—¿Qué es lo que vamos a hacer? o que es lo que hicimos.
El sujeto se volvió a reír giro y cuando estuve a punto de seguirlo uno de sus cómplices me dio un fuerte golpe en la boca del estómago, me tomó por sorpresa y me sofoco haciendo que cayera de rodillas, intenté incorporarme rápidamente pero no pude por que los golpes llegaban como un aluvión.
En cuestión de segundo estaba tendido en el piso, quise tomar mi arma para defenderme, pero fue demasiado tarde, ya me la habían quitado y lanzado lejos de donde estaba.
Al señor Kim le dieron el mismo trato.
Ahora ambos estábamos tendidos y ensangrentados.
—Si yo fuera ustedes llamaría rápido a los bomberos antes que se queme todo lo que tienen—había mencionado con desdén caminando dándonos la espalda—O creo que me equivoque eso lo hubieran hecho hace unos veinte minutos. Cuanto lo siento.
Se encogió de hombros y subió a la camioneta.
Los neumáticos chillaron y salieron rápidamente de nuestro alcance, ayude a incorporarlo, se dolía de todos los golpes que había recibido.
Infeliz de mierda solo quiero ver si te ríes así si estuviéramos solos.
Lamentablemente se habían ido, tomé mi celular para pedir apoyo, pero ellos lo habían quebrado, ahora estábamos en un lugar baldío solos a nuestra deriva.
Y si sus palabras eran ciertas ahora ya no teníamos nada que negociar.
Tomaron todos mis ahorros y los de la familia Kim y quemaron todo lo que tenían.
Malditos desgraciados.
Enseguida caminamos a un lugar más transitado para pedir ayuda. No tardamos mucho tiempo para que una persona nos prestara su teléfono y nos auxiliara.
Pero lamentablemente ya estaba perdido, cuando marqué y pedí refuerzos me dijeron que todo estaba en cenizas.
««« • »»»
El señor Kim y yo nos dispusimos a ir al lugar, aunque estuviera en ruinas y no quedara nada, tal vez algo se podría rescatar, no avise de esto a mi hermano, ni él a su hija. Esto era de nosotros y teníamos que afrontar las consecuencias.
—¡Maldita sea, ahora sí que lo he perdido todo! —se desplomo al ver que ya no había quedado nada en el lugar.
Los bomberos y los policías habían hecho su labor, pero fue muy tarde cuando llegaron a intentar mitigar el fuego, este se esparció rápidamente por todo el lugar y no dejó nada a su paso.
—¡Lo he perdido todo, todo! —seguía gritando hincado en el piso.
Las cenizas recorrían el ambiente, se podía oler la desgracia y la tragedia a kilómetros de allí.
—Vamos levántese que no es el final, todavía tiene a su hija y ella lo tiene a usted—lo ayudé a incorporarse, este parecía sin fuerzas, ni ánimos para seguir allí—¿Qué es esto? —pregunté tomando una tarjeta que se le había caído de la camisa.
—Eso…eso no es nada—titubeó al ver la tarjeta.
—¿Está seguro? —volví a indagar y esta vez la vi con mayor atención.
—Sí, bueno…una persona en el metro me la dio—se llevó instintivamente la mano a la mejilla y se la frotó—Gracias a eso pude conseguir un poco de dinero.
Revise la tarjeta, tenía una extraña simbología.
Un círculo, un triángulo y un cuadrado. Y al reverso un número telefónico.
—¿De qué se trata? —pregunté curioso por saber más de eso. Algo de allí me daba mala espina.
—Es…sobre un juego y me dieron dinero…creo que si uno llama y juega allí podría ganar mucho dinero.
No le di importancia a sus palabras en ese momento giré y observé que llegó mi hermano.
—¿Hermano estas bien?
Platicamos un poco sobre lo que paso, no le mencioné que saqué todos mis ahorros para no alarmarlo, no quería que estuviera preocupado por mí, también le dije que vi una de las placas de esas camionetas negras y que era cuestión de tiempo para que los atrapara.
En ese momento sin más me dispuse a tomar una patrulla e ir a ver a mi madre y a Seo-yeon, fui rápidamente a ese lugar acelerando a fondo.
Ellos habían dicho que sabían dónde encontrarlas, era mejor cerciorarme personalmente de ellas.
Pronto estaré con ustedes, solo un poco más.
No sé por qué sentía tanta angustia en mi corazón, si era porque mi vida pendió de un fino hilo, si fue porque ahora ya no tenía nada en el banco o era porque quemaron todo lo que tenían.
Solo un poco más, un poco más.
No supe cuántos semáforos me había pasado, iba a exceso de velocidad, por fortuna no tuve un accidente ni provoqué ninguno, pero cuando llegué al lugar, algo me asalto, y eso fue ver un conglomerado de gente en una esquina.
Bajé rápidamente del auto, sin pensarlo fui hacia ese lugar, a un lado había un camión que se había estrellado en un poste. Quité a la gente que estaba allí. Mi corazón latía fuertemente, parecía que se saldría del pecho.
Todo paso tan rápido que por unos instantes no supe que hacer o que decir.
Era un pandemónium de emociones y sensaciones encontradas.
A lo lejos solo escuchaba algo, aunque a decir verdad no sabía si venia de mis pensamientos.
Hijo le dije que guardar la calma…
Pero ella es muy ansiosa y no pudo estar quieta…
Le dije que tú nos marcarias para saber algo…
Pero ella les marco y no le contestaron…
Se desesperó y salió corriendo…
No la pude detener…
De la angustia y la desesperación no se fijó al cruzar…
Hijo cuanto lo siento…
Allí tendido había un cuerpo, era el de mi amada. En ese instante no sabía qué hacer, todo mi cuerpo empezó a temblar, como si algo en mi interior se estuviera derrumbando y no podía evitarlo.
Seguía sin articular palabras, como pude me agache, quería tomar su cuerpo entre mis brazos, pero sabía que no tenía que hacerlo eso podría ser contraproducente si tenía lesiones internas.
Las lágrimas empezaron a brotar de manera descontrolada, a lo lejos escuché el sonido de las sirenas, sabía que pronto llegarían los paramédicos y podrían salvarla.
Vi que ella empezó a mover la mano y el cuello, sentía un gran nudo en la garganta.
—Seo-yeon, Seo-yeon… es me-jor que no te muevas y que no ha-bles… —las palabras se me entrecortaban.
Quería ayudarla, incorporarla, que no tuviera nada, que todo fuera como antes.
Pero eso era imposible.
Ella por instinto tomó mi mano, empezó a mover los labios y sabía que quería hablar.
—Seo-yeon, no te preocupes todo estará bien, la ambulancia ya viene en camino. Vas a estar bien—la tenía de la mano, acariciando sus delicados dedos.
No sabía que alguien me hablaba, yo solo estaba para ella y no me importaba nada a mí alrededor.
Finalmente, de sus labios pude escuchar un susurro.
—In-ho…
—Seo-yeon, no hables trata de guardas energía, te pondrás bien—trague saliva y las lágrimas seguían saliendo.
Y fue en ese momento que algo en mi interior se derrumbó por completo, fue cuando pude escuchar con claridad de ella ese susurro…
—Fly me to the Moon, Let me play among the stars…
—Por favor amor, por favor…
—In other words hold my hand…
—Por favor Seo-yeon, quédate conmigo…
—You are all I long…
—Por favo… por favor…
—In other words... I love you.
Fue en ese instante cuando ella entre mis brazos expiro su último aliento.
En mi interior sentí que algo se había fragmentado.
Ahora sí que me habían quitado todo. Todo por lo que un día quise vivir.
Me habían arrebatado el amor de mi vida.
««« • »»»
Estaba en un viejo callejón. No sabía cuántos días había permanecido allí, había perdido la noción de todo lo que me rodeaba.
No quería saber nada. Solo me aferraba a un efímero momento en el tiempo. Un momento que nunca más se volvería a repetir.
Sin dinero.
Sin mi amor.
Sin nada por que vivir.
Arroje con fuerza la botella que tenía, esta resonó cuando se estrelló en la pared, a un lado tenía mi arma, había rosado un sinfín de veces ponerla en la sien y presionar el gatillo.
—¡Maldita sea!, ahora sí que no tengo nada…
Aunque ese pensamiento era errado, todavía tenía seres queridos que se preocupaban por mí; mi madre y mi hermano, sobre todo él.
Ahora que voy hacer…
Esa idea se disipo cuando metí la mano en el bolsillo, saqué un sobre y una tarjeta. Era la misma tarjeta que se le había caído al señor Kim.
La escrute intentando averiguar algo en esa peculiar simbología.
—¡Que mierda será esto!
Metí la mano en mi otro bolsillo buscando algunas monedas, por fortuna tenía solamente una, me incorporé como pude y fui trastabillando hacia un viejo teléfono de cabina.
—Que más podría perder—hice una mueca de indiferencia y empecé a marcar esos números.
Vi de reojo aquel sobre, la angustia y la melancolía me invadieron, eran unos resultados de compatibilidad para un trasplante de órgano. Mi hermano Jun-ho necesitaba un riñón y yo como su único hermano podría ser su donante.
El resultado me había destrozado, lamentablemente no era compatible. Ahora más que nunca necesitaba de dinero.
La llamada entro enseguida.
—¿Quién habla?
—Habla… —no sabía si decir mi nombre o no. Finalmente proferí—In-ho.
—¿Cómo obtuvo esta tarjeta?
—Me la dio alguien.
—¿Quién?
De nuevo esa incertidumbre por no saber a lo que me estaba enfrentando.
—El señor Kim.
—Ya veo—un silencio prolongado—¿Es bueno en los juegos?
—Sí.
—¿Entonces desea participar en los juegos?
—Sí.
—Si quiere jugar diga su nombre y fecha de nacimiento.
««« • »»»
Lentamente abrí los ojos. Una fina melodía nos daba la bienvenida. Parecía que tenía una fuerte resaca.
Acaso era parte de la melodía del lago de los cisnes.
Todo a mí alrededor estaba bien iluminado, me incorporé observando el entorno.
Esto…esto no era lo que esperaba.
Después que di mi nombre y fecha de nacimiento en la llamada me dijeron que pasarían por mí en un determinado lugar y a una hora concreta. Sin mencionar que me habían dado una contraseña.
Una misteriosa camioneta paso a la hora acordada. El sujeto que iba manejando solo abrió automáticamente la puerta, no pude ver quien manejaba, llevaba un arma conmigo, uno nunca sabía que podría pasar.
Después de subir de los extremos empezó a salir un extraño gas, por más que intenté aguantar la respiración no pude y caí rendido por los efectos somníferos.
Y el resultado es este, sin mis pertenecías, sin mi ropa y lo más importante sin mi beretta.
Esto no está nada bien.
Las preguntas se aglomeraban en mi interior, mientras descendía de la cama.
¿Qué tipo de organización era esta?
Todos parecían igual que yo, consternados por no saber dónde estábamos y lo peor de todo era ¿qué nos iba a pasar?
Guarda la calma y analiza tu entorno.
Todos vestíamos un pans de dos piezas de color verde, era estilo deportivo, como los que se usaban en el colegio.
Cada uno tenía un respectivo número.
Yo soy el 132.
Había personas de todo tipo, parecía que no se limitaban a cierto perfil, entre las personas estaban jóvenes, adultos y algunas personas mayores, sin mencionar que también había mujeres.
Que hace tanta gente aquí.
Levante la cabeza y en la parte superior había un monitor que decía el número total de personas, estas eran 379.
Llegué al centro de ese gran lugar.
—Hola 132, ¿Cómo estás?
Una voz amigable me hablaba a uno de mis costados. No le preste atención a su saludo y fui descortés al no me girarme para verlo.
Lo que me faltaba, hacer amigos.
Al ver que lo ignoraba siguió hablando.
—No te preocupes que yo estoy igual que tú de confundido.
—Yo no estoy confundido—mencioné viéndolo a los ojos.
—Wow no me había fijado, tenemos los mismos números, pero en diferente orden—agrego la persona en todo juguetón—Un sutil anagrama.
Volvía a verlo de reojo y en efecto teníamos la similitud numérica.
—Ya veo—respondí desinteresado viendo el gran complejo. Él tenía el 213.
En los extremos había cientos de camas, estas formaban una sutil U, ahora estábamos enfrente de una plataforma, en ese momento se abrió una compuerta metálica y arribaron unos guardias.
Estos vestían un overol rosa, botas negras, guantes negros, pero lo que más llamaba la atención era que llevaban máscaras, unos tenían un círculo, otros un triángulo y en medio de ellos uno con un cuadrado.
Este último dio unos pasos al frente y profirió:
—Me gustaría dales una cálida bienvenida a todos aquí. Todos los presentes participaran en seis juegos distintos en seis días. Aquellos que ganen los seis juegos recibirán un gran premio en efectivo.
Hubo un silencio prolongado seguido de cuchicheo, había algunas personas inconformes por el trato que se nos había dado, no teníamos celulares para comunicarnos con alguien, ni nuestras pertenencias personales, sin mencionar que esto parecía más un secuestro que otra cosa.
¿Cómo podíamos confiar en alguien como ellos?
El cuchicheo se intensifico dando paso a una cacofonía que estaba a nada de colapsar el lugar.
Un fuerte estruendo resonó dejando a todos atónitos y llenos de miedo.
Fue el sonido de un arma descargándose.
Todas las miradas pasaron a esa figura que la había detonado.
Era una misteriosa persona que vestía todo de negro incluida su máscara.
Caminó lentamente hacia el frente y se guardó aquella arma en la cintura. Era un revolver S&W Magnum.
Las personas recularon al ver al misterioso sujeto enmascarado.
Él debe de ser alguien importante.
—¡Escuchen ineptos, y escuchen bien! Todos ustedes están aquí por convicción propia. Nadie los obligo a marcar, nadie los obligo a aceptar, nadie los obliga a estar aquí. Sin embargo, todos ustedes están aquí por algo y eso es que son tan miserables que no pueden pagar sus deudas.
Guardo silencio unos segundos y dio un paso al frente. En esta ocasión, aunque tenía una máscara parecía que me estaba viendo directamente a mí.
—Y lo más importante de todo es que están aquí por el dinero. Así que lo menos que pueden hacer en sus despreciables vidas es jugar y hay reglas. Regla número uno: El jugador no podrá deja de jugar. Regla número dos: El jugador que se niegue a jugar será eliminado. Regla número tres: los juegos pueden terminar si la mayoría acepta—hizo una seña a uno de los guardias con la máscara de círculo.
Todo esto se vuelve más tétrico a cada momento.
El guardia rápidamente le entrego un paquete de hojas.
—¡Y qué hay del premio del primer lugar!
Se escuchó a lo lejos que alguien decía eso, al parecer lo quiso hacer de una manera cautelosa.
El sujeto de la máscara negra respondió;
—Como lo dije antes, están aquí por el dinero y créeme cuando te digo que te vas a pudrir en dinero y ni en esta vida ni otra te alcanzara para que lo termines despilfarrando.
—¡Pero de cuanto es el monto total!
Otra voz a lo lejos. La codicia se respiraba entre todas estas personas con ganas de dinero.
—Esa respuesta la daremos a conocer al finalizar el primer juego—el sujeto camino hacia nosotros—¡Estos son los consentimientos que deben de firmar, hagan una maldita fila y fírmenlo! —espetó tirando las hojas hacia el aire.
Se armó un gran revuelo por tomar las hojas que estaban dispersas por todo el lugar.
Nadie está acatando las reglas. Nadie está haciendo la fila.
Disimuladamente tomé una hoja que estaba solitaria cerca de mí.
—Y por cierto recuerden bien las reglas, porque de eso dependerá todo. No son más que simple ganado para entretener.
Finalizó el misterioso sujeto con la máscara negra y se retiró del lugar. Los guardias con los círculos empezaron a poner orden para que hiciéramos filas para firmar esas hojas.
Estas hojas son nuestra sentencia de muerte.
Pero no importaba eso, porque lo hacía por ella y por mi hermano.
Seo-yeon, Jun-ho esto lo hago por ustedes.
—Vaya que esta competencia estará muy interesante verdad—menciono el mismo sujeto que hizo la observación de la numeración en mi pans.
—Da lo mismo cuantos participantes sean, lo primordial es salir victorioso de cada juego—respondí haciendo fila intentando obtener más respuestas.
—Claro que no, imagínate que fuéramos 456 jugaros, esto sería un desastre. Por fortuna somos 379, esto nos da un buen margen para ganar.
—Ya lo veremos.
—Por cierto, mi nombre es…
Lo interrumpí abruptamente.
—Es número 213, lo sé.
—Vaya esto facilita las cosas—sonrió de forma amigable y me extendió la mano—Mucho gusto en conocerte número 132.
Sin más se la estreche, aquel sujeto se veía simpático, no me trasmitía ningún tipo de maldad, solo quería hacer amistad.
Firmamos la hoja y nos dijeron que camináramos en zigzag. Tal vez con el fin de que no estuviéramos ansiosos y estuviéramos en constante movimiento.
Querían que nuestra mente se mantuviera activa.
Por qué demoran tanto.
Después de un largo tiempo de caminar en silencio por fin una voz en un altavoz nos alertó que el primer juego estaba por comenzar, que siguiéramos las instrucciones y fuéramos a la sala de juego.
Veamos de qué se trata esto.
Nos llevaron por un gran lugar que tenía escaleras muy extrañas.
—¡Vaya esto parece de ensueño!
Escuché que alguien estaba asombrado al ver las estructuras.
—¡A esto le llamó relatividad pura!
Una estructura digna de una pintura.
De nuevo otro comentario por lo vistoso del lugar. Pasamos por un filtro donde nos tomaron una foto, un audio nos decía; por favor mire a la cámara, sonría.
Me preguntaba quién en su sano juicio podría sonreír ante tal evento.
Yo solo me limite a verla sin expresar ninguna emoción.
Caminamos por aquellas extrañas escaleras, más que un camino parecía un laberinto. Unas subían y otras bajaban, sin mencionar que había decenas de puertas de diferente color.
Después de unos momentos finalmente estábamos en el campo de juego.
««« • »»»
Era un gran campo abierto, se podía respirar aire puro, pude distinguir la fina brisa de mar.
Podríamos estar en cualquier parte, pero la cuestión aquí era donde.
No nos dijeron nada sobre que íbamos a jugar, yo me debatía en diferentes teorías, pero sabía que ni una de ellas era la acertada. Todavía me preguntaba, ¿cómo fue que al señor Kim le habían proporcionado esa tarjeta?, ¿acaso el también participo en un juego? Tal vez esa respuesta alguna vez lo sabría, o tal vez no.
Todos teníamos cara de curiosidad y abatimiento.
Finalmente resonó el megáfono y una voz nos dio las instrucciones;
—Bienvenidos todos al primer juego. Atención todos los jugadores por favor deben de esperar en el campo. Sigan las instrucciones, por favor todos los jugadores deben de esperar en el campo.
Estuvimos esperando por unos minutos y no pasaba nada.
—¿Qué rayos vamos a jugar?
—A mí no me importa jugar sino el dinero.
—Quiero regresar a ver a mi familia no debí llamar.
—¡Que empiece, que empiece, que ya quiero ganar!
Todos los comentarios que escuché provenían de diferentes personas, todas denotaban un distinto punto de vista.
Yo por mi parte no tenía nada que perder, pero si mucho que ganar.
Ella era la que, hacia latir mi corazón, y mi hermano el que me daba la fuerza, allá afuera el mundo era despreciable, la policía estaba corrupta por la mafia. Siempre trate de atrapar a la escoria humana, pero esta se la ingeniaba para salir libre de la cárcel.
No había justicia para los demás.
Era un mundo caótico que se caía a pedazos y nadie hacía nada.
Nadie.
Y aquí si tenía una oportunidad de ganar la aprovecharía, no sabía como pero lo haría, ayudaría al padre de Seo-yeon a recuperar su vida, no lo dejare en la miseria, también cuidaría que nada le pasará a mi madre y sobre todo solventar ese trasplante para mi hermano.
Ahora ellos eran lo único que me quedaba en la vida.
Un sonido seco nos alertó a todos. Giramos rápidamente para saber de qué se trataba. Las puertas por donde entramos se habían cerrado. Sin embargo, de un costado salieron esos misteriosos guardias con algo en mano.
—¿Qué crees que sea lo que vamos a jugar?
—No lo sé—respondí viendo a esa persona que me hablaba. No estaba allí para hacer amigos. Y afuera nunca fui muy amigable.
—No creo que sea gran cosa, si jugaremos igual que con ese sujeto de traje Ddakji a voltear los papeles azules o rojos, estoy seguro que ganare enseguida.
—Ya veremos eso, numero 085—di un paso al frente y me alejé un poco de ese sujeto.
De nuevo resonó el megáfono;
—El primer juego es Yeonnalligi. Ustedes deben de planear su cometa, si se les cae y se lo lleva el aire, ustedes serán eliminados.
—¡Que! No lo puedo creer eso será más fácil de lo que pensé—agrego el jugador 085, seguro de sí mismo.
—Creo que tienes razón—respondí viendo cómo se aproximaban los guardias y nos entregaban el cometa, este tenía un carrete con hilo, pero lo peculiar era que teníamos un chaleco con un misterioso sensor en el pecho.
—Vamos esto será muy sencillo.
—Eso espero.
Rápidamente me puse aquel chaleco que nos proporcionó los guardias con máscaras de círculo.
Después que todos estuvimos listos, los guardias se dispusieron a salir por las puertas laterales por donde entraron.
El megáfono volvió a resonar;
—Sigan las instrucciones. Ustedes deben de planear su cometa, si se les cae y se lo lleva el aire, ustedes serán eliminados. Todos aquellos que crucen la línea de meta sin que se les caiga o se lo lleve el aire en 5 minutos pasan esta ronda. Es hora de comenzar el juego.
—¿Que tal difícil puede ser volar un cometa? —dijo despreocupado el jugador 085.
Este empezó a correr intentando planearlo, enseguida la hizo, como si hubiera una fuerte corriente de aire, pero cuando menos pensó, esa misma corriente cambio e hizo que su cometa cayera.
—Maldita se….
El sujeto no terminó la frase cuando inesperadamente estallo ante nuestros ojos. Sangre, carne y vísceras volaban por el lugar.
Gritos.
Empujones.
Lamentación.
Desesperación.
Reinaba el caos y miedo por todos lados. Como un simple juego de niños se podía transmutar a algo tan diabólico y abyecto.
Errático y sanguinario.
Las personas a mi alrededor se arremolinaban atrás en las puertas, intentado abrirlas a la fuerza. Y fue en ese instante cuando más explosiones de personas se escucharon.
Lamentablemente estas por accidente habían dejado a un lado la cometa y esta había terminado en el piso.
Un fuerte olor a carne y a sangre inundo mi sistema. Giré para ver el cronometro restaban 03:41 minutos.
Los cuerpos se estaban apilando por todas partes, algunas personas se aferraban al cometa, otras lloraban, otras más estaban en shock por lo que estaban viendo.
Si el tiempo sigue nadie se salvará.
Después de escuchar las decenas de explosiones y ver como caían esos cuerpos destrozados, los jugadores restantes guardamos la calma.
El megáfono volvió a resonar;
—Sigan las instrucciones. Ustedes deben de planear su cometa, si se les cae y se lo lleva el aire, ustedes serán eliminados. Sigan las instrucciones. Ustedes deben de planear su cometa, si se les cae y se lo lleva el aire, ustedes serán eliminados. Es hora de comenzar el juego.
Todos estaban petrificados por lo que estaba pasando, y el tiempo corría. Ahora quedaban 02:12 minutos. Era tiempo de comenzar si no está cosa me volaría a pedazos.
Vamos esto debe de ser como en la infancia.
Tomé el cometa y el hilo y empecé a correr, varias personas también me imitaron, en cuestión de segundos estaba volando, era como lo había hecho el difunto número 085, al parecer arriba había una corriente que hacía más fácil que volara, pero al mismo tiempo uno tenía que estar al pendiente que no se cayera.
Ahora la mayoría de las personas estaba planeando, éramos decenas y los cometas de unos se juntaban con otros, esto hacía que perdieran el equilibrio.
De nuevo explosiones a nuestro alrededor, intenté concentrarme en lo que estaba, quise tomarme mi tiempo para no apresurarme, las corrientes de aire fluctuaban, eso significaba que en ocasiones baja la intensidad del aire y en otras era muy fuerte.
Tranquilo que esto no es nada difícil.
—¡Por favor ayúdeme que nunca supe como volar un cometa! —gritó una mujer que estaba a escasa distancia de la mía.
Vi como el hilo se le fue de las manos y la cometa se elevó sola.
—¡Por favor!
Fue lo último que dijo antes de explotar. Me encogí de hombros y preste más atención al hilo que tenía.
No quería que me pasara lo mismo.
01:18
—Vamos que se nos acaba el tiempo—hablé entre dientes mientras caminaba entre cadáveres.
Conforme avanzaba se hacía más difícil maniobrarlo, observé que algunos participantes estaban a nada de llegar a la línea de meta. A mí todavía me faltaba un poco menos de la mitad del campo.
Las manos me empezaron a sudar y eso dificultaba el tomar el hilo, el sudor me perlaba, quería limpiarme, pero no tenía que distraerme.
Vamos, vamos, no me tengo que demorar.
A lo lejos más explosiones, algunas de ellas eran cerca, otras a lo lejos, pero el resultado siempre era el mismo, un estremecimiento en todo el cuerpo, como si uno hubiera explotado.
00:46
Se me estaba acabando el tiempo, así que empecé a ir más rápido, quise maniobrarlo mantener el control, pero entre más rápido iba, más inestable se volvía.
Corría de un lugar a otro intentando no perder el control.
—¡Mierda por qué es tan difícil!
Nunca pensé que una tarjeta me trajera a este tipo de lugar, ni con este tipo de juego. Pero sabía que tenía que hacerlo.
Se lo debo a ellos.
Y por fortuna o por destino en ese momento pude estabilizarlo.
00:31
—Creo que lo tengo, creo que lo tengo—escuché que alguien hablaba a uno de mis costados.
No le preste atención yo seguía concentrado en llegar a la meta. Sin embargo, algo hizo que girara rápidamente con él.
—¡Creo que ya no lo tengo, creo que ya no lo tengo! —gritaba corriendo hacia mi lado intentando controlar su cometa.
—¡Cuidado!
Chocamos fuertemente el uno con el otro, caí, pero enseguida me incorporé para que mi cometa volviera a estar estable, no pude hacerlo estaba tambaleándose, y el cometa de esa persona estaba igual, sin mencionar que como se había caído se le había escapado de las manos, sin pensarlo dos veces corrí hacia el hilo y lo tomé entre mis manos para que no se escapara, él enseguida fue y lo tomó entre sus manos.
Ambos rápidamente vimos su chaleco, esperando lo inevitable.
Una inminente explosión. Y a decir verdad por la distancia en la que estaba era seguro que yo también estallaría.
—Rayos no pasó nada—musitó cerrando los ojos y tomando su cometa—¡Rayos no pasó nada, no pasó nada!
Por mi parte enseguida estabilice mi cometa.
00:22
El tiempo se estaba esfumando.
—¡Vamos no hay tiempo que perder!
—¡Estamos cerca de la meta!
—¡Tenemos que hacerlo, andando!
00:15
Las explosiones seguían y seguían, tragué saliva y empecé a correr a la meta.
00:07
Dejé de ver el cronometro y me dispuse a poner toda mi atención en estabilizarlo. Sabía que lo lograría.
Finalmente crucé la meta restando 0:03 segundos, fue un gran alivio sentir que estaba a salvo, caí al piso frotándome el pecho mí cometa se había desplomado pero que importaba, no había explotado.
Vi que en el último segundo cruzó aquella persona que le había ayudado con el hilo, era el número 213.
Hasta ese momento preste atención a que era él. Fue un gran alivio que estuviera vivo.
Lamentablemente las personas que no pudieron cruzar la meta por que se había acabado el tiempo explotaron.
El jugador que ayude sintió un gran alivio y soltó la cometa, esta se empezó a elevar por el aire, como si quisiera escapar de ese tétrico escenario, como si quisiera evadir toda esa masacre sanguinolenta y fétida.
Sin embargo, cuando estuvo a punto de cruzar cierta distancia, el cielo empezó a oscurecerse.
La cometa no pudo salir, al final estábamos en un gran domo y lo peor de todo era que entre esa sangre y huesos todavía había jugadores que probablemente terminaríamos como ellos.
Terminaríamos muertos.
E2: Under the Moon — Bajo la Luna
— RECUERDOS DE UNA INFANCIA —
—Juegos. Ese momento donde nos desvanecíamos en el tiempo.
A lo lejos se ve un sol radiante, hay niños que salen corriendo de sus humildes casas hacia un gran patio de tierra.
—Donde las horas se evaporaban en el horizonte y donde nada importaba a nuestro alrededor.
Están corriendo eufóricos por estar juntos, desbordando energía y alegría por disfrutar del día.
—Reíamos, gritábamos, nos enojábamos, discutíamos, llorábamos e incluso sangrábamos. Todas esas emociones en un solo instante.
Los niños empiezan a hacer sus equipos, algunos pasan de un lugar a otro, hay dos líderes que comienzan a hacer sus estrategias.
—Sin embargo, eso solo era el preludio para lo más importante, lo más importante del día era eso, jugar...
Al final los niños se abrazan, saltan y cantan. Todo para denotar un solo significado.
—Jugar y ganar.
««« • »»»
¿Qué tipo de juego es este?
Era la pregunta que prevalecía entre nosotros como una bruma que no se podía disipar con facilidad.
Nos encontrábamos en el gran salón, sobre una luz mortecina, algunos estaban recostados en la cama, otros sentados y algunos más parados o caminando.
Habían pasado minutos o incluso horas, aunque a ciencia cierta no lo sabía.
En los rostros se podía apreciar un halo de preocupación, preocupación y temor porque la sangre de los otros jugadores pudo haber sido nuestra.
¿Cómo puedo sobrevivir y cómo saldré de esto?
Dos preguntas retoricas que se debatían entre ellas.
¿Acaso tendré una oportunidad?
Seguía en silencio sentado frente a otros dos jugadores. Ellos se mantenían igual que yo, pensativos y con pavor.
Dudaba que si el señor Kim estuviera aquí hubiera sobrevivido a los primeros minutos de ese juego. Sin embargo, no tenía que olvidar por qué y por quien estaba allí.
Seo-yeon tu eres esa luz que me guía entre la penumbra, tú eres…
Aquel pensamiento se vio esfumado cuando alguien empezó a hablar.
—De nuevo gracias por ayudarme en el juego, si no fuera por ti estuviera…
Aquella persona no terminó de hablar, las palabras quedaron a la deriva, se podía percibir el luto en ambiente.
En ese lugar olía a muerte.
—No tienes nada que agradecerme—respondí con una cálida sonrisa—Creo que tú hubieras hecho lo mismo por mí, aparte solo tomé el hilo de tu cometa, tampoco fue gran cosa.
—Claro 132, yo habría hecho eso y más por ayudarte—el jugador 213 agacho la cabeza en agradecimiento.
—Este juego es enfermo y retorcido—agrego la persona que estaba con nosotros. Hasta ese momento había sido las primeras palabras que decía.
—Creo que es eso y más—no me cabía duda que esto solo era el preludio de algo siniestro y mortal.
—Esto no se compara en nada al juego del recluta—de nuevo hablo, pero esta vez se sentía con mucho resentimiento.
—¿Te refieres al Ddakji no es así?
—Sí, ese maldito hombre de traje me engaño, dijo que serían juegos como este, que ganaría mucho dinero, pero esto supera mis expectativas. Hubiera preferido mil veces a que me abofeteara o incluso me diera una paliza en vez de terminar explotado como los otros participantes.
Bofetadas.
Ahora comprendía mejor las cosas, por algo el señor Kim cuando le pregunté la procedencia de esa tarjeta se llevó instintivamente la mano a la mejilla, él también había jugado eso y de esa forma le habían entregado la tarjeta.
—Al menos hice mucho dinero contra ese recluta—agrego el 213—Me imagino que no sabía que era bueno para eso, aunque para la cometa bueno casi muero—se llevó la mano a la cabeza y esbozo una sonrisa.
Hasta ese momento no me había fijado bien físicamente como era ese jugador. Era regordete, llevaba lentes, parecía que no tenía mucho bello facial, aunque a mi parecer era lampiño, no se veía muy osado, pero aquí las apariencias eran una cosa y los hechos otra.
El otro participante que estaba con nosotros parecía un poco más audaz. Era de complexión normal, ni delgado ni gordo, aunque lo que llamaba más la atención era que le faltaba un diente y que era hiperactivo, movía mucho las manos, como si no las pudiera dejarlas quietas. Parecía un síntoma inequívoco de ansiedad. Ansiedad por lo que acababa de acontecer. Llevaba el número 322.
El jugador regordete 213 retomó la palabra.
—Bueno mi nombre es…
Fue interrumpido abruptamente cuando las puertas de la tarima se abrieron de par en par, las luces se activaron.
Aquellos guardias con overol rosa y máscaras con figuras entraron.
Todos nos pusimos alertas y la mayoría se incorporó de sus lugares.
Esperábamos muchas respuestas, aunque nos dolía las preguntas.
El guardia de la máscara con cuadro fue el que hablo.
—Felicidades a todos ustedes por terminar el primer juego. Fueron muy afortunados en lograrlo. Es hora de anunciarles los resultados del primer juego.
Todos los participantes observamos la pantalla que estaba arriba donde mencionaba la cantidad de jugadores.
El hombre de la máscara retomó la palabra;
—De 379 jugadores 204 fueron eliminados y 175 completaron el primer juego.
El asombro no se hizo esperar entre los participantes.
Acaso frente a nosotros murieron tantas personas.
Y peor aún, no hicimos nada para impedirlo.
Aunque esto último me hizo pensar en esas misteriosas reglas que habíamos firmado; Regla número uno: El jugador no podrá deja de jugar. Regla número dos: El jugador que se niegue a jugar será eliminado.
El resultado hubiera sido el mismo, una irremediable muerte.
Sin embargo, todos estábamos aquí por algo, porque no podíamos vivir con tantas deudas.
La cacofonía se exacerbo en medio del lugar.
—¡Silencio!
Se escuchó la detonación de un arma de fuego.
Todos quedaron en silencio observando el hombre de la máscara negra.
—Silencio ineptos—dio unos pasos al frente escrutando detenidamente a cada uno de nosotros—Están aquí no porque nosotros queremos, ni tampoco para cobrarles todo lo que deben. Sino para darles una efímera, pero única oportunidad.
Siguió caminando con ese aire desafiante de un lado a otro.
—Oportunidad para que hagan algo de mis miserables vidas—de nuevo otro prolongado e incómodo silencio—Sin embargo, antes les quiero anunciar el dinero del premio acumulado del primer juego, tal vez así dejen de gimotear.
De su bolsa saco un dispositivo, las luces se volvieron a apagar, un sonido estilo casino resonó en el lugar, del techo emergió una gran esfera en forma de cerdo. Un tubo empezó a meter pacas y pacas de dinero.
Todos quedamos asombrados por la cantidad que se estaba acumulando en ese gran recipiente.
—Un total de 204 jugadores fueron erradicados del primer juego. 100 millones de wones están en juego para cada jugador. Por lo tanto y si saben hacer cuenta que por lo visto algunos son unos obtusos, el premio acumulado en la alcancía es de 20 400 millones de wones se acumuló hasta ahora.
Eso es mucho dinero.
—Ahora les quiero preguntar; ¿quieren dejar de jugar y enviar los 20 400 millones de wones a las familias en duelo de los jugadores eliminados? 100 millones a cada una, pero, pero, siempre hay un, pero en todas las cosas, si es así, ustedes se irán a sus mugrientas casas con las manos llenas de sangre y peor aún vacías. ¿Eso es lo que quieren?
Esto es una disyuntiva que va más allá de lo moral.
—Y por si lo preguntan, si ganan los seis juegos el monto final es de 37 900 billones de wones. Así que quieren regresar a sus decadentes y monótonas vidas donde los están esperando para cobrarles, donde no tienen nada que dar y donde a algunas personas los esperan para matarlos. ¿Eso es lo que quieren?
Un silencio prolongado se extendió entre nosotros, tragué saliva y pensé en esos mafiosos que me habían amenazado, que no podía hacer nada por evitar sus represalias, que no podía proteger a mi familia, no podía estar siempre al pendiente de mi madre, ni tampoco de mi hermano que aún era policía, no podía estar con el señor Kim que le habían quitado todo lo que tenía y tal vez pronto le quitaran lo único que le quedaba y eso era su propia vida.
Ahora que no estaba ella, ahora era donde tenía que hacer algo por salir de ese laberinto en el que estaba.
Se escucharon los murmullos por diferentes partes, cada uno con sus puntos de vista.
—Si regresó tengo una deuda con el banco y me quitaran la casa…
—Yo no puedo regresar a mi casa, mi esposa está embarazada y tengo que llegar con algo para nuestro bebe…
—A mí me espera la mafia ya no puedo perder otro dedo…
—Al menos aquí sé que puedo ganar…
—Allá afuera no tengo nada por que vivir…
—Tengo tantas deudas que ahora mis hijos tendrán que pagarlas por mí…
—Quiero el dinero, pero no quisiera morir…
Los comentarios y murmullos fueron bajando, de nuevo el nombre de la máscara retomó la palabra.
—Así que si gustan como lo dice la regla número tres: los juegos pueden terminar si la mayoría acepta. Pero les reitero ¿Qué ganarían con eso? ¿Qué ganarían si regresan y nada cambia en su vida? ¿Así que, qué van hacer?
—¡Vamos a seguir jugando! —profirió una voz contundente en medio de las personas—Vamos a seguir en el juego porque eso es lo único que tenemos.
—Estupenda respuesta número 189, estupenda respuesta. Eso es lo menos que pueden hacer—finalizó su comentario y dio media vuelta. A lo que lo siguieron esos guardias.
Observé de lejos al jugador que había tomado la palabra.
189.
Era de complexión robusta, alto, de tez clara, mandíbula cuadrada, pelo corto, y se veía muy atlético.
¿De dónde serás?
Evidentemente no era de aquí de corea del sur. Daba de impresión que era ruso. E inexplicablemente se percató que lo estaba viendo, sonrió de medio lado y me profirió un saludo estilo militar con los dedos.
Rápidamente desvié la mirada hacia otro lado.
Lo menos que tengo que hacer es llamar la atención.
Y mucho menos que sepan quién soy.
—¿Qué crees que hubiera pasado si hubiéramos votado? —indagó el jugador hiperactivo, al parecer ahora estaba más ansioso que antes.
—No lo sé—respondí tajantemente.
Me seguía consternando ese sujeto que rápidamente lo siguieron un grupo de personas igual de robustas que él.
—Tal vez hubiéramos salido y eso hubiera cambiado en nosotros para ser mejores y pagar nuestras deudas—respondió el número 213 de forma amigable.
—Creo que tienes razón. Por cierto, no tendrás de pura casualidad algo de magia—dijo el 322 removiéndose con más ansiedad.
—¿Disculpa?
—Sí, magia—respondió bajando la voz—No me digan que no la han probado.
—No—respondió el jugador regordete 213—Acaso es algún tipo de pócima secreta que te hace invencible, como un truco en un video juego.
Creo que se refería a la nueva droga que estaba circulando en esos momentos por las calles. Era una droga que te hacia volar sin tener alas, te desinhibía. Por eso el peculiar nombre; “Magia”. Eso es lo que hacía en tu cuerpo. Te liberaba de todo a tu alrededor.
Lo sabía por qué hace poco se había confiscado un cargamento que había llegado en un barco procedente del extranjero.
Yo había sido el que había dirigido la operación.
—Mierda, en vez de haber sido abogado tal vez me hubiera dedicado a la política o al narcotráfico—respondió enojado el jugador 322.
Ahora comprendía porque su hiperactividad con sus manos.
Estaba así porque necesitaba la droga en su sistema, era el inequívoco síndrome abstinencia.
—Vaya tu eres abogado y yo soy programador.
—¿Programador?
—Bueno Ingeniero en computación, me dedico a programar video juegos y ese tipo de cosas, ya sabes subir de nivel, aumentar la dificultad, crear nuevos niveles, etc.
—Cosas de geek (friki), en fin y tú 132 ¿a qué te dedicas?
—Yo me dedico a…
Las palabras quedaron a la deriva, y no podía decir que era lo que realmente era, así que dije lo primero que se me vino a la mente.
—Soy conductor y repartidor—lo normal para una persona de clase media.
Es mejor no despertar sospechas.
—Vaya así que tenemos a un programador y a un chofer que buen equipo tenemos.
—Sí, y mi nombre es…
De nuevo se vio interrumpido por el altavoz que mencionaba que en 30 minutos tendríamos que estar dormidos.
—Al parecer tenemos que irnos a dormir en menos de media hora, por cierto, como dijiste que te llamas—preguntó el abogado.
—Soy Ki Ji-hu y este número 213 me gusta mucho.
—Yo soy el abogado Kan Min-jun, si tienen a un amigo que sea juzgado por robo, violación, asesinato u otro cargo llámenme que con un poco de soborno todo se puede solucionar—citó el jugador 322 recitándolo como si se lo supiera de memoria, sonrió y se podía ver perfectamente esa sonrisa sin un diente.
—Creo que ahora sigo yo—solté un fuerte suspiro y finalmente dije—Mi nombre es In-ho.
—¿Y el apellido? —preguntó el programador regordete.
—Hwang. Hwang In-ho. Y si quieres ir a un destino te llevare a ese lugar.
Guardamos silencio por unos segundos, pero después los tres irrumpimos en una gran carcajada.
Tal vez esa risa era ajena a todo nuestro entorno, pero era esa la que nos mantenía unidos y lejos de la realidad.
El tiempo finalizó y nos dispusimos a dormir en nuestras respectivas camas.
Estaba seguro que esa noche nadie dormiría y si lo hacía lo que uno le deparaba no era algo onírico sino una pesadilla en vida real.
««« • »»»
De nuevo la música clásica nos despertaba.
Estaba comenzando a odiar el lago de los cisnes de Tchaikovsky.
Las luces se encendieron comenzando un nuevo día. Un nuevo reto. Una nueva prueba para sobrevivir.
Enseguida se reunieron de nuevo aquellos dos jugares a mí.
¿Acaso me consideraban tan importante para ellos? O tal vez solo era un instinto ancestral de supervivencia.
La unión hace la fuerza y entre más personas mejor.
—¿In-ho que tal dormiste? —preguntó el jugador regordete, era el más carismático del cual desprendía una buena vibra.
—No tan bien—me quité las lagañas de los ojos, todavía me sentía adormilado, como si estuviera dentro de otro sueño, pero la realidad era peor que la fantasía.
—¿Y tú qué tal abogado?, ¿soñaste con sacar a alguien de la cárcel?
—Claro que no—chasqueó la boca y de nuevo entro la ansiedad a su cuerpo—Aunque me hubiera gustado tener uno de esos sueños húmedos donde uno amanece contento.
Rieron al escuchar aquel comentario, aunque a decir verdad a mí no me causo gracia, solo les seguía la plática. Tenía que analizar muchas cosas en ese lugar y no disponía de mucho tiempo.
—Y si el sueño se hace realidad con ella mucho mejor—señalo con la mirada a una jugadora que iba pasando.
—Wow, esa chica sí que es una ninfa—respondió el regordete, pero no le hizo mucho caso y rápidamente cambio de tema—Por cierto, yo no pude conciliar muy bien el sueño, estoy acostumbrado a jugar y a desvelarme toda la noche.
—Yo tampoco y menos sin mi buena dosis de magia en mi sistema.
Estaban hablando y yo parecía ajeno a lo que estaban diciendo, como si no encajara en esa realidad. A decir verdad, más que un sueño, el mío parecía una pesadilla. Recordé fragmentos de este porque estaba en un campo minado, como si estuviera en una guerra, y cada vez que escuchaba una explosión como la de aquellas personas en el juego me despertaba aterrado.
Eso me paso varias veces en toda la noche.
Quise despejar esos recuerdos y me incursioné a la plática, era mejor que me involucrara con ellos, así que pregunté;
—Dime Min-jun que te paso en la dentadura, dudo mucho que uno pierda un diente defendiendo a un vil cliente.
—Excelente pregunta, pensé que nunca me la iban a hacer—se removió en su lugar y se aproximó un poco a nosotros—Resulta que un día salí de un juicio, el cual gané con justa razón, tenía mucho dinero, entre magia, mujeres y alcohol perdí la noción del tiempo. Resulta que me había peleado con una estatua y no sé como pero el diente se me había caído, tal vez porque lo había mordido.
—Wow que gran historia yo nunca me he puesto ebrio, tal vez cuando salga de aquí yo les invite un tragó y a ti mi estimado amigo, no solo un tragó sino una botella entera.
Más risas en el lugar. Se me hizo muy conmovedor lo que había dicho aquel regordete, como era posible que el número 213 nunca había tomado.
Yo recuerdo que la primera vez que lo hice fue a escondidas de mi padre, pero en mi caso era diferente, nunca me gusto seguir las reglas, aunque después se enteró y…
—Creo que iré al baño—mencioné incorporándome para ir a los sanitarios.
Ambos se quedaron en silencio y asintieron.
Era tiempo de indagar.
Me percate que había cámaras por todas partes.
Estaban en ángulos muy altos, era difícil de llegar a ellas, en caso de querer desarmarlas.
El lugar estaba cerrado y solo se abría por una compuerta por donde entraban los guardias, en un extremo había otra que era más chica, allí del otro lado estaba un guardia con máscara de círculo.
—Necesito orinar—dije tajantemente viendo hacia otro lugar.
—Espera tu turno—agrego del otro lado.
La voz se distorsionaba gracias a las máscaras, pero podría ser que tuvieran un dispositivo que las alterara. Todo eso para guardar su identidad.
Confidencial y privado.
Me quede esperando no más de cinco minutos cuando otro jugador salió de esa puerta, tan solo fue una fracción de segundo que nuestras miradas se cruzaron, pero me sonrió disimulado de medio lado.
Era aquel sujeto ruso que había visto ayer a la distancia.
—Por aquí—profirió aquella voz monocorde haciendo que yo pasará primero.
—Claro.
Caminamos por un pasillo de color verde con azul, el guardia que me escoltaba llevaba un arma larga. Me imaginaba que, si algo se salía de control en el lugar, esta era la indicada para poner orden y que no se viera amenazada la organización.
Finalmente llegamos a una puerta al final del pasillo esta era de color rosa.
—¡Que sea rápido! —sentencio empujándome con el arma.
No dije nada y entre al baño. Este me sorprendió porque era muy grande, por un momento pensé que el guardia se quedaría afuera pero no fue de ese modo, entro también y estaba observando mis movimientos.
—¡Qué esperas!
Volvió a mencionar a escasa distancia de la mía. Fui al lavamanos y me lavé la cara. Necesitaba estar alerta. Me tomé unos segundos y me encaminé al baño sin presión.
La puerta era también de un color rosa y las baldosas eran de color verde. No encontré algo más significativo en el lugar.
Conductos de aire.
Estos estaban lejos de mi alcance, sin mencionar que no contaba con nada para entrar en ellos y no sabía a donde me podían conducir.
—¡Ya terminaste! —vociferó el guardia dando unos pasos por el baño
—Ya—respondí fulminándolo con la mirada, fui a lavarme las manos y me encamine hacia la salida, esta vez apresure el paso, no me interesaba nada más.
Otra cosa que había visto era que el lugar no contaba con duchas. Eso limitaba a que hubiera un percance en ellos. Eso era muy inteligente de su parte, pero desafortunado para nosotros los jugadores. La higiene también era importante.
Regresé a la gran sala justo a tiempo porque el altavoz retumbo en el lugar.
—Jugadores es hora del desayuno, por favor todos formen una fila al centro. Jugadores es hora del desayuno, por favor todos formen una fila al centro.
Llegaron unos guardias con unos platos de comida, estos los empezaron a repartir rápidamente.
Conforme pasaban les iban entregando el desayuno y otro de los guardias que estaba al lado apuntaba algo en una tablet.
Al parecer es el número de cada uno.
Enseguida me forme, a un lado estaba el jugador regordete y un poco más enfrente de mí el abogado, también no lejos de donde estaba se encontraban un par de personas que eran extranjeros, su acento los delataba.
Eran de tez morena, era un hombre y una mujer.
¿Acaso son de Portugal?
Sin embargo, toda la atención se centró cuando paso de largo una jugadora, se escucharon chiflidos y comentarios vulgares.
—Aquí tengo otra porción para ti.
—Si tienes hambre yo te puedo alimentar mejor.
—Quiero hacer fila otra vez atrás de ti.
Era la misma mujer atractiva que habíamos visto hace poco.
Groseros y decadentes.
—Demonios como una supermodelo como ella puede estar aquí con nosotros—indagó el abogado.
—Uno nunca sabe qué tipo de problemas tiene cada persona—aludí a su comentario, eso también encajaba en mi caso.
—Creo que ese no debería de ser su número sino el número 69…
—Vamos deja de decir eso—le recrimine, por el comentario vulgar que dijo.
La observé de reojo, tenía un semblante deprimido, como si cargara con una gran culpa en la espalda y no pudiera soportar ese peso.
—Bueno yo solo lo decía.
—Pues deja de decir ese tipo de comentario—sentencié, pero a lo lejos escuché que algo resonó en el lugar.
Era la charola de la comida de esa jugadora, ahora sus alimentos estaban en el suelo, frente a ella estaba alguien que la estaba acosando.
—Mira nada más lo que te pasa por descuidada, ahora tu comida está en el suelo.
El sujeto chasqueó la boca, tenía los brazos cruzados y detrás de él, estaban cuatro más que lo respaldaban.
Maldito imbécil.
—Disculpa no… no..—susurro aquella mujer con la cabeza agachada.
—¿Qué acabas de decir? —hizo un ademán que no la escuchaba, pero se estaba mofando de ella.
—Disculpa no fue mi intención.
—Que quieres pagarme con fornicación—se encogió de hombros y prosiguió—Bueno si tú lo dices.
Hijo de perra.
Estaba por tomarla del brazo cuando algo en mi mente estallo.
No sé en qué momento me moví tan rápido que cuando menos pensé estaba frente a ese sujeto tomándolo del brazo.
Había sido un impulso o mi sentencia.
Eso estaba por verse.
—¡Basta! —lo fulmine con la mirada mientras lo seguía sujetando.
—Vaya por fin llega un superhéroe—él quiso mover el brazo con fuerza.
—¡Dije basta!
Lo seguía inmovilizando, sin embargo, después de unos segundos que nuestras miradas se cruzaron lo solté.
No pretendía golpearlo o iniciar una revuelta, solo quería que la dejara en paz y que se largara ese patán.
—Veo que tienes refuerzos amigo—sonrió de una forma torcida. Parecía que lo estaba disfrutando.
No hice o dije nada solo lo seguía con la mirada fija en él. Observé de reojo que tenía un tatuaje en el brazo, era algo extraño, pero no le preste atención.
—Nos veremos en otro momento—sin más se dio la vuelta carcajeándose abiertamente.
—Maldito loco de mierda—musite y me agache para ayudarle a ella a recoger un poco su comida—¿Estas bien?
—Sí, gracias.
Terminó de levantar la poca comida que pudo, en ese instante llegaron dos jugadoras mayores y se la llevaron con ellas, solo escuché que ellas le darían parte de sus porciones. Me dieron gracias diciendo que ya no había personas valientes en el mundo.
Asentí ante aquel comentario, cuando me disponía a irme giré y detrás de mi estaba aquel jugador ruso.
Ahora comprendía porque aquel loco se había ido y había dicho que tenía refuerzos.
—Debes tener cuidado—dijo con acento extraño.
—Si lo sé—agregue viéndolo detenidamente, tenía un semblante serio y recto. Era como si la justicia estuviera de su lado, o al menos eso fue lo que sentí en ese momento.
—Actuar hacer el bien no siempre es bueno.
Su léxico no era muy bueno, y en ocasiones tenía que poner mucha atención a lo que decía, aunque sabía a qué se refería. Quise preguntarle algo, pero lo omití.
Ahora lo recordaba un poco mejor por que fue él el que hablo cuando estaba el sujeto de la máscara negra.
—De nuevo gracias, pero esto no te incumbía—ataje dando un paso al frente. Sin embargo, aquel sujeto alto y fornido me cerró el paso. Mi vista estaba fija en su número, era el 189.
—Ve con mucho cuidado.
Se movió y me dejó el camino libre.
Acaso me había salvado la vida de esos sujetos. Finalmente me dispuse a reanudar hacer fila para el desayuno y a tratar de comer algo.
Uno no sabía si esa comida podría ser la última.
««« • »»»
Termine aquel desayuno, eran un huevo revuelto con arroz y un pedazo de carne. Al menos sabía que eso le ayudaría a mi cuerpo para darle energía para seguir activo en los juegos.
Tengo que estar alerta.
Hasta ese momento no había encontrado alguna ruta de escape, cuando nos llevaban por las escaleras extrañas había muchas puertas de diferente color. No sabía si alguna de ellas podría llevarme a la salida y todo estaba siendo monitoreado por cámaras.
Sin mencionar que los guardias iban bien armados.
Esto es casi imposible.
Así que esa era una opción muy remota de la cual no me podía fiar.
—Esto está muy bueno, tenía mucho tiempo sin comer algo tan delicioso—el jugador regordete no dejaba de comer y de hablar.
Sonreí al ver aquella expresión de satisfacción por la comida.
—Esto no es tan bueno, he probado platillos exóticos y créeme a esto le falta sal—refuto el abogado dejando la mayoría de su plato.
—Yo digo que mientras la comida este en el plato eso te ayudará a estar sano—agregue mientras veía a los demás jugadores.
—Sabias palabras, eso suena como si usted fuera una persona sabía, como yoda en star wars, o un monje en un templo o un…
—Bueno creo que si entendimos Ji-hu. En ese caso creo que el conductor repartidor tiene razón, creo que me terminare mi plato.
Reímos un poco por el comentario, y aquellas palabras las recordaba claramente, esas siempre las decía mi madre antes de comer, nos la decía a mi hermano y a mí. En ocasiones no nos gustaba mucho la comida que hacía, y menos si se trataba de vegetales, sin embargo, lo que decía siempre se me quedó muy grabado.
Gracias madre, gracias por todo.
Estábamos terminando de desayunar cuando el altavoz resonó en el lugar;
—El segundo juego está a punto de comenzar, por favor sigan las instrucciones de nuestro personal. Repito una vez más. El segundo juego está a punto de comenzar, por favor sigan las instrucciones de nuestro personal.
Enseguida nos incorporamos y nos dispusimos a las órdenes de los guardias. Estos de nuevo nos guiaron en orden por las estrafalarias escaleras.
¿A dónde íbamos? No lo sabía.
¿Qué juego sería? No lo sabía.
¿Moriría?
No quise pensar en esa respuesta y mejor quise entender un poco mejor ese extraño colorido laberinto.
Las puertas se abrieron de par en par, los guardias bien armados nos daban la bienvenida al lugar donde jugaríamos.
Pasamos, era un gran salón muy colorido parecía un salón de juegos infantiles como los que están en los parques.
Atrás de mí estaban el jugador regordete 213 y el 322 el abogado, ellos quedaron asombrados por lo que estaban viendo.
—Creo que este juego será como subir la resbaladilla sin ver y bajarla corriendo y el que se caiga muere.
—O podría ser que saltemos de un lugar a otro y el que dejé de brincar muera.
¿Qué retorcido juego será en esta ocasión?
Mis compañeros seguían debatiéndose en resolver que tendríamos que hacer.
Yo lejos de ver los juegos me enfoque en tres sutiles puertas que estaban en un extremo. Están tenían figuras diferentes.
Finalmente, todos los jugadores nos encontrábamos en la gran sala, las puertas de nuevo se cerraron y el altavoz dio nuevas instrucciones.
—Bienvenidos a su segundo juego, este se jugará en tres equipos. Antes de iniciar el segundo juego elijan una de las tres formas frente a ustedes y pónganse delante de ella.
—Esas figuras son muy extrañas, ¿Qué significaran?
—No lo sé, pero nuestras vidas penden de ellas, así que rápidamente intentemos descifrarlas—respondí pensando que podrían ser esas figuras.
—¿Qué significa lo que parece una flor, una media luna y la silueta de un ave?
—No tengo la menor idea, pero tenemos que pensar en algo.
Las ideas se amontonaban en mi interior, pero sabía que ni una de ellas era la correcta.
—Bueno y si no sabemos que son qué tal si nos separamos para ver que nos depara cada una.
—No creo que eso este bien—le respondí al jugador regordete. Algo de todo esto no me agradaba—Dividirnos solo reduciría las posibilidades, aunque también si escogemos mal podría perjudicar a todo el equipo. Creo que estamos en un gran dilema.
Una flor, una media luna y un ave.
Esto no tiene sentido.
—Elijan una figura y párense frente a ella de inmediato.
De nuevo el altavoz, se nos acababa el tiempo.
—¿Entonces qué hacemos? —preguntó desesperado el abogado.
—No sé—respondí sin saber que más decir o que hacer.
Sus vidas y la mía estaban en juego, no podía decirles que hacer sin saber a qué nos enfrentábamos.
—Tal vez deberíamos seguir alguna corazonada que tengamos.
—Creo que así es.
Todos los jugadores se empezaron a mover en diferentes filas.
El jugador 213 aquel que salve de una muerte segura había dicho que siguiéramos una corazonada, pero tal vez eso nos bastaría para salir de ese juego.
Tragué saliva y yo fui el primero que hablé.
—Yo me inclinare por esa figura—señale con la mano la media luna. Era la fase de luna creciente—Creo que es una señal.
Recordé ese día que baile con ella, por alguna razón cuando se despejo y observé el cielo la luna estaba en esa fase.
—Yo me iré por la figura del ave—menciono el jugador regordete—Siempre he querido volar, pero me aterran las alturas y ni se diga de saltar del bungee.
—En ese caso yo me iré con esa figura de la flor. No sé si sea buena o mala, pero a mi ex esposa le gustaban, creo que le tuve que regalar más antes que me dejara.
Nos reímos ante su comentario, no era algo gracioso, pero dada las circunstancias era mejor que el silencio.
—Vayamos entonces.
Respondí y fue en ese momento que cada uno tomó sus respectivos caminos.
Observé como en la fila de la flor estaba aquella mujer tímida que la habían acosado. Ella llevaba el número 128, seguía con la mirada en el piso y agarrándose las uñas.
A unos escasos lugares de ella, pero atrás se encontraba el mismo sujeto que la había agredido, parecía muy obsesionado con ella.
Maldito enfermo.
Aquel extraño sujeto se percató que lo estaba viendo, pero más que verlo a la cara lo que estaba observando era ese misterioso tatuaje que llevaba en el brazo, él al verme disimuladamente bajo la manga de la sudadera y oculto el tatuaje.
Maldito infeliz, ¿Qué escondes?
Ese sujeto llevaba el número 033 y después de eso se perdió entre la fila.
Giré para ver quien más había escogido al igual que yo la luna y al final se encontraba aquel sujeto con rostro duro.
Era el ruso, él también se fijó que lo estaba observando y solo movió la cabeza refiriéndome un saludo a la distancia.
—Elijan una figura y párense frente a ella de inmediato.
El cuchicheo por saber que hacer de los participantes era constante.
Espero que esta puerta sea la correcta.
Ahora todos estaban en sus respectivos lugares.
—El tiempo de elegir su forma se acabó. Ahora revelaremos las reglas del juego.
Las puertas de esas tres figuras se abrieron de par en par.
¿Qué había más adelante?
Solo pude observar un largo pasillo, no pude ver más.
—Cada jugador debe tomar un paquete que esta frente a ustedes. Cada jugador debe tomar un paquete que esta frente a ustedes.
Las filas se fueron movilizando y cada uno pudo ver de qué se trataba.
Conforme avanzaba pude ver con mayor claridad.
Eran esos chalecos del primer juego, los que tenían un dispositivo y te hacían explotar.
Una vez que estuvimos todos con aquellos chalecos nos pidieron que avanzáramos por aquel pasillo, aparte del chaleco contábamos con tres flechas.
Maldita sea a que vamos a jugar.
Cada puerta parecía que estaba iluminada y por los pasillos se podía distinguir los otros donde estaban los demás compañeros.
—¿Qué es todo esto?
—¿Para qué diablos queremos las flechas?
—Hubiera escogido la otra figura.
—Oh Dios santo creo que voy a morir.
Escuchaba aquellos comentarios e intentaba dilucidar de qué se trataba el juego.
—El segundo juego se llama Tuho. La forma que eligieron depende de la intensidad de la luz.
Mierda.
—El tiempo para tirar en la primera ronda será de 10 segundos, en la segunda de 7 segundos y finalizará con 5 segundos. Pasaran este juego si lanzan sus tres flechas y estas caen dentro del jarrón. Que comience el juego.
Los guardias nos dijeron que empezáramos, por fortuna yo no estaba enfrente, así que podía ver que acontecía.
Pasaron a las primeras personas de cada figura, el tiempo había corrido, tenían solo 10 segundos para tirar esas flechas, 10 segundos para calcular la distancia y la fuerza con la cual deberías de lanzarlas, solo 10 segundos donde tu vida estaba en…
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una gran explosión en la fila donde yo estaba. Era evidente que la mía era donde había menos intensidad de luz.
—Ahora lo comprendo todo—susurré para mi caminando lentamente.
De nuevo otra explosión, pero esta se escuchó en otra fila, parecía que era la de la flor.
Lamentablemente me había dado cuenta que aquellas figuras marcaban la diferencia en cuanto a la dificultad.
Una explosión más hizo que saltara. Esta me había tomado por sorpresa.
La luna denotaba oscuridad, la del ave mostraba una intensidad de luz moderada y finalmente la flor refería una buena cantidad de luz.
Solo espero que ellos estén bien.
Seguía caminando más y más hacia mi destino, las personas que superaban el reto iban hacia la parte posterior de la fila para realizar una segunda ronda.
Aunque ahora la fila era pequeña, observé que los cuerpos que explotaban cuando no caía la flecha no se apilaban, sino que el piso tenía un sistema que se abría una vez que morían por la explosión para que no estorbaran.
Estoy a escasa distancia.
Observé la flecha, este juego no era de azar sino de destreza. Así que sabía que podía superar la prueba.
Las explosiones en cada fila retumbaban, como un eco donde nos llamaba la muerte y nos susurraba al oído nuestros nombres.
Solo dos lugares más.
Estaba a dos lugares para que siguiera y estaba aterrado. Esto no era como volar la cometa, ahora disponía de tirar la flecha o morir.
Un lugar.
Y si la flecha por no tirarla bien no cae…
Seguía mi turno.
10…
Trague saliva, el cronometro estaba frente a mí.
09…
Tomé la flecha, mi mano temblaba e intenté tranquilizarme, pero no podía.
08…
Como te tranquilizas cuando sabes que si la tiras puedes morir.
07…
Esto no era justo casi no veía nada.
06…
Bueno creo que es momento de lanzarla.
05…
Levante la mano, era tiempo.
04…
De nuevo otra vez esa inseguridad.
03…
La sentía pesada, como si la flecha fuera de plomo.
02…
Rayos tengo que hacerlo. Es tiempo
01…
La lance sobre ese claro de luna, el ambiente era mortecino, despedía un fuerte olor a sangre, no sabía si no ver los restos de los otros participantes era una ventaja o una desventaja, pero creo que tener una amplia intensidad de luz y ver ese color carmesí te podría alterar más de la cuenta, sin mencionar algunos pedazos de carne y huesos que estuvieran a tu alrededor.
El cronometro mostro el tiempo:
00
Pero por fortuna la flecha había caído en el jarrón, sentí un gran alivio al verla allí, solté un sonoro suspiro y por algunos segundos mi cuerpo descanso. Un guardia me saco e hizo un movimiento con el arma para que volviera a hacer fila.
Acerté una, ahora solo restan dos.
Pase de lado de aquel jugador ruso y menciono;
—¡Que gusto verte de nuevo!
No dije nada solo cerré los ojos, me sentía mareado, empecé a escuchar un zumbido, me sentía débil, sabía que me podría desmallar, pero no podía controlar mis pasos.
—¡Hey estas bien! ¡Hey responde estas bien!
Escuché que alguien me hablaba a los lejos, yo solo respondí por inercia.
—Sí, sí, estoy bien.
Era una persona con el pelo azul, eso fue todo lo que pude observar.
—Será que vuelvas rápido a la fila antes que los guardias te fusilen.
—Gracias—respondí y poco a poco me fui sintiendo mejor.
—Vamos vuelve.
Fue lo último que escuché de aquella persona, giré para verlo, pero su pelo azul se perdió en aquel oscuro pasillo.
Caminé con cautela, ahora era el último de la fila. Sentí una gran arcada giré la cabeza y empecé a vomitar.
Un guardia con mascara de triangulo me vio, se alejó un poco de mi lado. Pero después de unos segundos se aproximó a mí.
Me intentaba incorporar, tenía las manos en las rodillas, por fortuna después de vomitar me sentí liberado.
—¡Avanza!
Escuché que el guardia me hablaba, después con su arma me pego en la espalda, no dije nada solo me limite a seguir las instrucciones.
Después de unos momentos de avanzar vi que regresaba con la mirada perdida aquel jugador ruso.
—Hey número 189, ¡Que gusto verte de nuevo! —le regresé las mismas palabras que hace escasos momentos me había dicho.
—Acostúmbrate por que nos veremos muy seguido, numero 132—respondió con una sonrisa y paso de largo.
—Eso espero. Eso espero.
Aquí en este lugar la vida y la muerte la dividía una frágil línea, un fino hilo donde no sabíamos dónde comenzaba uno y donde terminaba el otro. Era como si cada segundo fuera el último.
Inhale y exhale.
Nunca me percate de lo tranquilizante y satisfactorio que podría ser el simple hecho de respirar.
¿Acaso esas cosas se pierden cuando estas envuelto en el mundo?
¿Acaso el estar a punto de morir te hace ver las cosas de otro modo?
Tal vez no conocía esas respuestas, pero hasta la luz mortecina la podía apreciar con una diferente tonalidad, como si tuviera distintos matices conforme iba caminando.
Me siento vivo. Estoy vivo. Seguiré vivo.
Esa convicción era la que tenía que prevalecer en mi interior.
Apreté fuertemente las dos flechas que me quedaban, lo hice con cierta intensidad y con cuidado de no romperlas.
Ahora estaba de nuevo a solo tres lugares de volver a tirar esa flecha, me preguntaba si mis dos compañeros estaban vivos.
Las explosiones seguían, se escuchaban gritos de personas;
—¡No me quiero morir!
—¡Por favor déjenme salir!
—¡Qué demonios hago aquí!
Ahora estaba a un solo lugar, era mi tiempo.
La persona que estaba frente a mí nunca salió así que era mi turno, solo contaba con unos cuantos segundos.
7…
No volvería a dudar.
6…
Era tiempo de salir y ganar.
Tire la flecha, no hacía falta que esperara más tiempo, una energía positiva invadió mi ser.
5…
Levante la vista al cronometro y este se detuvo, no hubo necesidad de ver el jarrón, la flecha había caído en este.
—De aquí en adelante no dudare—mencioné tomando la última flecha. Giré y salí de allí para volver a hacer fila.
Caminé entre los jugadores con la vista perdida. Pero no era porque estaba aterrado como ellos, sino porque ansiaba volver a tirarla y finiquitar con ese juego.
—Vaya que eres duro de roer. Te felicito.
De nuevo aquel jugador ruso, sus palabras no eran provocativas como se podría pensar, eran de cierto modo retadoras con un sutil toque de motivación.
—Espero verte de nuevo.
—Aquí estaré—respondió y se perdió caminando entre las personas.
Estaba de nuevo al final, y allí estaba aquel jugador de pelo azul.
—Ya te sientes mejor.
—Sí, gracias.
—Estabas tan pálido que pensé que te desmallarías allí mismo.
—De nuevo gracias, pero ya me siento mucho mejor—respondí, las explosiones siguieron a nuestro alrededor—Por fortuna me despojé de eso que cargaba.
—Siempre es bueno sacar eso que nos pesa y no nos deja trascender—contestó siguiendo de espalda. Hubo un silencio entre nosotros, sin embargo, el retomó la palabra—Sé que no vienes aquí para hacer amigos, pero dime ¿qué haces aquí?
Vaya que es perspicaz.
—Vengo por lo ineludible.
Su cuestionamiento me tomó por sorpresa, y eso fue lo primero que se me vino a la mente.
—Interesante respuesta—siguió caminando de una manera desinteresada mientras los jugadores avanzaban.
De nuevo otro silencio prolongado.
Yo intentaba descifrar su postura, sus facciones, su forma de ser, pero se me hacía tan errático que no podía analizarlo.
Esta por retomar la palabra cuando él volvió a hablar.
—Sabes no pareces como la mayoría aquí con deudas que simplemente nunca podrán solventar. Tú tienes un aire diferente, como si no encajaras con toda esta irrealidad. ¿A qué te dedicas?
—Primero dime, ¿por qué tu estas aquí? —enseguida intervine antes que hiciera más preguntas incomodas, parecía que estaba frente a un colega de la comandancia.
—Yo estoy aquí porque aquí debo de estar.
—Vaya respuesta tan contundente.
De nuevo más explosiones a nuestro alrededor.
En verdad que es bueno para eso, no da nada que lo pueda comprometer.
—El destino me trajo hasta aquí, el dinero siempre acarrea un peso en las vidas de los seres humanos, tiene un precio y ese precio es el que ahora estoy pagando.
—Todo eso se reduce a deudas—trate de simplificar su respuesta, había frases que simplemente no captaba con atención.
—Exacto, el tiempo es difuso y etéreo, solo una muestra que coexistimos con lo eterno.
Una nueva explosión cerca de nosotros me asusto, sin embargo, observé que a ese jugador de pelo azul no lo había alterado en lo más mínimo.
Observé detenidamente aquel número con atención, aunque era más que evidente que después lo podría identificar por su característico pelo azul. Era el 327.
—¿Acaso no le temes a la muerte? —pregunté estando a pocas personas para nuestro turno.
—¿Temerle? Porque temerle a lo inevitable, porque temerle a una efímera transición dimensional, al final seguiremos siendo parte del universo ¿no lo crees?
El silencio entre ambos nos envolvía, sus palabras eran profundas, en verdad jamás pensé que estaría con una persona así.
—Entiendo.
Al final la muerte también podría ser liberadora.
—Ahora contestaras la pregunta, o volverás a salirte por la tangente como antes—de nuevo preguntó.
—Soy detective—le susurré al oído. No era tan estúpido para que los delincuentes me escucharan y me mataran.
—Ya veo.
—Pero, no estoy aquí para destruir esta organización, aunque me gustaría erradicar toda esta vil matanza—el sonido de las explosiones se escuchaba con mayor intensidad—Llegué aquí por pura casualidad, aunque como dije anteriormente, estoy aquí por el dinero.
—Interesante punto de vista, estas en una lid interior.
Ahora solo restaban dos personas para que pasara.
—Dime una cosa—inquirí antes que fuera su turno—Si no le temes a la muerte, ¿cómo le haces para sobrellevar todo esto?
Solo una persona.
El jugador 327 se tomó un poco de tiempo, se escuchó una fuerte explosión, ambos sabíamos que nadie saldría de allí.
Finalmente respondió.
—Confía en ti y en tu alrededor—la puerta se abrió dio un paso al frente y giro para que lo viera mejor. Retomó la palabra—Solo cierra los ojos y deja que fluya tu energía interior, así veras mejor el exterior.
Después de aquellas misteriosas palabras entro, pasó un segundo y la puerta se volvió a abrir, no hizo contacto visual conmigo, pero curiosamente me percate que no era un jugador sino jugadora, el jugador 327 era mujer.
La puerta se abrió, quise de nuevo hablarle, pero era mi turno, era turno de arrojar la última flecha.
Trague saliva por la ansiedad.
5…
Ahora era menos tiempo que las otras ocasiones.
4…
La seguridad y la convicción que tenía se esfumaron, pero algo en mi cambio.
3…
Era una fuerza intrínseca que emanaba de mí, como si esta desprendiera algo y ese algo encajara con el universo entero.
2…
Cerré los ojos y tiré la flecha. Si ya había acertado en dos ocasiones, era evidente que esta tercera también lo haría.
1…
Abrí los ojos y vi el cronometro, este se había detenido y la flecha estaba dentro del jarrón.
Di media vuelta y salí de aquel cruento lugar.
El olor a sangre era tan penetrante que sentía el sabor metálico en el paladar.
Uno de los guardias guiaba a los participantes hacia el exterior de la gran sala.
De reojo vi al jugador 189, era el ruso que seguía haciendo fila, tenía su última flecha y se veía ansioso por terminar su ronda, más atrás de él se encontraba aquella misteriosa jugadora de pelo azul, la numero 327. Ella tenía un semblante serio, estaba muy tranquila esperando turno, su plática fue muy profunda e interesante, me preguntaba si ella volvería a tirar cerrando los ojos.
También vi a lo lejos a aquel jugador de brazo tatuado, el 033, aquel sujeto que estaba acosando a la jugadora 128, que por cierto ella también estaba allí, pero ella estaba detrás de ese jugador.
En otra fila se encontraban discutiendo los jugadores de tez morena, hablaban en portugués, aunque no comprendía nada de lo que estaban hablando, tenían los números 202 y 210.
Pero por otra parte no veía por ninguna parte a mis compañeros, al jugador regordete 213 ni al abogado hiperactivo 322.
¿Qué será de ellos?
¿Habrían fallecido? ¿Alguna de esas explosiones fue de ellos?
Tal vez si, tal vez no. Solo esperaba que estuvieran bien, aunque sabía que era un juego muy difícil, aquí se jugaba con la destreza de cada uno.
Dejé atrás todos esos pensamientos cuando cruce la puerta para salir de ese lugar, un guardia escoltaba la puerta, cuando cruce el umbral el altavoz resonó, aunque ya había sonado, su voz se perdía entre las decenas y decenas de explosiones que invadían con sangre y muerte el lugar.
—Jugador 132 pasa.
E3: Unwavering Team — Inquebrantable Equipo
Los guardias nos escoltaban por aquellas psicodélicas escaleras, no tenía noticia de mis dos compañeros, algo en mi interior me dictaba lo inevitable, pero aleje ese pensamiento.
Después de unos momentos de descender y pasar por puertas de colores llegamos al gran salón.
Me percate que los guardias habían quitado algunas camas, eso por lo general pasaba después de un juego.
Eran las camas de los jugadores que no tuvieron tanta suerte como los otros.
Pobres.
Estaba caminando para dirigirme a la cama para descansar un rato cuando a lo lejos escucho una voz.
—¡Jugador 132!, ¡jugador 132! ¡Aquí estamos!
Giré para ver de quien se trataba.
Sentí un gran alivio al verlos de nuevo.
—¡Que gusto que estén a salvo! —mencioné contento tocando ambos hombros de ellos.
—No pensaste que moriríamos tan fácil verdad.
—Claro que no y menos viniendo de un abogado corrupto—agregue vacilando mientras nos reíamos.
Aunque no sabía si era corrupto, solo sabía que era adicto. Pero preferí el primer terminó. Después vi al regordete y dije;
—Y tampoco menos de una persona que diseña videojuegos y sabe cómo solucionar problemas.
—Y si son de bits esos me gustan más—respondió alegre mientras caminábamos por el centro del lugar.
—Pero, díganme cómo fue que salieron de este juego.
—Por fortuna nuestras corazonadas fueron acertadas—profirió el jugador 213—Aunque me aterran las alturas pudimos salir adelante, y a decir verdad estuvo bien que escogiera esa figura ya que soy fotosensible.
—Yo por mi parte no veo bien de noche.
Ahora comprendía todo, y estábamos allí gracias a que escogimos por mera intuición, de lo contrario no estaríamos vivos.
Fue una decisión acertada.
Solo esperaba que todos los juegos fueran así de fáciles para no estar en esa disyuntiva.
—¿Y a ti que tal te fue en ese sombrío lugar?
—No estuvo nada mal—contesté y a lo lejos vi como entraba al gran salón aquella jugadora que hablaba de una manera enigmática, era la jugadora de pelo azul, giré y proseguí diciendo—Al final dejé que fluyeran las flechas hacia su destino.
—Vaya que profundo eres, deberías de ser profesor de filosofía.
De nuevo risas entre nosotros, pero algo nos alertó y fue el altavoz que nos daba un anuncio.
—Ahora vamos a anunciar los resultados del segundo juego.
Todos levantamos la vista hacia el tablero electrónico que marcaba el número de jugadores, este descendía precipitadamente.
—De 175 jugadores que restaban, fueron eliminados 82 de ustedes.
El dinero del premio aumento y cada uno veía con atención esas pacas y pacas de dinero que llenaban el recipiente.
Ahora solo restamos 93 de nosotros.
—El premio de dinero acumulado en esta ronda es de 8200 millones de wones. La cantidad total del premio hasta ahora es de 2830 millones de wones.
El dinero se seguía acumulando y con ello en todos acrecentaban las ganas de arrebatarlo y ganarlo.
Cada jugador nos aproxima más a nuestra meta, todos saldríamos de aquí, unos muertos y otros tal vez con vida.
¿Cómo terminaría toda esta pesadilla para mí?
Descansamos un poco en nuestras camas, yo tenía la vista fija en el techo, era de un color blanco inmaculado, aunque allí todo estaba carcomido y manchado. La sangre de personas teñía el lugar, aunque eso no se notara a simple vista.
Estaba corroído por maldad.
—¿En qué piensas?
—¿En qué pienso? —contesté sin quitar la vista del techo—Trataba de poner la mente en blanco y poder pensar en que estarán haciendo allá afuera.
—Yo también pienso eso, aunque aquí pasa muy rápido el tiempo—respondió el jugador regordete levantando la vista hacia donde estaba viendo.
Aquí el tiempo en ocasiones pasa muy rápido y otras muy lento.
No dijimos nada por un largo tiempo, ambos nos sumergíamos en lo más profundo de nuestros pensamientos, fue después que él rompió el silencio.
—Sabes In-ho, si no estuviera aquí lo más seguro es que estuviera diseñando un juego, pero uno muy bueno donde haya muchas plataformas que saltar, donde uno se pueda perder en un mapa con muchos acertijos, donde los colores y matices se extiendan por todo el camino y sobre todo donde el jefe final sea todo un reto, uno de esos que no puedas pasar tan fácil.
—Eso suena bien Ji-hu—le contesté al jugador 213 por su nombre, eso hacía que nuestro lazo de amistad fuera más grande. Él era una buena persona así que era lo menos que podía hacer—Se ve que le pones mucho empeño y dedicación a todo lo que haces. Eso habla bien de ti.
—Gracias señor. Solo espero que cuando salga de aquí tomare mejores decisiones y no ponga todo mi dinero en acciones que me puedan perjudicar en un futuro.
—Por eso estamos aquí, por nuestras malas decisiones—lentamente me incorporé y lo vi de frente—Aunque al final después de todo lo malo llegara la calma.
Giro y vio el recipiente con el monto acumulado.
—Cuando salgamos de aquí lo invitare a comer pizza y a jugar Second Life.
Sonreí y agradecí su invitación.
Second Life, una segunda vida no sonaba tan descabellada, una segunda oportunidad de vivir, una segunda opción por descubrir y esa era la alternativa que nos ofrecían en este cruel lugar.
Una nueva vida, donde podríamos empezar de cero y ser otra persona.
Y ahora que lo pensaba bien eso era por lo que estaba allí. Al no tener a Seo-yeon me había orillado a esto, a debatirme la vida entre un juego y otro.
—¿De qué hablan? Estoy aburrido—menciono el abogado un poco ansioso.
—Estábamos hablando de lo que haríamos al salir de este lugar.
—A qué bien que lo pregunten, porque cuando salgamos de esta pocilga yo mismo les invitare unos tragos de un buen whisky en las rocas, iremos con unas chicas que conozco y las bañaremos en alcohol, espuma y después…
—Bueno creo que ya entendimos—lo interrumpí, era obvio lo siguiente que diría, así que ya habíamos captado su mensaje.
Sexo, drogas y alcohol.
La vida controlada de una persona descontrolada. Que dilema.
Seguimos platicando de algunas cosas, los temas eran variados, pero siempre teniendo en cuenta eso, la nostalgia por vivir y seguir vivo.
Ese lugar nos estaba cambiando.
Por mi parte me debatía entre la nostalgia, la desilusión y el coraje.
Estar alejado de tu trabajo, tus seres queridos, tu casa, las personas que te rodean, las redes sociales, tu entorno, eso hacía que pensaras más en el mundo y en ti.
Meditaba que allá afuera todo estaba podrido, la corrupción seguía emergiendo por todas partes, capturabas a un delincuente, acababas con una mafia, destruías drogas y al parecer salían más personas malas. Era como si se multiplicara esa maldad y nunca se pudiera erradicar.
Hasta la comandancia estaba sumergida en esa maraña de corrupción, estaba atascada en ese fango de vil inmundicia.
Y lamentablemente yo no podía hacer nada para impedirlo.
¿O sí?
La puerta metálica de la tarima se abrió y el altavoz emitió un comunicado.
—Su hora de comida comienza ahora, todos los jugadores fórmense y tomen su comida.
Mientras nos formábamos, resonaba la música clásica.
La fila del resto de los participantes empezó a movilizarse.
—Oye tú, ¿qué crees que nos den hoy de comer?
No contesté de inmediato, aunque estaba a punto de responder que esperaba algo más que un simple huevo o un pan.
Giré para ver de quien se trataba, me habían hablado de atrás de mí.
Vi el número y enseguida me puse en alerta.
—Vamos tampoco es para tanto—me empujo para que siguiera caminando.
—¡Que quieres! —respondí intentando tranquilizarme, había empuñado las manos, pero ir a los golpes no solucionaría nada y menos teniendo a esos guardias armados frente a nosotros.
—Solo quiero hablar, eso es todo—susurro de una manera burlona mientras me volvía a empujar, esta vez fue más fuerte.
—No tengo nada de qué hablar contigo.
Maldito jugador número 033.
—Claro que si tienes, vez a esa tipa de allá—señalo a la misma jugadora que había molestado.
No respondí, solo hice un ademán con la cabeza que sí.
—Bueno pues esa ricura de mujer es una modelo, y una muy cara de las que tú y todos los de aquí no podrían pagar, ni tampoco limpiarle las suelas.
—¿Y que con eso? —sentencie exasperándome por lo que me estaba diciendo.
—Pues la última vez me quitaste un delicioso bocado y es hora que pagues por eso.
Esta vez que me empujo sentí en la espalda la sensación de un objeto puntiagudo, no sabía exactamente que era, sin embargo, era mejor no averiguarlo.
Hijo de perra.
—Yo solo hice lo correcto—refuté sin moverme esperando que él hiciera el siguiente movimiento.
—Mira no sé porque te quisiste hacer el héroe, ¿Acaso crees que ella te lo iba agradecer con su entrepierna o con una buena mamada por que la salvaste?
No respondí de inmediato y sentí como me estaba empujando para que siguiera avanzando.
En mi profesión no era bueno hacer tratos con ese tipo de personas, ni tampoco era prudente evadir el problema, bien me hubiera salido de la fila y me hubiera formado de nuevo, pero eso no solucionaría nada.
Así que lo más prudente de todo era cumplir en parte su demanda, pero siempre y cuando estudiando al enemigo, solo así sabrías sus puntos débiles para contraatacar.
Inhale profundamente para retomar la palabra.
—Y por cierto ¿cómo sabes que es modelo? —giré la cabeza para ver un poco mejor el tatuaje del brazo, este tenía un estilo biomecánico, parecía un circuito o un procesador y tenía diferentes números.
—Digamos que todo se sabe si sabes investigar.
Así que eres un fisgón.
Y a decir por el tatuaje que llevaba se podría confirmar que estaba relacionado con las computadoras.
—¿Y que más sabes de los demás?
—Se de algunos, pero no de todos. Tampoco soy un enfermo—se carcajeo mientras me susurraba al oído—Mira sé que tu amiguito es un nerd de las computadoras, el pobre se ha de masturbar mientras juega uno de esos roles de realidad virtual y el otro el abogado adicto a las prostitutas y a la cocaína ha de inhalar la droga mientras contrae una infección de transmisión sexual. Si no es que ya tiene una o varias. Yo que tú no le daba la mano.
—¿Dime algo de ellos? —dije señalando a la distancia a unos jugadores.
—Los hermanos Rivaldo, vienen de Brasil, aunque no me interesa su vida personal.
—¿Que tal él? —moví la cabeza al señalarlo.
—El ruso—se mofo mientras me empujaba—Sé que está metido en el ámbito de la mafia rusa, tal vez algo salió mal allá y tuvo que venir a refugiarse aquí. ¿Quién más?
—¿Y qué me dices de él?
Se quedó serio por unos segundos, parecía que la pregunta lo había tomado por sorpresa.
—De él no se absolutamente nada, es un misterio como tú—escupió molesto, al no saber nada de esa persona.
Al igual que yo no conocía a esa persona, pero si había interactuado un poco con ella, estaba a la distancia sentada sobre una cama, y no había tocado su comida. Se trataba del jugador o mejor dicho de la jugadora de pelo azul la numero 327.
Restaba solo una persona para que nos dieran los alimentos, sentí que guardo ese objeto punzocortante, él retomó la palabra.
—Bueno creo que nuestra pequeña plática ha terminado y que esto te sirva como una advertencia—me volvió a empujar y finiquito diciendo—Nos estamos viendo “amigo”, y por cierto este tatuaje es el código fuente de la Deep Web. Cuando salga de este inferno habrá muchos cambios en el mundo.
Me dieron la comida y giré hacia él para estar de frente.
—Eso es todo.
No hubo respuesta de su parte. Ambos nos retábamos con la mirada, así que retome la palabra.
—Si quieres la comida tómala—dije mientras ladeaba la charola haciendo que los alimentos cayeran al piso.
No dije más y me di la vuelta. A lo lejos solo escuché una sonora carcajada del jugador 033.
El juego apenas estaba comenzando.
««« • »»»
Después del infortunio con ese imbécil fui a lo más lejos para meditar un poco.
¿Por qué siempre tengo que llamar la atención?
Caminé con las manos en los bolsillos chasqueando los labios, en ocasione pasar desapercibido era la mejor opción, al menos si no decía o hacia nada, estaría fuera de los rangos de los jugadores fuertes.
Me llevé ambas manos a la cara y cuando los abrí allí estaba ella.
—Así que tampoco te gusta la comida dismórfica de este lugar.
Era la jugadora enigmática de pelo azul.
—Creo que después de ese juego lo menos que tengo es hambre—respondí sonriendo por su comentario.
—No te perdiste de nada relevante, solo es arroz, un trozo de carne y unos guisantes—hizo una mueca de desagrado al mostrarme su comida—Solo un puño de proteínas amontonadas en forma de comida, nada que tu cuerpo requiera.
—¿Y en ese caso que es lo que requiere?
—Requiere de tu concentración y medicación con el universo.
—¿Todo bien In-ho? —preguntó el regordete con un poco de preocupación.
—Si todo bien—respondí soltando una fuerte exhalación.
—¿Por qué tienes el pelo azul? —indagó de forma hostigosa el abogado.
Ella guardo silencio y viéndolo a los ojos respondió.
—¿Por qué no tienes un diente? —se cruzó de brazos y siguió observándolo.
—Porr-que porque me caí—tartamudeo y se llevó la mano a la boca.
—Ya veo, y a mí me gusta el azul.
Sin decir más aquella jugadora giro y se retiró de nosotros. No me percate, pero dejó su comida.
Lo habría hecho apropósito.
—Número 327 aquí dejaste tu…
—Te la dejé para ti, tú la ocupas más que yo—respondió a la distancia sin girar a verme.
Sonreí, le agradecí y empecé a comer. Sabía que mi cuerpo requería de nutrientes, pero poco a poco experimente como la energía corría por mis venas.
Y así como corría algo en el lugar se empezó a distorsionar.
Algunos jugadores empezaron a toser, no era normal ya que hasta ese momento nadie había referido algún síntoma o signo de malestar.
Primero fue uno después dos, tres, cinco, siete, diez.
¿Qué está pasando?
Era una tos que no podían controlar y después de eso empezaron a vomitar.
—¡Qué asco!
Escuché que mi compañero se quejó por ver aquel espectáculo.
Los jugadores empezaron a sentirse mal, no dejaban de vomitar, en el suelo estaba toda la comida que nos habían dado.
Era una basca, una nauseabunda y maloliente basca.
Acaso les había caído mal la comida.
Pero allí no fue que paro este desagradable suceso, porque después que arrojaron la comida, empezaron a vomitar sangre.
Los gritos de auxilio se escucharon por todas partes.
—¡Por favor, llamen a un doctor!
—¡Me duele mucho el estómago, siento que me va a reventar!
—¡No me siento bien!
—¡Que nos dieron de comer!
Los comentarios pasaron a los gritos y los gritos al caos. Las personas que estaban a un lado de esas empezaron a desconfiar y se alejaron de ellas.
Acaso era contagioso.
No lo sabíamos y por nuestro bien era mejor no saberlo y tomar nuestras medidas.
—¿Y ahora qué hacemos?
—No lo sé, pero—respondí con cierto temor—Pero tenemos que alejarnos, no sabemos si ayudarlos nos podría perjudicar.
—Entiendo.
—Saben no me puedo quedar aquí de brazos cruzados—respondí abruptamente y di unos pasos al frente—Iré a ayudarles tal vez necesiten ayuda.
—¿Estás seguro de eso? —inquirió el abogado con cierto halo de incertidumbre.
—Sí. Nunca he sido de las personas que no hacen nada.
Así que fui a tratar de ayudar a esas personas, estaba caminando a unos metros de una cuando inesperadamente la persona empezó a convulsionar.
Esto es un caos total.
Estaba en el piso convulsionando y de repente empezó a escupir sangre, no sabía si era parte de lo que había sacado o era que se había mordido la lengua.
Sin embargo, cuando llegué a socorrerla me di cuenta que las demás personas que habían vomitado también estaban convulsionando.
Pero como es posible…
El escándalo se exacerbo cuando las personas empezaron a ponerse de un color azul.
No pasaron más de tres minutos dentro de ese alboroto, cuando las personas dejaron de respirar.
Yo había ayudado a una, sin embargo, el resultado fue inevitable.
Ahora tenía entre mis manos a un cuerpo azul y sin vida.
De nuevo sin vida.
Quise gritar de la desesperación, de la frustración por no poder hacer nada.
Había llegado a tiempo en medio de la convulsión, recuerdo vagamente que a esas personas se les tenía que poner de lado, evitar que se mordieran la lengua y esperar a que pasará el ataque, hice todo eso, pero no fue suficiente.
¿Qué tipo de juego es este?
—Vamos déjalo ir—escuché una voz que me decía mientras me tocaba el hombro.
—Lo sé, pero no puedo.
Trague saliva, sentía un nudo en la garganta, ver ese cuerpo me revolvía esos pensamientos, agitaba aquel recuerdo donde estaba ella entre mis brazos.
Una lágrima surco mi mejilla, disimuladamente me la limpie.
—Vamos, deja que ellos hagan su trabajo.
Asentí y levante la vista, allí estaba la jugadora de pelo azul, ella me ayudo a incorporarme. La puerta metálica se abrió de par en par y los guardias con máscaras entraron con varios ataúdes.
Enseguida llegaron mis dos compañeros.
—Tratamos de ayudar a las personas, pero lamentablemente no pudimos hacer nada.
—Gracias—le contesté al abogado. Giré para ver al regordete y vi que algo malo andaba con él.
—¿Te encuentras bien Ji-hu? ¿Estás bien?
Los segundos pasaban y cada vez era más y más intenso sus síntomas, empezó a vomitar, por un momento pensé que estaría igual que las otras personas, que estaría muerto en cuestión de minutos, pero después de un lapso recobro el sentido y empezó a hablar.
—Sí—tosió y retomó la palabra—Solo que ver a las personas vomitar siempre me ha causado nauseas…
—Hijo de… me sacaste un gran susto—menciono el abogado pesadamente.
Lo bueno que estas bien, le di un cálido golpe en el hombro sabiendo que estaría bien, levante la vista para ver como esos guardias se llevaban los cuerpos.
El altavoz empezó a decir el número de los jugadores que tuvieron ese infortunio, en una esquina estaba aquel jugador del tatuaje, se estaba riendo de los desafortunados con otro grupo y en otro lugar estaba el ruso solo de brazos cruzados.
¿Todo esto fue planeado?
¿Qué hubiera pasado si alguien de ellos o incluso yo hubiéramos caído intoxicados y muertos?
¿Ahora que más pasará en el juego?
Después de un momento los guardias dejaron todo como si no hubiera pasado nada.
Todos levantamos la vista al ver el tablero electrónico.
El número de jugadores se había modificado.
De 93 jugadores ahora restábamos 74.
El dinero en el recipiente se empezó a incrementar, después de unos momentos desviamos la vista y todo siguió como si nada hubiera pasado.
Paso un corto tiempo sin ninguna novedad, el cronometro para dormir estaba corriendo, en la gran sala guardábamos silencio, no sabíamos que nos deparaba la noche.
17:39
¿Tal vez una redada?
¿Un motín?
Un…
—Esto…esto no debería de estar pasando—hablé, sentía algo que se aglomeraba en mi garganta, algo que no podía contener.
—No sabemos si esas personas estaban enfermas.
—Que acaso me estás diciendo que 19 personas que no tenían relación una con la otra decidieron morir de la misma causa, al mismo tiempo y en el mismo lugar—le respondí al abogado un poco alterado, intenté guardar la calma y tratar de serenarme.
—Tranquilízate que no sabemos que fue la causa—intervino el jugador regordete intentando mediar la situación.
Inhale y exhale varias veces hasta que me sentí un poco mejor.
Lentamente levante la vista hacia una de esas cámaras, por alguna razón sentía que alguien en algún lugar me estaba observando.
En ese caso será mejor no exaltarme.
—Creo que será mejor que hoy estemos alertas a cualquier evento, si escuchan algo extraño nos vemos aquí.
—Entendido.
Respondieron ambos al unisón, creo que entendían en qué punto nos encontrábamos, cada vez había menos y menos jugadores.
El jugador regordete y el abogado se despidieron un poco afligidos, pero era hora de intentar dormir que mañana nos deparaba otra hazaña.
03:26
Las luces seguían encendidas, el cuchicheo volvió a la normalidad, al parecer después de varios minutos las personas se empezaron a tranquilizar, no era anormal esa respuesta, todos al ver un cambio también lo resentíamos y ver morir a tantas personas en tan corto tiempo modificaba algo en tu interior.
¿Qué estaremos dispuesto a hacer para ganar?
Esa pregunta repiqueteaba mi mente sin cesar.
—Con que tampoco puedes dormir verdad.
De nuevo esa voz de esa jugadora.
—Y por lo visto veo que tú tampoco—me incorporé para verla de frente—Ahora me siento diferente, como si estuviera vulnerable ante todo este lugar.
—Eso es lo que tratan de hacernos sentir, que perdamos nuestra integridad y dejemos salir ese instinto animal ancestral que guardamos en nuestro interior.
—Así que tú también piensas que esto fue predeterminado—susurré para evitar que otras personas nos escucharan.
Levante la vista al cronometro, no restaba mucho tiempo para dialogar.
01:45
—Las casualidades existen, pero una de esta magnitud, creo que no se daría ni una en un trillón, así que yo digo que hoy podrás dormir a gusto.
—¿Cómo puedes decir que descansare después de lo que paso?
—Las aguas se agitaron por un gran huracán, la tierra se estremeció por un terremoto, el cielo se derrumba por una indomable tormenta, pero al final un haz de luz emergió del horizonte y con eso nació un brío iridiscente llamado arcoíris.
—Después de la tormenta viene la calma—dije por inercia, como si estuviera terminando una frase al aire.
—Exacto, así que descansa que mañana será un nuevo día.
Giré para ver de nuevo el cronometro.
00:32
—Treinta segundos para que se apaguen las luces.
Resonó la voz en el lugar. Era casi hora para dormir, moví la cabeza y aquella jugadora se había perdido de mi vista.
Seguí los consejos que me había dicho y traté de conciliar el sueño.
Solo esperaba que esa noche no tuviera pesadillas, aunque a decir verdad ya estaba en una.
—Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…
««« • »»»
La música clásica nos decía que era un nuevo día. Me incorporé lentamente, estirando cada uno de mis músculos, por alguna extraña razón había dormido bien, sin pesadillas, sin temor, sin ligaduras. Me sentía renovado como si la energía que había perdido en esos fúnebres días se había recargado.
Estoy listo para el siguiente juego.
Empuñé las manos y rápidamente me incorporé, enseguida fui a ver a mis compañeros.
A lo lejos pude ver que los hermanos Rivaldo intentaban dialogar con otros jugadores, aunque les contaba mucho la pronunciación y por ende las personas no comprendían muy bien lo que decían.
También pude ver como la jugadora que era modelo, la numero 128 se acababa de levantar, se veía muy somnolienta, al parecer no había pasado una buena noche, y no lejos de donde estaba ella, el ruso había aprovechado muy bien la mañana y estaba haciendo flexiones.
Hay que iniciar bien el día.
En el otro extremo se encontraba el jugador del tatuaje, ese que era el dueño de la Deep web. Solo esperaba que ese malnacido nunca saliera de este lugar.
Estaba rodeado de aduladores que lo hacían reír y los mandaba a donde él quisiera.
Eras sus bufones y peones en una guerra.
Era evidente que ellos caerían primero que el rey, pero hasta el rey muere ineludiblemente cuando se lleva a un callejón sin salida.
Si alguien tiene que morir ese eres tú.
Finalmente me encontraba con mis compañeros, el lazo de amistad se había fortalecido no solo con los días, sino con las horas.
Al no tener a nadie ellos pasaban a ser parte de tu ser.
Parte de tu familia y seres queridos, si es que todavía quedan en ti.
—¡Vamos es hora de despertar!
—Cinco minutos más—recrimino el jugador regordete removiéndose en la cama, se acomodó la sabana y giro hacia otro lado.
—Vamos que no tienes cuatro años—refuto el abogado quitándole la cobija—Y tú que tal, ¿pudiste conciliar bien el sueño?, yo estaba soñando con que leía un gran libro de leyes y después estaba nadando entre letras.
—Creo que eso se podría catalogar como una pesadilla.
—Creo que así es, pero que se le va hacer, he tenido mejores sueños—le contestó a él y le entrego la sabana.
—Yo estuve soñando con que estaba en un videojuego, uno contra unos aliens en una nave interplanetaria.
—Hey niño deja de soñar eso y sueña algo normal.
—Creo que no le tendrías que recriminar sus sueños—mencioné al abogado mientras me encogía de hombros—Al final cada persona es libre de soñar lo que quiera. Así como yo que no soñé nada, pero me siento lleno de energía.
En ese instante el altavoz emitió un mensaje.
—El tercer juego está a punto de comenzar. Sigan las instrucciones del personal y vayan a la sala de juego. Repito indicaciones. El tercer juego está a punto de comenzar. Sigan las instrucciones del personal y vayan a la sala de juego.
Los guardias de nuevo nos escoltaron por las escaleras y puertas de colores. No era nada nuevo, pero lo que si era diferente era que cada vez el camino que recorríamos era distinto.
Eso significa que iremos a otra área de juego.
Lamentablemente no me había aprendido el camino, era como un laberinto y eso era digno de aplaudir.
Después de unos momentos de subir y bajar finalmente llegamos al lugar indicado.
Los guardias estaban posicionados en puntos estratégicos, cada uno con su respectiva arma larga.
Aquel lugar era de color blanco, todos íbamos en silencio y descendimos unas escaleras. Había cámaras en diferentes ángulos.
—Bienvenidos todos los jugadores a su tercer juego. Este juego se jugará en equipo. Todos los jugadores deberán hacer equipos de doce personas. Solo tienen doce minutos. Doce minutos.
Seguimos descendiendo por las escaleras, era un lugar abierto.
—Repito indicaciones. Este juego se jugará en equipo. Todos los jugadores deberán hacer equipos de doce personas. Solo tienen doce minutos. Doce minutos.
Pase por un lado de un guardia con máscara de triangulo, detrás de él estaba una puerta amarilla.
¿A dónde conducía esa puerta?
¿Era parte del laberinto?
¿O es un punto para distraernos?
De nuevo más preguntas sin resolver.
Escuché que las personas empezaron a hablar y hacer sus equipos. Levante la vista para ver quien más podría unirse a nosotros.
—Solo somos tres, nos faltan nueve participantes—menciono el jugador regordete contando con sus dedos—Sí, nos faltan nueve.
—Maldita sea de donde sacaremos a nueve personas que quieran estar con nosotros.
—Relájate Min-jun—le contesté al abogado que se había puesto ansioso por la temática del juego.
Primero un juego individual al aire libre, después nos hicieron escoger entre tres figuras y era un juego de destreza, ahora uno en equipo, pero nada de eso sirve si no sabemos a qué jugaremos.
El tiempo seguía corriendo.
11:13
—Escuchen—les hablé con seriedad y viéndolos directamente—No sabemos a qué vamos a jugar, así que si escogemos solamente a hombres eso en determinado punto nos podría perjudicar, pero al mismo tiempo si escogemos a mujeres eso también nos limitaría si se trata de fuerza.
—¿Entonces que vamos hacer?
—Lo más recomendable por nuestra posición es que tengamos un grupo diverso y equilibrado, que tengamos rapidez, elasticidad, fuerza, bueno creo que comprendieron cual es el punto.
—¿Y crees que eso nos salvará de una inminente muerte?
—No lo sé—le respondí al jugador regordete que era el más tímido.
09:49
—No hay tiempo que perder, reclutemos a tres personas cada uno y al final tendremos un buen equipo. En marcha.
Asintieron y se dieron media vuelta.
Era evidente que cada grupo quería tener a las mejores personas, había grupos de cinco, seis e incluso de dos personas. Nadie se quería quedar atrás en la elección de los mejores jugadores.
Esto era como la selección natural.
El más fuerte sobrevive y el más débil muere.
Seguí buscando entre las personas a diferentes participantes.
—¿Quieres unirte a nuestro equipo? Buscamos un grupo equilibrado entre hombres y mujeres.
—Lo siento, pero en el equipo en el que este prefiero que sean solo hombres.
—Entiendo—respondí y giré para buscar a otros participantes.
07:13
Seguí caminando entre las personas.
—Oye, ya tienes equipo—escuché que alguien me hablaba.
—¿Te refieres a mí? —contesté dando unos pasos para aproximarme más a esa persona.
—Nosotros estamos conformando al mejor equipo de todos y solo nos falta un jugador. ¿Qué dices, te unes a nosotros?
Observé a ese equipo, en verdad se veía muy fuerte, la gran mayoría eran hombres y dos mujeres.
Solo restaba una persona y esa podría ser yo.
—Agradezco tu propuesta, pero ya tengo un equipo—sonreí y giré para seguir buscando a más personas.
Se me estaba acabando el tiempo.
6:09
Caminé con premura, la angustia se estaba apoderando de mí.
¿Y si no alcanzamos a completar el equipo?
¿Y si somos los únicos que se queden solos?
¿Y si hoy termina todo para nosotros?
—Hey, te vez muy preocupado, tan solo debes de completar un equipo eso es todo, por ahora.
Aquella voz de nuevo tomándome por sorpresa.
—Creo que se te está haciendo costumbre llegar en el momento más apropiado—le contesté a la jugadora de pelo azul.
—No sabría decirte si eso es una dicha o una calamidad—sonrió de una manera alegre por su comentario.
Creo que era la primera vez que lo hacía. Acaso había bromeado.
—¿Tienes equipo jugadora número 327?
—¿Acaso tienes un equipo por hacer? Si es así estoy adentro.
—Gracias—contesté amablemente, enseguida di unos pasos al frente y retomé la palabra—El tiempo apremia y me faltan conseguir a dos personas más.
—En ese caso no perdamos tiempo que este se dilata al parpadear.
Así era el tiempo, se evaporaba en un tris, se diluía en un efímero pensamiento y no retornaba más.
4:22
—Veamos, veamos quien se quiere unir a nosotros.
Escuchaba como hablaba sola aquella jugadora.
Guarde silencio mientras la veía.
—Si te lo preguntas no estoy loca—menciono viéndome con discreción, mientras seguíamos buscando a candidatos.
—No quise que te incomodaras—respondí apenado, desvié la vista y me enfoque en los jugadores.
—No te preocupes que en ocasiones hay que perder la cordura para llegar a la realidad.
—Vaya definición de irrealidad real—levante la vista para ver a más personas, en un grupo casi conformado estaba el ruso, que al verme me saludo con un movimiento de cabeza. También en otro se encontraba el jugador 033 del tatuaje en el brazo. Su grupo se veía más concentrado, eran solamente hombres y al parecer él era el líder de ellos.
2:07
—¿Crees que nos tendríamos que preocupar?
—No te tendrías que preocupar si no tendríamos de que preocuparnos, no lo crees—contestó sin verme mientras seguíamos invitando a los jugadores.
—Solo espero que estemos a tiempo de encontrar a más personas…
No había terminado de hablar cuando encontramos a dos jugadores, estos acababan de discutir con otras personas, al parecer solo habían solicitado la participación de uno de ellos.
Sin perder tiempo los aborde.
—Tienen equipo, si no es así únanse a nosotros.
—Más lento, porque no entender.
Respondió con un extraño acento. Bien había dicho el hacker, ellos provenían de Brasil.
¿Y ahora como me comunico con ellos?
01:39
—Lo tengo—dije para mí y enseguida empecé hacer unas señas. Primero señalé a nosotros, después a ellos y finalmente hice una seña para dirigirnos a otro lugar.
Espero que me hayan entendido.
La jugadora de pelo azul solo rodo los ojos y empezó hablar en portugués.
—[Si no tienen equipo únanse a nosotros. ¿Qué dicen?]
—[A dónde voy yo, ella va conmigo.] —respondió ese jugador en su característica lengua natal.
—[No tenemos problema con eso, así que en marcha.]
Dimos media vuelta y nos empezaron a seguir.
—No sabía que hablabas portugués—mencioné viendo el cronometro.
00:56
—Lamentable o afortunadamente no sabes muchas cosas de mí.
—Creo que es mejor saber lo necesario—caminábamos entre los participantes, la gran mayoría ya tenía sus equipos, solo pocas personas estaban dispersas.
—Haces bien en eso y es mejor dejar que todo fluya.
Finalmente llegamos con los demás y me sorprendí de ver que éramos un gran grupo.
00:43
—¿Cuántos somos en total?
—No lo sé deja contar—el abogado se veía muy ansioso, parecía que le faltaba una dosis de su endulzante magia para recobrar la cordura.
—¡Somos solamente once, nos falta uno!
00:26
—Con este tiempo difícilmente encontraremos a un buen participante—volvió a hablar el abogado viendo a todos lados.
Levante la vista para ver que podríamos hacer y al parecer todos estaban ya completos, o eso era a primera instancia.
En nuestro equipo vi otra cara familiar y esa era la modelo, que apenada nos veía, pero cuando hacíamos contacto visual bajaba la vista.
¿Qué es lo que te avergüenza?
La voz del jugador regordete me saco de mi estupor.
—Creo que vamos a morir, ¡estamos perdidos!
00:13
—¡Estamos perdidos! Estamos…
Aquellas palabras quedaron a la deriva cuando una fuerte voz irrumpió en nuestro círculo para unirse a nosotros.
—No lo creo.
Era nada más y nada menos que el jugador 189, el ruso.
—Creo que ahora ya están completos.
Volvió a hablar levantando la vista hacia el cronometro.
00:06
Pero como era eso posible, si no mal recordaba él estaba en otro equipo.
Ya no importaban los por menores, éramos los doce que habían dicho y eso era lo que importaba.
00:00
—Se acabó el tiempo de formar los equipos. Todos los equipos fórmense y diríjanse a la sala de juegos.
Dos jugadores empezaron a gritar que no tenían equipos, era un hombre muy delgado con expresión de sufrimiento y una mujer que estaba llorando tirada en el piso.
—¡No tenemos equipo! ¡No tenemos equipo! ¡Que nos van a hacer! —gritaba el hombre a uno de los grupos de doce personas.
Como no lo pude ver antes, si éramos un total de 74 personas y eran grupos de 12, era evidente que sobrarían dos.
¿Ahora que les pasará a ellos?
Los seis grupos empezamos a caminar mientras una puerta amarilla se abrió.
—¡No me quiero quedar aquí!, ¡Ayúdame! ¡No me quiero quedar sola! —sollozaba la mujer que no tenía equipo mientras se arrastraba para seguirnos. Enseguida uno de los guardias con máscara de triangulo le cerró el paso.
Nuestro grupo estaba al final así que fuimos los últimos que entramos a la sala de juego.
—¡Por favor hagan algo! ¡Se los suplico! ¡Ayúdenme!
Las puertas se empezaron a cerrar, giré para ver qué pasaba, a lo lejos pude distinguir a un hombre que llegaba con aquellos dos solitarios jugadores.
Era el líder de ellos, era el hombre de las mascara negra.
Las puertas estaban por cerrarse, pero en el filo de esta pude ver cómo había llegado para estar frente a ellos.
Aquellos dos solitarios jugadores estaban hincados enfrente a él. Lo último que pude ver es que el hombre de las mascara negra sacaba algo de su cintura.
Pasaron unos escasos segundos y el sonido de un arma me estremeció, después se escuchó otra detonación.
Ahora sabíamos cuál era su destino.
Ese maldito infeliz los había matado y lo había hecho sin remordimiento ni clemencia.
Maldito infeliz hijo de…
Dejé atrás ese pensamiento cuando levanté con asombro la cabeza para ver la gran estructura que había frente a nosotros.
—A que mierda vamos a jugar esta vez.
Escuché que dijo el ruso con voz ronca.
Di unos pasos para estar a la par y contesté.
—No lo sé, pero lo único que sé es que, si queremos sobrevivir, tenemos que ganar.
Ya que en el fondo de la estructura había unas afiladas estacas listas para matarnos.
««« • »»»
Todos quedamos asombrados y aterrados por el colosal armatoste metálico que estaba frente a nosotros.
Esas dos torres se veían imponente desde donde nos encontrábamos.
—¡Eso ha de tener una altura de unos sesenta metros! —menciono petrificado el jugador regordete.
—Son cien metros—agrego el ruso dando unos pasos al frente—Créeme puedes estar seguro de eso.
—¿Y por qué lo puedes asegurar?
—Porque se medir diferentes alturas—se volteó con una expresión sería—Caer desde esa altura solo nos garantiza una muerte segura.
Si ese era el juego estaba decidido que teníamos que ganar cueste lo que cueste.
Frente a nosotros estaban los guardias, eran cinco, los que estaban en los extremos portaban sus armas, después había dos que tenían frente a ellos unas urnas y finalmente uno en medio.
En ese caso creo que nos enfrentaremos contra otros equipos.
Los números iban desde el uno al seis, así que como íbamos acomodados en fila nos tocó nuestro respectivo número.
—Creo que seremos el número tres—agrego la jugadora de pelo azul que iba atrás de mí.
—Espero que ese número nos de buena suerte.
—No creo en la suerte, creo que uno forma su propio destino.
—En ese caso debemos de fomentar algo muy bueno para poder salir de esta prueba—dije llegando al final del número que nos tocaba.
La puerta detrás de nosotros se cerró. Dos guardias armados custodiaban la entrada y había otros dos en cada elevador de ambas torres.
Levante de nuevo la vista para tratar de esbozar algo, antes que dieran las indicaciones del juego, solo pude ver que en medio de ambas había una soga y esta jalaba una campana.
¿Qué será ese juego?
El guardia que estaba en medio del lugar empezó a hablar.
—Bienvenidos a todos los sobrevivientes al tercer juego. Esta vez jugarán al “Notdari bapgi” Tendrán que hacer un puente y una persona pasa por encima de ellas. Ganará el equipo que llegué primero a la cuerda y la jale haciendo que toque la campana, esta se activara y dejara caer a los jugadores contrarios.
En ese momento hubo mucha incertidumbre en nuestro equipo, escuché que los jugadores brasileños hablaban en su lengua, no comprendía lo que estaban diciendo, eso me inquietaba porque si no nos poníamos de acuerdo podríamos caer a esas afiladas estacas.
—[¡Tranquilos!] —hablo en portugués la jugadora de pelo azul, era claro que se estaba refiriendo solamente a ellos dos—[Solo tenemos que hacer un puente y una persona pasará por encima.]
—[¿Solamente es eso?] —replicó con temor el jugador brasileño.
—Los pormenores se los explicare en un momento, así que estén tranquilos.
—Lo que me faltaba, un equipo que no entiende las reglas del juego—resoplo esa voz ronca desde atrás de la fila, era el ruso—En ese caso me hubiera quedado con el otro equipo.
—Mierda, creo que tiene razón no tenemos un buen grupo.
Escuché que había dicho el abogado y después de ese momento todos empezaron a hablar al mismo tiempo.
Era una cacofonía distópica que anunciaba el preludio de nuestra muerte.
—¡Silencio! —mencioné con voz contundente mientras me giraba para ver a todos los participantes—Silencio que este juego todavía no ha comenzado así que sigamos escuchando las indicaciones.
—Ahora haré un sorteo para decidir que equipos jugaran primero. Por favor siéntense todos. Sacare el número del equipo que estará en la torre izquierda—uno de los guardias saco una bola con un número—Equipo dos. Por favor levántense.
Los doce jugadores hicieron caso a la indicación.
—A continuación, sacare el número del equipo que estará en la torre derecha. Equipo cinco. Por favor levántense.
Aquellos dos equipos se vieron ferozmente.
—El equipo dos y cinco van a jugar primero. El equipo dos y cinco por favor suban a las torres.
Vimos como ambos equipos subieron, unos iban con la cabeza agachada, otros observando la gran estructura, otros sin expresión. Sin embargo, los que nos quedamos sentados éramos los más ansiosos en ese momento.
Contra que equipo nos tocaría enfrentarnos.
Los guardias que estaban en ambas torres hicieron un movimiento con un banderín, el guardia de enfrente levanto su arma, estaba a punto de dar inicio al juego.
El arma detono y con ello comenzó el primer encuentro.
Las indicaciones del juego se habían modificado del original. El primer cambio a simple vista fue que en vez que dos personas tomaban de la mano a la que iba caminando sobre las personas, esta caminaba sin ayuda, también conforme iba avanzando las personas que estaban atrás se movilizaban rápidamente al frente y por último si se caía la persona de arriba se podía subir y reanudar de nuevo, aunque tenía que tener mucho cuidado de no caerse porque si su caída era muy estrepitosa cabía la posibilidad que cayera directamente a las estacas.
Ahora el juego era en equipos.
Todos teníamos la vista en aquellas torres, los jugadores empezaron a jugar. Al principio no hubo esa coordinación en ambos, pero esto no duro mucho, sus vidas estaban en juego, y el primero que llegara a la soga y tocara la campana ganaría.
Trague saliva, el equipo número dos, había tomado la delantera, se habían sincronizado de una gran manera, aunque la clave estaba en la persona que estaba caminando arriba. Si esa persona titubeaba todo se desmoronaba.
—¡Relájate que todo estará bien! —escuché aquella voz de la jugadora de pelo azul.
—Si, pero qué tal si no logramos llegar…
—Deja atrás esa inseguridad, recuerda que uno se tiene que despojar de la energía negativa y darle cavida a la positiva.
—Está bien.
En ese momento escuchamos que la campana retumbo haciendo un gran eco.
Los jugadores del equipo cinco eran los perdedores, se estremecieron al saber que esta vez no habían corrido con tanta suerte.
La plataforma de la torre empezó a emitir un sonido, esta se ladeo lentamente haciendo que los jugadores perdieran el equilibrio.
Su movimiento era rotatorio, así que conforme iba girando las personas iban cayendo al vacío.
La caída era mortal sin mencionar las estacas que había al final.
Se escucharon gritos de agonía, súplicas y personas llorando por lo inevitable.
Después de unos momentos el silencio volvió a reinar en el lugar, los doce jugadores del equipo cinco habían muerto frente a nosotros.
Y nosotros no pudimos hacer nada, pero eso no era lo peor, sino que lo peor vendría cuando nosotros mataríamos a otras doce personas para poder sobrevivir.
Una voz resonó mencionando los jugadores que habían sido eliminados.
Giré para ver los jugadores con los que nos podía tocar, estos podrían ser el equipo número cuatro o el número seis.
Si nos tocara el número seis allí estaba aquel jugador del brazo tatuado como líder, no contaban con mujeres, aunque tenían jugadores de diferente complexión. En cambio, el equipo número cuatro, era igual que el de nosotros un equipo balanceado entre hombres y mujeres.
¿Quién será nuestro oponente?
La plataforma se había normalizado, ahora era tiempo de un nuevo juego.
—Sorteare los números para la siguiente ronda—retomó la palabra el guardia—Equipo uno—estos se incorporaron para saber contra quien irían—Equipo seis—el hacker se levantó con una sonrisa de medio lado.
Era tiempo de ver un nuevo encuentro, pero al mismo tiempo nosotros ya sabíamos contra quien iríamos.
Vimos a los jugadores de un lado, estos empezaron a cuchichear algo entre ellos.
—Saldremos de esta.
De nuevo esa voz de ella haciendo que no perdiera la cordura en esos momentos.
El disparo del guardia me tomó por sorpresa y di un gran salto, vi como el equipo del hacker enseguida tomó la ventaja, y en cuestión de segundos tocaron la campana.
La plataforma se empezó a ladear arrojando a los jugadores que habían perdido.
—¡Mierda como lo hicieron tan rápido! —agrego el abogado que estaba en medio de la fila.
—Por fortuna no nos tocó contra ellos—musitó el jugador regordete mientras veía con asombro las torres.
—¿Y ahora que vamos a hacer?
No dije nada, guardé silencio, estuve a punto de hablar, de decirle unas palabras motivacionales al equipo, decirles que estaríamos bien, que solamente nos teníamos que concentrar en jugar, pero sentí que alguien toco mi hombro, era ella que me susurro algo al oído.
—Aguarda, todavía no es tiempo.
Volví a tragar saliva y el guardia volvió a hablar.
—Ahora la última ronda. Equipo tres—enseguida nos incorporamos—Y equipo cuatro, por favor suban a las torres.
No sabía si jugar hasta el final era un privilegio o una desgracia. Para mí era ambas.
Seguimos al guardia hacia las torres, cada paso que daba se tambaleaba mi poca sensatez. Este estaba marcado con unas líneas amarillas. No quise ver el fondo del lugar donde yacían los cuerpos de los otros jugadores. Solamente me limite a caminar hacia el frente.
Llegamos a un elevador y entramos.
El guardia de máscara de triangulo iba armado y se quedó en la puerta esperando a que todos entráramos.
Una vez que todos entramos la puerta se cerró y empezamos a ascender.
—Ahora—menciono la jugadora de pelo azul.
Vi detenidamente a los once jugadores del equipo.
El Ruso estaba en una esquina de brazos cruzado, tenía un aire serio y arrogante, el abogado estaba ansioso caminando de un lado a otro, los jugadores brasileños estaban hablando en su lengua y parecía que se estaban exaltando, el jugador regordete estaba petrificado viendo a lo lejos los cuerpos empalados, la modelo estaba sentada agarrándose las rodillas, la chica del pelo azul estaba atrás de mí y los otros cuatro jugadores estaban inexpresivos esperando alguna indicación.
—Por favor escuchen—dije con voz trémula, estaba titubeando en lo que diría. Sin embargo, una voz en mi interior hizo que tuviera más confianza. Fue como un sutil céfiro de rosas que provenía desde lo más profundo de mí, eso me dio tranquilidad y pude retomar la palabra.
—Sé que estamos en un juego que nos podría costar la vida, que no se mira nada fácil, sé que todos tienen miedo de que este sea nuestro último momento y todo se acabe—caminé en medio del lugar. Conforme iba hablando capte la atención de cada uno.
Me tomé unos segundos para reafirmar ese interés y proseguí.
—Necesitamos que cada uno ponga de su parte en este juego, cada uno de nosotros conforma una pieza importante, requerimos de su apoyo para que cada pieza embone y podamos salir adelante—inhale, conforme subíamos el aire por alguna extraña razón se hacía más frío, empuñe las manos y proseguí.
—Debemos mantener ese puente firme y unidos, esa tiene que ser nuestra fortaleza, nuestra muralla, nuestra roca y nos llevara a la victoria.
—Si comprendo todo eso muy bonito, pero dime quien será esa persona que caminé sobre nosotros—agrego con desdén el ruso—Será él—señalo al jugador regordete que enseguida agacho la cabeza—O será ella—se refería a la modelo que seguía sentada con la cabeza cabizbaja.
—Seré yo—menciono con convicción la jugadora de pelo azul.
—Así que tú serás—camino y se mofo al verla de abajo hacia arriba—Toda nuestra suerte radica en el número 327—hizo una mueca y se volvió a cruzar de brazos.
—Si quieres tu podrías ser—replicó ella tomando la misma postura del ruso—se encamino hacia él y continuo—Pero tienes que tener mucho cuidado de no caer al precipicio, no queremos que tengas una desafortunada muerte verdad.
El ruso no dijo nada y desvió la vista hacia otro punto.
Era evidente que nadie quería ser esa persona que caminara a la deriva sobre nosotros, pero al mismo tiempo no queríamos depositar esa responsabilidad en una persona que no conocíamos.
Era un dilema del cual nos envolvía a todos por igual.
—En ese caso la decisión está entre ustedes tres, verdad.
Escuché que tomó la palabra el abogado, todas las miradas estaban fijas en ellas; la brasileña, la modelo y la jugadora de pelo azul.
Era evidente que sería una mujer la que caminara sobre esa columna humana, ya que era más ligera y podría tener mejor control del equilibrio.
—O tal vez deberíamos de votar, eso sería lo más democrático—de nuevo el abogado haciendo su intervención—Así estaría más tranquilo en dejar a una persona que decida sobre mi vida.
—Tu punto de vista es bueno, pero…
No termine de hablar cuando el ruso me interrumpió.
—¡No tenemos tiempo!
Ambos tenían razón, podríamos votar, pero ya no había tiempo que perder.
El elevador nos sacudió, eso significaba que habíamos llegado a la parte más alta. Las puertas amarillas se abrieron de par en par.
Empezamos a salir trémulos, yo no quería ver hacia abajo, pero era algo inevitable.
—¿Que vamos a hacer? —preguntó con cierto temor el jugador regordete.
Giré para ver a las candidatas, al ver a la brasileña la comunicación se podría malinterpretar, no sabíamos si ella comprendería en cierto punto si le dábamos una indicación y ella tenía que tomar una decisión rápido, por otra parte, la modelo estaba muy cohibida y al no tener esa determinación y seguridad podría tardar mucho en pasar sobre nosotros.
—La decisión desde un principio fue tomada y la mejor opción es que la jugadora 327 sea la que este arriba—tomé la palabra mientras caminábamos por esa gran torre—Somos un equipo y tenemos que confiar el uno con el otro, así que a ganar que hoy nadie de nosotros perecerá.
—Vayas palabras de aliento que nos has dado “líder”—agrego mofándose el ruso.
—No me considero líder del grupo ni nada por el estilo.
Había seis guardias en cada torre, estos cuidaban que empezáramos bien el juego. Nos empezamos a acomodar para iniciar el juego.
—Te dejamos todo a ti—agregue a la jugadora de pelo azul a nada de empezar el juego.
—Gracias y espero no defraudarle—contestó con un tono irónico por la posición en la que estábamos.
—Sé que lo harás bien, confiamos en ti—después de eso solo escuché el disparo que anunciaba que el juego había comenzado.
Estábamos en medio de dos grandes torres, nos debatíamos entre vivir o morir.
E4: Eternal Darkness — Oscuridad Eterna
Algo en mi interior se estremeció al escuchar la detonación del arma de fuego. Había sido como un frenesí por jugar, pero al mismo tiempo era un sentimiento gélido por terminar.
De nuevo estaba al borde de la muerte.
Yo me encontraba al final, así que la jugadora de pelo azul al escuchar el disparo empezó a subir.
—¡Vamos, yo sé que tú puedes! —mencioné para que tuviera confianza en sí y pudiéramos salir abantes en esa contienda.
—Gracias, aunque necesitare más que vítores y ánimos para completar esta hazaña.
—Recuerda—pronuncie quejándome un poco porque estaba pasando sobre mí—Recuerda, deja que todo fluya.
—Ahora comprendo que es más fácil decirlo que hacerlo.
Se tambaleo un par de veces, parecía que no podía mantener el equilibrio, eso hizo que estuviera alerta, si caía todas nuestras esperanzas de vida se las llevaría ella.
Levante la vista y ahora estaba pasando la siguiente persona, enseguida fui a incorporarme al inicio de la fila, para que ganáramos teníamos que repetir ese procedimiento unas tres o cuatro veces.
Eso es, sigue así.
Vi de reojo que estaba tomando camino, aunque del otro lado la vista no era nada alentadora para nosotros, el equipo contrincante había escogido a un hombre para que pasará sobre ellos y este mantenía muy bien el equilibrio e iba avanzando a buen paso.
Si esto seguía creo que el final sería inevitable para nosotros.
—¡Vamos tú puedes!
—¡No te desanimes!
—¡Tomate tu tiempo!
Las palabras de aliento venían de todo el equipo, aunque a la modelo no la había escuchado hablar, pero sabía que desde adentro estaba igual que yo mandando buenos pensamientos en el juego.
Es mejor que llegues bien a que lo hagas rápido y puedas cometer un error.
El tiempo transcurría y la jugadora de pelo azul todavía no llegaba a donde estaba yo, eso significaba que todavía no daba el primer ciclo, sin embargo, el equipo contrario ya lo había hecho.
Tranquilo ella puede.
Quité esos pensamientos negativos y los reemplace por pensamientos positivos, ella era la receptora de toda nuestra energía y no sé cómo funcionaba eso de dejar que la energía fluyera, ese era su tema, aunque la última ocasión me había resultado favorable en el juego de la flecha, así que no dudaba que esto fuera similar.
—¡Oh no!
Escuché que grito mientras perdía un poco el equilibrio, todos giramos para verla y perdimos un poco la estructura del puente que habíamos formado.
—¡Relájate! Aplaca eso que gira a tú alrededor y veras que estaremos bien—dije desde el lugar donde estaba. Ella, aunque estaba sobre nosotros tenía un gran peso en sus pies.
En cada paso se jugaba la vida de cada uno.
—Gracias jugador 132—respondió con entusiasmo y convicción.
—¡Vamos que cada paso que das nos lleva por el camino del triunfo y la coronación! —agrego energéticamente el jugador ruso que ahora estaba al frente.
Sus palabras contundentes desalentaron un poco a nuestro oponente que dio un paso en falso y se resbaló.
No había caído, pero enseguida se había incorporado para seguir en la contienda.
Sin embargo, ese tiempo que había perdido en caer y reanudar su paso, era tiempo suficiente y valioso para que ella retomara el paso y ahora estuviera a la par contra ellos.
Buena estrategia ruso, buena estrategia.
Intimida a tu enemigo y tendrás una ventaja invaluable. Eso era lo que había hecho.
Finalmente me había pasado sin tropezar y corriendo me fui a la punta. De reojo vi como el jugador regordete estaba sudando, y también vi como el abogado temblando estaba tomando a su compañero de enfrente.
—¡Equipo animo! Que cada uno de nosotros hoy construirá un puente hacia la victoria—vociferé mientras llegaba uno de mis compañeros, después vi que se acoplo otro y otro.
—¡Y dicho puente será indestructible! —gritó el jugador ruso finalizando el comentario.
La energía en nuestro equipo estaba en su máximo esplendor.
Era como si nos hubiéramos despojado de esos malos pensamientos y los hubiéramos reemplazado por bueno.
Escuché que los jugadores brasileños mencionaban algo en su lengua, le daban ánimo a ella y ella les respondió esas palabras.
No supe que habían dicho pero el ánimo no decayó.
Estábamos a más de la mitad del camino, e íbamos muy parejos, a esa distancia no sabía quién llevaba la delantera. Solo esperaba que lleváramos primero.
Sé que podemos ganar.
Cada segundo que pasaba era crítico, porque un mal paso y todo colapsaría, se derrumbaría y finiquitaría nuestro destino.
El juego estaba en su punto más álgido, en el clímax, solo restaban unas pocas personas para que finalizara, ahora yo estaba en la punta, me encontraba en el puesto final, ese donde tenía que llegar y tocar la campana.
Empezaba conmigo y terminaba conmigo.
—¡Vamos! Vamos adelante equipo.
Grité esperando escuchar esa campana, ansiaba que retumbara ese sonido y nos alejara de una muerte agónica en medio de esas estacas.
No era mi intención que ellos murieran, ni mucho menos matarlos, aunque sabía que era de una forma indirecta, pero era un juego y aquí el que ganaba vivía.
Solo un poco más, solo un poco más.
Estaba esperando que llegara y cuando lo hizo sentí que por lo acelerado que iba su paso ella resbalo un poco, estaba a nada de caer, ese fallo lo vio el jugador de enfrente que también estaba a escasa distancia de tocar la campana, levante la vista y vi como una sonrisa se había formado en la cara de ese jugador.
—¡Tranquila y se uno con tu entorno, se una con el universo!
No sé por qué dije eso, o de donde salió ese pensamiento, solo sé que lo dije y milagrosamente ella retomó el paso y con un movimiento de último segundo ella tomó la cuerda y jalo de la campana.
El sonido hizo eco en el gran lugar.
Milagrosamente habíamos ganado dicho encuentro.
Nadie de nosotros dijo nada, quise girarme hacia otro lado y no ver las caras de esas personas, esas que estaban a punto de dar su último aliento.
Entre gritos y súplicas, solo me limite a bajar la cabeza mientras la plataforma giraba y hacía que cayeran los jugadores.
Después de eso todos desviamos la vista de la otra torre y entramos al elevador.
Cada uno se inmiscuía en sus pensamientos.
—Gracias a cada uno de ustedes—rompí el silencio, siempre supe agradecer cuando trabajábamos en conjunto—Ha sido un juego en equipo y cada uno ha aportado para que ahora estemos aquí.
—Para que estemos aquí y no en una estaca—agrego con sarcasmo el ruso.
—Vaya tu comentario es muy alentador—contesté haciendo una mueca.
—Solo es un incentivo para seguir adelante, al final ganamos y eso era lo que importaba. ¿No es así?
Hubo un poco de tensión en ese momento, pero se disipo cuando la jugadora del pelo azul tomó la palabra. Ella estaba con la cabeza agachada y se tomaba con ambas manos las rodillas.
—No saben lo agónico y abrumador que es caminar sobre ustedes y no ver el infierno que yacía abajo de mí.
—Desafortunadamente eso solo tú lo sabrás—intervino de nuevo el ruso cruzándose de brazos.
—En verdad yo no hubiera podido hacer eso—agrego el abogado con cierto halo de ansiedad—Yo creo que ni ebrio o con magia lo hubiera intentado, bueno con magia tal vez.
—Sinceramente yo no hubiera podido hacerlo.
Escuché que alguien más hablo, giré y vi que era la jugadora número 202.
Ella era una de las candidatas para esa proeza, era la brasileña.
—Ni yo—susurro la modelo que seguía tímida en una esquina.
Ella era la otra.
—Yo creo que a mí ni me hubieran podido—dijo el jugador regordete y todos rieron.
Creo que eso era lo que nos faltaba, nos faltaba un momento donde nos despejáramos de esas cuatro paredes que literalmente nos estaban matando.
El ascensor se detuvo y un guardia armado nos custodio de nuevo por el camino amarillo.
Nadie volteó hacia esas estacas, todos sabíamos bien que esas personas pudimos haber sido nosotros.
Inhale profundamente y mi vista siguió en el guardia.
Una muerte rápida, pero llena de dolor.
««« • »»»
Llegamos de nuevo a la gran sala, allí estaban ambos equipos que habían ganado, y entre ellos el hacker, este fue el que nos vio con asombro mientras entrabamos.
Tenía una sonrisa ladina que reflejaba todo lo siniestro que había en su interior.
Execrable.
No dudaba que él había disfrutado de ver a aquellas personas empaladas.
Finalmente, nuestro grupo caminó y llegó un punto donde seguíamos reunidos.
—Que bien se siente estar de nuevo en casa—menciono el abogado mientras se acostaba en una de las camas.
—No creo que esto sea nuestra casa, pero al menos se siente bien el estar aquí—le respondió el jugador regordete—Esto fue más difícil que pasar un nivel en modo experto.
—Y esto no es nada “niño virtual”—intervino de forma despectiva el ruso—Vamos a la mitad del concurso y esto cada vez se pondrá más interesante.
Estas últimas palabras salieron de él como un susurro, pero uno lleno de intensidad por jugar y ganar.
Era un digno rival.
—Por lo pronto enfoquémonos en descansar.
La jugadora de pelo azul fue la que había tomado la palabra.
—Descansemos y guardemos energía—retomó la palabra, pero en esta ocasión se enfocó en las personas brasileñas.
Levante la vista y vi el tablero electrónico.
El número de jugadores se había reducido a la mitad, de 72 ahora éramos solo 36.
Premio en efectivo, 30,700,000 millones de wones.
—¿Qué vas hacer con todo ese dinero? —llegó a mi lado el ruso observando hacia arriba.
—Tratar de recuperar mi vida—respondí meditabundo ante su cuestionamiento.
—Buena respuesta—hizo una mueca con la boca y se cruzó de brazos—¿Y tú qué harías con todo ese dinero niño virtual? No me digas—lo interrumpió abruptamente llevándose la mano a la sien—Con todo ese saco de dinero comprarías pizza y videojuegos para entretenerte todo el día.
—¿Y tú qué harías? —intervino la jugadora de pelo azul—Eres bueno para decir que harían otras personas, pero que hay de ti, ¿hay algo que escondes en tu armadura de carácter impenetrable?
El jugador regordete se quedó sin articular, estaba seguro que sería algo relacionado con los juegos, por otra parte, ahora el ruso era el que se tomaba su tiempo para contestar, estaba por replicar, cuando ella lo interrumpió.
—No me digas, déjame adivinar—se lleve un dedo al mentón y empezó a moverlo constantemente—Veamos con todo ese dinero seguramente vas a comprar a toda la mafia rusa para que tú seas el nuevo jefe y puedas controlar todo a tu manera—se detuvo para verlo haciendo una mueca y midiendo su expresión—¿Erre?
—No tanto—respondió el ruso volviendo a tomar un tiempo antes de volver a tomar la palabra—Con ese dinero voy a pagar una costosa operación para mi pequeño hermano—hizo una prolongada pausa y finalizó hablando muy despacio—Tiene un problema en el corazón.
Todos en ese instante guardamos silencio, aquella respuesta nos había tomado por sorpresa, nadie pensaría que detrás de ese jugador robusto y de carácter fuerte se encontrará una motivación de esa índole.
—Espero que este bien tu hermano—agregue tomándole el hombro para que se sintiera un poco más reconfortante.
—Gracias.
—Y ustedes díganos ¿qué van hacer si ganan ese gran premio? —preguntó la jugadora de pelo azul a los hermanos brasileños.
—Tanto mi hermana como yo tenemos un sueño.
—Un sueño, wow, me alegra mucho, díganme cual es dicho sueño.
—Nuestro sueño es regresar a nuestro país, pagar nuestras deudas con el banco, recuperar la casa de nuestra madre que está embargada y poner un puesto de comida y una discoteca.
—Vaya sueño, es muy prometedor, por cierto ¿cómo se llaman?
La jugadora de pelo azul seguía dialogando con ellos, y nosotros solo prestábamos atención.
—Yo me llamó Yanela—respondió alegremente la joven y se dibujó una amplia sonrisa en ella.
—Y yo Tiago—hizo un cálido saludo a todos los presentes.
Se podía sentir una gran energía en ellos, como si el solo estar a su lado me dieran ganas de moverme, es como si transmitieran el ritmo de su sangre.
—Y juntos somos los hermanos Rivaldo—la joven tomó la palabra.
Era evidente que ella era menor que él y una vez que empezó a hablar se veía muy alegre, como si estuviéramos en otro lugar y no allí.
—Y ese es nuestro sueño, nunca pensamos que nos tuviéramos que encontrar en un escenario como este, pero solo estamos en su país por el dinero—dijo Tiago levantando la vista hacia el tablero electrónico.
—Creo que nadie de aquí está por gusto, sino por simple causalidad—agregue meditando un poco como fue que había llegado hasta ese punto.
—Aunque la mayoría de los juegos que hemos jugado aquí no los conocíamos, se nos ha hecho fácil comprenderlos y ganarlos.
—Y si no los comprenden yo se los explicare Yanela, esos son juegos infantiles con reglas muy fáciles, solo que aquí el resultado de perder es…—la jugadora de pelo azul se tomó unos segundos para responder—Es caótico, como lo han visto anteriormente.
Una sutil muerte.
—Llegaremos hasta la final, cueste lo que cueste o haré todo lo posible para que ella llegué.
La voz de aquel joven brasileño se escuchaba muy decidida, como si nada ni nadie lo pudiera detener de llegar hasta la cima. Esa actitud llamó la atención del ruso y lo vio detenidamente.
¿Acaso era un reto?
Sin embargo, aquí todo era un reto.
Nos retábamos cada segundo, era algo constante.
—Pues yo cuando gane esa hoya de pacas, los invitare a todos ustedes porque voy a organizar una gran fiesta—interrumpió el abogado sin inhibición—Será una fiesta que durara toda la semana, así que prepárense por que no dormiremos y tomaremos hasta que ya no podamos.
A eso le llamó no tener límites.
Pobre abogado, después de esa gran semana de alcohol y magia tendrá que regresar de nuevo aquí para ganar otra vez y pagar las deudas de dicha fiesta.
Dinero tirado a la basura.
Al parecer todos allí teníamos una motivación, una causa de seguir adelante, un objetivo por cumplir.
Giré para ver a la modelo seguía inexpresiva y muy tímida.
Me preguntaba, ¿Cuál era su justificación?, y ¿por qué seguía con esa actitud?
Un sonido me saco de mi estupor, fue la puerta metálica que se abrió y el altavoz nos comunicó que hiciéramos una fila porque nos darían algo de comer.
Lentamente nos empezamos a formar, ahora que éramos menos jugadores estábamos mejor organizados.
—De nuevo esa música clásica—resoplo el ruso que estaba delante de mí.
—Creo que tú conoces más que todos aquí esa melodía, ¿no es así?
—Así es y por tal motivo no me resulta tan repugnante.
Evidentemente conocía muy bien al compositor o mejor dicho al gran maestro. Tomó aire y continúo hablando, yo giré para ver qué estaba haciendo el hacker, por alguna extraña razón pensaba que estaba tramando algo y ahora con mayor razón al ser tan pocos jugadores.
—El magno compositor Piotr llich Chaikovski, una mente brillante e inquieta respecto a la música, nacido desde las entrañas de Vótkinsk, para que al final su melodía terminará en un lugar como este.
—Eso sonó poético—respondí, la fila para la comida estaba caminando muy rápido, estábamos a nada de pasar, cuando inesperadamente escuché una réplica del ruso.
—¡¿Creen que somos tan estúpidos para volver a comer esto?!
No dije nada y me moví de mi lugar para ver por qué estaba tan molesto, incliné la cabeza y comprendí de qué se trataba.
Era la misma comida con la cual un cierto número de participantes había fallecido.
¿Acaso pasaría lo mismo?
—¡No volverán a intoxicarnos de esa manera! —gritó el ruso tomando el plato de comida y arrojándolo lejos de la mesa.
Uno de los guardias levanto su arma y le apunto directamente a la cabeza.
—¡No toleramos ese tipo de actitud en este proceso! —respondió con aquella voz distorsionada que emitía de la máscara de triangulo.
La tensión aumento cuando otros jugadores llegaron para respaldar la postura del ruso, sin embargo, todo se deformo porque la puerta metálica se abrió y llegaron más guardias.
Esto no se ve nada alentador.
Ahora había más de una docena de guardias apuntándonos.
Cualquier movimiento que pudiéramos hacer podría costarnos la vida.
—Creo que nos deberíamos de relajar un poco—dije con voz calma intentando mediar la situación.
—¡No me relajare pensando que podría morir intoxicado! —volvió a gritar retando con la mirada al guardia que lo apuntaba—¡Que acaso tú quieres morir como las otras personas!, ¡No seré participe de una purga!
—Esta es la última advertencia. Vuelva a su lugar—sentencio el guardia sin titubear y con la misma actitud.
Si esto no se tranquiliza será una vil carnicería.
Los guardias estaban a punto de disparar, sabía de lo que eran capaces, el hombre de la máscara negra mato a dos jugadores, así que, ¿Qué nos deparaba a nosotros?
El tiempo transcurría y nadie cedía, y cuando menos nos lo esperábamos escuchamos una voz.
—Regla número tres, los juegos pueden terminar si la mayoría acepta.
Todas las miras se posaron en esa persona. Era nada más que el jugador del tatuaje, era el hacker.
Hubo un asfixiante silencio en la gran sala.
Finalmente, el guardia de la máscara bajo el arma con la cual estaba apuntando al ruso y profirió;
—Como quieran. Se votará para decidir la finalización del siguiente juego.
Hubo un alboroto en todos los jugadores. Giré y vi que el hacker ahora estaba recargado en una cama de brazos cruzados y una sonrisa socarrona, la jugadora de pelo azul estaba platicando con los hermanos Rivaldo, el jugador regordete estaba estático en su mismo lugar y el abogado estaba tratando de tranquilizar a la modelo, aunque eran obvias sus malas intenciones.
—Creo que esto definirá todo.
—Eso espero—contesté al ruso que paso de largo por un costado. Y me preguntaba si esto sería la mejor opción.
La respuesta era definitivamente si, si salían de ese lugar la vida de cada uno de ellos podría cambiar drásticamente, así como tener una segunda oportunidad de ver a los seres queridos, de hacer bien las cosas y de tratar o mejor dicho de trabajar para salir de las deudas y cambiar el estilo de vida que los perseguía día a día.
Era una gran oportunidad que no se tenía que desperdiciar.
Tenía muchas cosas en mente por hacer, una de ellas era erradicar la corrupción que había en la comandancia y tratar de recuperar lo que me quedaba de vida.
Los guardias rápidamente se empezaron a movilizar, quitaron la comida y la reemplazaron por estante. Nos acomodaron en un extremo y pusieron una línea blanca.
—¿Qué crees que ahora pase? —preguntó inquieto el jugador regordete.
—Creo que decidiremos qué pasará con nuestras vidas—contesté mientras nos juntábamos todos en un lado.
Si morir aquí o tratar de vivir allá afuera.
—¿Y si logramos salir, ¿Qué pasará con cada uno de nosotros?
—No lo sé Ji-hu. Eso lo decidirá cada uno.
—¿Crees que podríamos salir? —cuestione a la joven de pelo azul que había llegado a nuestro lugar.
—Creo que hay una gran probabilidad de que ocurra eso. Nadie quiere seguir muriendo aquí de forma grotesca—se tomó un tiempo y vio hacia arriba—Sin embargo, nadie quiere dejar todo eso aquí a la deriva.
Tenía razón, quien en su sano juicio dejaría algo así a nada de terminar el juego, pero la vida también era importante y eso podría sumar votos.
Madre, hermano, pronto estaré con ustedes.
—Como pueden ver, frente a ustedes hay dos botones. La votación será de la siguiente manera. Si quieren seguir jugando presionen el botón verde con un círculo, si quieren dejar de jugar presionen el botón rojo con una X. Después de que terminen de votar muévanse al otro lado de la línea blanca. La votación se hará en orden inverso de los números en su traje. Jugador 379 por favor vote.
Trémulo se aproximó dicho participante, se veía un poco trastornado, camino tranquilamente hasta llegar al frente. Era el primer jugador que votaba y su ansiedad era evidente.
Se detuvo por unos segundos para observar aquellos dos botones.
Uno lo eximia de seguir jugando, otro le dictaba que no participaría, pero su vida allá afuera seguía jugando.
El dinero tenía esa cualidad te podía dar muchas cosas, pero al final te quedabas vacío por dentro, había cosas que el dinero nunca compraría y una de ellas era el amor.
El jugador 379 siguió titubeando por unos segundos hasta que presionó el botón, enseguida el tablero se modificó.
De 0 — 0, paso a 0 — 1, ese uno reflejaba la X.
Estábamos un paso más cerca de casa.
El jugador 379 se dio la vuelta y el guardia hizo llamar al siguiente jugador, este camino y se debatía entre seleccionar uno u otro.
No había un tiempo para votar, así que los segundos pasaron y el jugador presionó un botón.
0 — 2
Vamos que siga así.
Los jugadores siguieron pasando uno a uno. Estos presionaban el botón de la X o el círculo.
El sonido que emitían los botones resonaba en el lugar.
Verde, rojo, rojo, verde, rojo.
2 — 6
La vida de todos estaba en nuestras manos.
A un lado mío estaba la jugadora de pelo azul, fue en ese momento que el guardia hablo.
—Jugadora 327 por favor vote.
No respondió solo camino al frente, lo hizo con decisión y sin dudar.
De nuevo la decisión que tomó fue rápida, su mano se iluminó por el botón rojo.
Eso es.
Algunos de los jugadores veían el marcador, otros decidían viendo el premio.
3 — 9
Sin que lo llamaran el abogado camino. Se tomó unos segundos, inhaló profundamente y presionó el botón.
Su voto no me sorprendía, sabía perfectamente cuál era su postura y respetaba eso.
4 — 10
No había un patrón para saber quién iba a votar por cual, al parecer todo se decidía cuando uno estaba al frente.
Ahora era tiempo que pasará el jugador regordete.
—Vamos tú puedes—dije mientras le palmeaba la espalda, si queríamos salir teníamos que poner de nuestra parte.
Llegó al frente, desde lejos se veía su temor por votar.
Pasaron unos segundos y no sabía qué hacer, no sabía que sentía o si estaba temblando, pero me imaginaba que todo su cuerpo se estremecía.
El sonido emitió un voto y la pantalla se modificó.
Su voto había sido el color rojo. Di un respiro al saber que nos estábamos aproximando a la meta.
6 — 11
Ahora era el turno del jugador brasileño, al llegar Tiago no hizo más que votar por quedarse, él menciono que llegaría a la final a como diera lugar, pero sobre todo que lo haría todo porque su hermana estuviera con él.
7 — 11
Prosiguió el turno de Yanela. De nuevo ese color verde en el tablero.
8 — 11
Esto no va bien.
Ahora era tiempo que pasará el jugador ruso. Este camino quitándose de enfrente a las personas que lo estorbaban.
¿Votaría para quedarse o para irse?
Esa respuesta estaba a punto de ser resuelta.
Puso las manos en el tablero, levanto ambas y las poso en los botones. Esa era la decisión, saber cuál pesaba más.
8 — 12
Exhale con pesadez, por un momento pensé que presionaría el botón verde.
—Jugador 132, pase al frente por favor.
Escuché aquella voz distorsionada y me encaminé al estante.
El primero reverdecía el ambiente con un sutil color a muerte, mientras que el carmín se extrapolaba en el espectro de poder vivir en otro lugar.
Estaba frente a esos dos botones, la decisión era fácil de tomar, no había disyuntiva, el resultado era evidente.
Espero que se acabe este juego.
8 — 13
Levante la vista y la diferencia era casi abrumadora.
Si seguimos así no habrá oportunidad para estar aquí.
Caminé para ir con los demás jugadores, me aproximé y llegué con aquellas personas con las que conocía y se había formado un vínculo.
—Hiciste bien en tu elección—menciono la jugadora de pelo azul.
—Lo sé—respondí asintiendo con la cabeza—Solo espero que se acabe esta pesadilla de una vez por todas.
—Nosotros hemos hecho nuestra parte, ahora depende de ellos.
Vimos de reojo a los demás participantes, no eran muchos ya que habíamos votado más de la mitad.
Solo restaban quince participantes, las estadísticas podrían estar a nuestro favor.
Podrían...
Enseguida hicieron llamar a la modelo, esta paso muy tímida, las miradas lascivas de algunos jugadores no se hicieron esperar. No pudieron modular su instinto.
Malditos enfermos.
Al estar la jugadora 128 presionó el botón y con ello un nuevo respiro para nuestro ser.
8 — 14
—Que bien va la votación, es casi lo doble—musitó el joven regordete.
—¡Maldita sea! Yo vine por el dinero y eso es lo que me interesa—recrimino el abogado exasperado.
—Aquí no cuenta lo que uno quiera sino la mayoría—respondió el ruso poniéndose a un lado de él.
El abogado se intimido por su presencia y solo hizo una mueca de desagrado mientras nos daba la espalda.
Tal vez él se quería hacer el fuerte, pero algo me decía que por dentro estaba tranquilo por cómo iba la pantalla.
Paso un nuevo jugador, se veía un poco famélico y débil.
La alimentación en ese lugar cada vez era menor, y si una persona llegaba aquí con una mala nutrición, estaba comprometiendo a su cuerpo, eso sin mencionar la falta de sueño y el estrés.
Que más ocupan para matarnos.
El jugador presionó el botón.
9 — 14
No podía creer que prefería estar aquí que salir.
—Pero como es…
—Relájate, que esto no se ha acabado—mencioné tocando el hombro del jugador regordete.
El guardia hizo pasar a otro jugador.
10 — 14
Después paso una mujer.
10 — 15
Luego otro jugador.
11 — 15
Y después otro y otro y otro…
12 — 15
13 — 15
14 — 15
¿Qué les estaba pasando?
¿Por qué seguían votando por quedarse en el juego?, que acaso no querían estar con su familia, que no tenían ganas de respirar el aire puro y sentir que eran libres, aunque al final comprendía el verdadero significado de estar allí, en esa efímera libertad uno estaba condenado a morir por las deudas.
15 — 15
Ahora solo restaban seis personas, esto podría acabar en empate o una victoria contundente.
Pasó una jugadora, esta al llegar al estante cerró los ojos y empezó a decidir como si estuviera jugando a escoger una de dos opciones.
Su mano iba de un botón a otro, cada vez se hacía más lento, hasta que por fin se detuvo en uno lo presionó y se quitó la mano de los ojos.
15 — 16
Solo unos votos más.
El guardia volvió a hablar para llamar a otra persona.
15 — 17
Trague saliva al ver el resultado. Estábamos a unos pasos de salir de ese infierno.
16 — 17
Un nuevo jugador llegó al estante y no titubeó en votar.
Ahora estábamos como en un principio de comenzar ese proceso, ahora era un efímero empate.
17 — 17
—Jugador 33 pase a votar.
El hacker se encamino con esa sonrisa torcida, llegó y ni se tomó el tiempo para pensar, presionó el botón sin compasión.
Se escuchó una estruendosa risa en todo el lugar.
Una carcajada de maldad pura.
18 — 17
Por primera vez en las votaciones el resultado de quedarse estaba al frente, solo restaba un solo participante, él podría cambiar las cosas, la decisión la tenía en sus manos.
—Atención este es el último votante—el guardia llamó al jugador restante.
Todas las miradas se posaron en él.
Este parecía que estaba sumergido en un sueño.
Caminó con mucho sigilo hasta llegar al estante. Los segundos parecían que se volvían eternos en ese momento.
—¿Qué pasará si vota y queda en un empate? —preguntó alguien desde el fondo.
—Si ese fuera el caso se volvería a realizar el mismo proceso hasta que se tenga un resultado concluyente.
Así que solo teníamos dos opciones, una era que al final tantas personas que se querían quedar e irse estuvieran empatadas para volver a realizar las votaciones y ver si alguien decidía cambiar de decisión, o quedarnos y esperar a que solo uno fuera el ganador.
La última persona estaba en el estante, giro y vio detenidamente la pantalla electrónica del marcador, después su mirada se posó en el magno premio.
¿Cuál será su resolución? Cual…
Todos esperábamos ver algo en el marcador.
Esperanza o condena, ese era el dilema.
—Si desea continuar jugando presione círculo, si desea que el juego se termine entonces presione X.
Los segundos siguieron su curso y parecía que no podía tomar una decisión.
Algunas personas empezaron a rezar, otras se llevaron las manos al pecho, vi que otras cerraban los ojos y otros estaban atentos a ese momento.
Se escuchó un pitido y unos tenían cara de asombro por el resultado mientras otros estaban eufóricos por este.
Al ver el marcador desvié la vista hacia otro punto. Ahora todo era diferente.
19 — 17
La algarabía y el júbilo seguían entre las personas, estaban eufóricas por el resultado, aunque la otra mitad o menos que esta no pensaba lo mismo.
El guardia con máscara de cuadrado volvió a tomar la palabra.
—La mayoría de los jugadores voto para quedarse en el juego. Por lo tanto, el juego seguirá su mismo curso.
—¡No es justo, porque no dejan salir a las personas que ya no queremos jugar, que se queden las personas que quieran el dinero, pero a los que no que nos dejen salir!
—El proceso democrático ha concluido.
—¡Pero no es justo! Solo fueron dos votos de diferencia.
Se escuchó que otra persona alego por su inconformidad, la jugadora de pelo azul estaba por decir algo, pero con un sutil movimiento de mano la detuve para que no dijera o hiciera algo.
—Les reitero el proceso ha finalizado y se llegó a una resolución. No queda otra opción más que seguir jugando.
Todos en el lugar prestaron atención a las palabras del guardia, no había nada más que hacer.
—Sin más por el momento terminen su cena.
Mencionó el guardia antes de girar y salir de esa gran sala, los demás guardias con máscara de triangulo siguieron sirviendo la comida.
—¿In-ho qué crees que tenemos que hacer? —preguntó el jugador regordete al ver que las personas a nuestro alrededor se empezaron a dispersar.
—¿Qué tenemos que hacer? Nada—respondí como autómata—Cenemos y descansemos que tenemos que reponer energías para el siguiente día.
—No sé por qué se empeñan en algo tan grotesco y atroz como este lugar—siseo la modelo, estaba cabizbaja y parecía decepcionada. Enseguida empuño las manos.
—Seguimos aquí porque a la mayoría no quiere estar afuera en el mundo—agrego la jugadora de pelo azul dando un paso para estar frente a ella.
—Si, pero…
Las palabras de la modelo quedaron a la deriva, unas finas lágrimas empezaron a surcar sus mejillas.
—Tranquila—le susurro levantándole el mentón para verla a los ojos—Aquí estamos todos nosotros y cada uno dará lo mejor de sí para que esto tarde que temprano finalice y podamos estar de nuevo en casa.
Finalmente, la modelo esbozo una tenue sonrisa, y se limpió las lágrimas.
—Disculpen soy muy sentimental con ciertas cosas.
—No te preocupes que puede ser un poco de melancolía por estar aquí—dije aproximándome un poco a ellas.
—Sí, no te preocupes que yo te cuidare en caso que no sepas entender algún juego y también de las personas enmascaradas.
—¿Tú la cuidaras niño virtual? —se mofo el ruso desde una esquina—Si no puedes cuídate de una mosca, ¿Cómo pretendes cuidar de ella?
—Claro, si puedo pasar Warcraft, que no pueda con esto.
—Ji-hu esto no es un videojuego—añadió el abogado llegando a nuestro encuentro.
¿Por qué había votado por quedarse? Acaso su vida llena de vicios lo había orillado a eso.
Después de unos breves segundos que lo vimos incrédulos retomó la palabra.
—Y si no quieren seguir jugando tan fácil es que decidan donar su parte y evitar que esto se vuelva más competitivo.
Diecinueve personas estaban de acuerdo con esa postura y diecisiete no.
—Mira obtuso somos una irrisoria minoría que podía cambiar en cualquier momento—aludió el ruso para ponerse al frente del abogado.
—¡No me asusta tu complexión de héroe, ni tu cara de “Rambo siberiano”!, yo aquí estoy por eso—señalo la gran urna con las pacas de dinero—Y al igual que todos aquí quiero eso, deseo eso, y sueño con eso.
—Y para que lo quieres para que sigas con tu decrepita vida llena de alcohol y prostitutas. En ese caso será mejor que con ese dinero lo inviertas para un tratamiento contra el SIDA, gonorrea o clamidia.
El abogado no aguanto el insulto y empujo al ruso, el ruso enfurecido devolvió el favor, pero con mayor ímpetu, estaba a escasos metros de ellos enseguida tomé al jugador 189 por la espalda, era toda una proeza intentar tomarlo para que no se lanzara contra él.
La revuelta no se hizo esperar y en cuestión de segundos todas las personas se reunieron en ese punto.
Entre el alboroto el abogado se abalanzó y le dio un contundente golpe en la mandíbula al ruso, este se enfureció, no pude controlarlo y regresó el embate con más fuerza.
Los empujones y forcejeos no se hicieron esperar.
—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! —gritaban a nuestro alrededor.
Escuchaba a lo lejos una voz que decía que detuviera el combate, pero el ruso y el abogado no daban margen para separarlos.
Seguíamos forcejeando cuando escuchamos el sonido de un arma de fuego que detono en varias ocasiones.
Los guardias habían llegado a poner orden.
Espero que esto no dé pie a una tragedia.
Separé al ruso, este parecía que estaba todavía en un trance, no quería alejarse de su presa y menos cuando el predador estaba herido.
Del labio le escurría un hilo de sangre.
Sin embargo, el abogado parecía intacto y empezó a gritar.
—¡Eso es todo lo que tienes! ¡Eso es todo lo que tienes!
—¡Maldito infeliz! —berreo el ruso intentando zafarse de mi agarre.
—¡Para la próxima no solo será el labio el que sangre—replicó el abogado.
Al parecer esa era su verdadera cara lejos de esa máscara.
Ahora se sentía libre junto a más como él.
—Veremos si es cierto—respondió el ruso tranquilizándose por lo eufórico de la pelea.
Hubo un corto periodo de silencio donde ambos bandos empezaron a separarse lentamente, los guardias seguían apuntándonos con sus armas.
Hasta que alguien tomó la palabra.
—Será mejor que dejen a nuestro amigo en paz—era el hacker que lo abrazo para después dar unos pasos al frente y ponerse frente a él—Todos necesitamos de un abogado cuando llegamos al infierno, ¿no es así?
Después de eso se carcajeo haciendo que su risa resonara en todo el lugar, a un lado de él estaban los hermanos Rivaldo, y otros jugadores que nos fulminaban con la mirada.
El ruso iba a replicar, pero al final se contuvo, se podía escuchar como bufaba por lo molesto que estaba, se limpió la sangre que le escurría por la comisura del labio y empuño sus manos.
Esto no finalizara aquí.
El hacker se dio media vuelta y se llevó al abogado.
Más que a un jugador, se había llevado a un compañero.
Ahora éramos uno menos.
Lamentaba su partida, pero el que más la resentía era el jugador regordete. Aunque era un corto tiempo uno sentía la pérdida de cada persona con la que había formado un vínculo.
—Tranquilo—le dije frotándole el hombro.
—Creo que no comeremos pizza y tomaremos hasta amanecer.
—Lo más seguro es que no, pero hay mejores cosas en la vida—respondí mientras caminábamos a nuestras camas.
Dejamos que ellos fueran primero por la cena, después iríamos nosotros. No queríamos tener más altercados con ellos.
No por hoy, ya habíamos tenido suficiente.
—Nadie imaginaria un cambio tan radical como ese—agrego la jugadora de pelo azul.
—No, nadie—murmuré al girar y ver como el abogado estaba socializando con el hacker y su pandilla—Y menos de él.
Ahora eran, así las cosas, un día estas aquí y otro no. Si no estabas en un bando estabas en un ataúd.
Esa era la triste realidad.
—No te muevas.
—¡Auh, eso duele!
—Deja de moverte y no te dolerá. Yo sé lo que te digo.
A un lado de las camas se encontraba la modelo que estaba curando la herida del ruso. Ella había tomado un trozo de su camisa para limpiar el labio. Gracias a eso había dejado de sangrar.
—¿Cómo es que sabes curar de una manera tan rápida y con tan pocas cosas? —cuestionó el ruso llevándose la mano al labio.
—Cuando te tratan mal en la vida no tienes nada más que levantarte y curarte tus heridas.
La voz de la modelo empezó a quebrarse, parecía que lloraría de nuevo, sin embargo, no fue así y retomó la palabra.
—Pero si te quedas allí en el mismo lugar nunca superaras tu dolor.
—Entiendo—susurro el ruso viéndola detenidamente a los ojos—Gracias, eres una gran persona.
—La fuerza no se mide por los músculos sino por la valentía que uno tiene al enfrentar las adversidades de la vida—agrego la jugadora de pelo azul al escuchar la plática de aquellos dos jugadores.
—Creo que es tiempo de ir por nuestra cena—intervino el jugador regordete, que al parecer era el más atento a la comida.
—Gracias Ji-hu. No sé qué harías sin ti.
Todos reímos al escuchar ese comentario. Nos encaminamos a los dichosos alimentos y sin titubear todos cenamos, si esta era nuestra última cena la disfrutaríamos como si fuera un exquisito mangar.
—¡Provecho por esta comida!
Disfrutamos nuestros alimentos, y allí estaba yo rodeado de diferentes personas con distintos objetivos por cumplir, uno que quería tener su propia compañía de videojuegos, una que probablemente sería volver a las pasarelas y uno que pagaría una costosa cirugía de corazón para su hermano.
Cada uno con ganas de seguir adelante, aunque en el fondo no quisiéramos estar aquí.
A eso le llamó determinación.
—Creo que al final de cuentas no nos pasó nada.
—A mí se me quitó el hambre—dije con pesadumbres—Pero sé que necesito comer para tener energías.
—¡Exacto! Creo que vas entendiendo—respondió la jugadora de pelo azul que, aunque no había prestado atención en sus alimentos ella se los había terminado por completo—Creo que es la primera vez que terminó todo lo que han dado aquí.
En el lugar el altavoz emitió un mensaje.
—Las luces se apagarán en treinta minutos. Por favor prepárense para dormir.
—En ese caso creo que hoy estaban más deliciosa la comida que otros días—agrego el jugador regordete que había devorado su porción. Tenía las mejillas sonrojadas y al parecer tenía más apetito.
—Si quieres puedes comerte esto—dije entregándole un pedazo de comida.
—En serio me darías tu porción—menciono asombrado y complacido estirando la mano.
—Sí, yo ya estoy satisfecho y creo que así estoy bien—respondí viendo cómo se alegraba al entregarle mi alimento—Lo importante aquí es que no se desperdicie nada.
Sonreí al ver que, aunque éramos minoría estamos muy unidos, a diferencia del otro grupo que lideraba el hacker, ahora todos estaban hablando con la mujer brasileña llamada Yanela.
Carne fresca para un montón de lobos hambrientos.
—¿Qué piensas que pase mañana? —preguntó la jugadora de pelo azul, estaba ensimismada viendo el tablero electrónico.
Jugadores totales y premio en efectivo.
—No lo sé, pero cada vez esta pesadilla se va haciendo más espesa.
—Es más que eso—dijo sin voltear a verme—Es como una bruma que atrofia y transforma todo a su alrededor. Al final no sé qué quede de nosotros.
—¿Crees que tengamos una oportunidad?
—Espero que sí, al final la oscuridad no existiría sin la luz.
Aquel pensamiento de ella nos reconforto a todos en el lugar.
Todos teníamos una luz por vivir, una fina esperanza que todo esto acabara, aunque como ella dijo, ese juego, esa maldad con la que mutaban en cada día que pasábamos allí nos estaba carcomiendo de principio a fin.
Al final nos dejarían desnudos con la piel colgando y los huesos al descubiertos, mostraríamos nuestra verdadera esencia sin mentiras, sin máscaras, sin nada que nos cubra.
A eso era a lo que le temía. ¿Qué estamos dispuestos a hacer para ganar?
Me lo habían quitado todo y ya no lo podía recuperar, ahora quería empezar de nuevo y hacer que pagarán por su atrocidad.
Si no hubieran ido a amenazar al señor Kim ella estuviera con vida.
En un santiamén sentí que algo en mi interior había permutado, como si un volcán hiciera erupción. Empuñe ambas manos y tense la mandíbula.
Haría que pagarán por eso.
—¿Te encuentras bien? —cuestionó el ruso llegando a mi costado—No es para tanto, al final yo recibí los golpes, pero si te ayuda espero que pronto podamos enfrentarnos en algún juego contra ellos.
Enseguida salí de aquel trance, fue como una bofetada que me trajo a la realidad.
—Solo quisiera que terminará todo esto—dejé de empuñar las manos y vi cómo se me habían marcado las uñas en la palma.
—Pienso lo mismo.
Levante la vista y vi que el cronometro estaba por terminar, no tuvimos más remedio que retirarnos a descansar, allí donde estábamos fue nuestro punto de encuentro, ahora cada uno de nosotros estábamos conectados para dormir, pero sabía que ni en ese onírico plano íbamos a poder descansar.
E5: Yewonghi — Yewonghi
—Despierta.
Escuché un leve susurro en medio de total oscuridad.
—¿Qué dices? —mencioné somnoliento entreabriendo los ojos por despertarme tan rápido de un profundo sueño.
—No tenemos mucho tiempo.
Volvió a susurrar aquella voz.
Lentamente me fui incorporando para ver de quien se trataba. Era el ruso que estaba a un lado de mi cama.
—Vamos no hay mucho margen.
Se movía con sigilo en medio de las sombras, como si fuera parte de esa amorfa oscuridad.
—Pero…
—Shhhh—se llevó un dedo a la boca en señal para que guardara silencio—Si queremos salir está es nuestra oportunidad.
Hablaba en serio, poder salir de allí.
Me levanté de la cama, aun lado de nosotros estaba la jugadora de pelo azul, dormía tan plácidamente que cuando caminé se removió en su mismo lugar.
—No despiertes a nadie solo podemos ir dos personas.
—Pero ellos son parte de…
—No discutas y vámonos.
Hice caso a regañadientes, me dolía dejar allí a mis compañeros, di un último vistazo al jugador regordete, se había dormido abrazando el pedazo de comida que le había otorgado, a un lado estaba la modelo, hacía gestos como si no le gustara lo que estaba soñando, y a lo lejos estaba el otro grupo con el hacker, el abogado y los hermanos Rivaldo.
¿Qué será de ellos cuando escapemos?
Esa pregunta era más que obvia, tendían un cruel final, una muerte segura.
—Pero no podemos dejarlos aquí…
—Escucha—volvió a susurrar el ruso tomándome de ambos hombros para que comprendiera mejor el mensaje—Nos iremos, pero si salimos es para volver por ellos.
Así que podríamos salir y rescatarlos, ese era el plan.
Perfecto.
Asentí moviendo la cabeza, seguí al ruso dando unos pasos sigilosos por todo el lugar, rodeamos las camas para que no nos vieran, el lugar estaba en completo silencio, aunque todavía no comprendía como saldríamos de aquel sitio.
—Primero ocupo que vayas a esa puerta y le hables al guardia.
—Pero como crees que me va hacer caso…
—Tu solo hazlo.
Sentencio empujándome para que hiciera lo que me había dicho. Sin otra opción fui a la puerta y la toque varias veces hasta que un guardia con máscara de círculo abrió una pequeña ventana de la puerta.
—Jugador 132, regresé a su cama—sentencio el guardia desde su lugar.
Y ahora que tengo que hacer o que voy a decir.
No sabía si eso funcionaria, pero aquí iba.
—Guardia, se información sobre una persona que esta infiltrada y pretende mandar toda la información por fuera—pronuncie con seguridad mientras me aproximaba un poco a él para que las escuchara bien.
Unas simples palabras maquilladas de mentiras y revestidas de verdades.
Espero que eso funcione.
En cuestión de segundos la ventana corrediza se cerró, pensé que no había funcionado hasta que la puerta se abrió.
El guardia salió y fue en ese momento que el ruso lo tomó por sorpresa, no le dio tiempo de reaccionar o defenderse.
Al final el guardia terminó inmovilizado en el suelo.
Su movimiento fue táctico, como si supiera de movimientos de fuerzas especiales. No lo había matado solo lo había desmayado.
—Sígueme.
Susurro mientras se agachaba para tomar el arma y un juego de llaves. El ruso se deslizaba con soltura por las escaleras de diferentes colores.
—Pero como sabremos cual es la correcta…
—Shhhh, silencio que nos pueden escuchar.
Pasamos por una puerta de color purpura, después llegamos a unas escaleras amarillas, y finalizamos en otra puerta, pero esta era roja.
—Y si nos ven por las cámaras…
—Estuve observando y analizando todo—dijo mientras sacaba el juego de llaves y abría esa puerta—Hay lugares donde las cámaras no captan la imagen.
—Te refieres a que son puntos ciegos.
—Exacto.
El ruso siguió caminado entre un largo corredor de color verde. Para que él hubiera analizado cada cámara, ver el ángulo de grabación y se percatara de esos puntos ciegos era una gran habilidad.
Magistral instinto de supervivencia.
Si eso era correcto tal vez tendríamos una efímera oportunidad de salir.
¿Cómo no pude ver esos detalles?
Terminamos de llegar por el largo corredor, giro la perilla y entramos con mucho sigilo, las luces estaban apagadas, era evidente el lugar donde estábamos. Era la sala de juegos del segundo juego.
—Pero, ¿qué hacemos aquí?
—Ya te lo dije—hablo con voz más gruesa—Estuve observando todo el lugar y hay muchos detalles en cada uno de ellos. Todo está conectado.
Todo está conectado.
Caminamos en aquella gran sala, un fuerte olor metálico nos invadió de inmediato.
Sangre.
Sangre y vísceras de las personas no tan afortunadas que perecieron en ese juego. Habían explotado sin remedio.
—Entiendo, pero ¿qué vamos a hacer?
No hubo una respuesta inmediata de su parte estaba más concentrado observando nuestro alrededor.
Se paró frete a las tres puertas con figuras; una flor, una media luna y un ave.
—Por aquí—menciono inclinándose hacia la puerta de la derecha.
No replique sobre su decisión y me limite a seguirlo.
Abrió la puerta lentamente, esta rechino un poco, no había mucha luz así que se nos dificultaba caminar.
Solo esperaba que no resbalara con un pedazo de carne o de sesos.
Giraba constantemente hacia atrás esperando que no nos vieran los guardias. Si nos atrapaban sabía perfectamente cuál sería nuestro final. Estaba seguro que ellos no iban a titubear en ejecutarnos en ese mismo instante.
Tenemos que salir cuanto antes de aquí.
Llegamos hasta el final de aquella puerta, frente a nosotros estaba el jarrón con las flechas y el piso estaba abierto al parecer era el hoyo donde caían las victimas cuando explotaban.
—Dame tu suéter.
—¿Que te de mi suéter?
—Vamos no hagas tantas preguntas y solo haz lo que te pido—respondió un poco exasperado.
—Bien, bien.
Empecé a quitarme la prenda y él hizo exactamente lo mismo. Se lo entregue y lo amarro al suyo, después lo sujeto en un extremo y empezó a descender.
No volar y dejarse llevar.
Descendimos por aquel oscuro lugar. Parecía una mazmorra, un calabozo que abría su hocico y nos engullía con rabia y fervor.
—Silencio—musitó caminando lentamente hacia una pared.
Asentí con la cabeza e imité sus movimientos. Después que estuvimos allí unos segundos a lo lejos escuchamos unos pasos.
Esperamos hasta el momento idóneo cuando giraron en la esquina donde nos encontrábamos, él tomó a uno y yo tomé al otro.
En ese momento sentí que la adrenalina corría por mis venas, el guardia se resistía, pero no tardo mucho tiempo en quedarse inconsciente.
El ruso tiro al guardia que había inmovilizado.
—¡Vamos no tenemos tiempo que perder! —citó mientras empezaba a quitarle el traje.
—Está bien—respondí por inercia.
¿Qué más podía hacer en ese momento?
Le quité la máscara al guardia y al descubrir el rostro vi que era apenas un joven.
—Pero, ¿cómo es posible? Es solo un chico—hablé asombrado, estaba paralizado viéndolo y preguntándome cómo era posible que una persona así pudiera obedecer las órdenes de otra persona, eso incluía hacer esas atrocidades y ser cómplices de asesinatos.
—Ellos tendrán sus razones—intervino sin interesarse en los guardias jóvenes—Tal vez les pagan muy bien o amenazaron a sus familias—se encogió de hombros.
—Tal vez es eso…
Mi respuesta quedó al aire, no me podía creer eso de aquellos dos guardias. Rápidamente me dispuse a ponerme el traje rosa y la máscara, ambas eran de triangulo.
—Ahora debemos de poner esos dos cuerpos lejos de la vista de todos—dijo el ruso detrás de esa máscara que distorsionaba un poco la voz.
Ayude a mover el cuerpo lo dejamos en lo que parecía un horno para crematorio.
—¿Crees que aquí es donde terminamos? —cuestione viendo lo rustico del lugar.
—Creo que sí, aquí termina el viaje de los jugadores menos afortunados.
Nos quedamos viendo detenidamente por unos segundos que no solo había un horno sino decenas de ellos.
La lumbre consumía la carne y lo transformaba en cenizas ufanas.
Sin más fuimos por el siguiente cuerpo, no era que los fuéramos a incinerar, solo no queríamos que los encontraran pronto y que despertaran y alertaran a otros.
—En marcha—emitió el ruso y lo seguí.
Ahora andando con los trajes me sentía un poco más protegido, como si este fuera un escudo que pudiera cuidarnos de los enemigos.
Ya no estábamos desnudos y nos infiltrábamos como un virus en el lugar.
Seguimos una serie de caminos por aquel laberinto subterráneo, en todo el trayecto parecía que estábamos solos.
—¡Por aquí!
Seguía a mi compañero que cada vez lo veía más estresado por no encontrar una salida.
Estábamos en un terreno desconocido, aunque vestíamos con máscaras conocidas. Vaya dilema.
—Creo que deberíamos de ir por este lado—indique señalando el lado izquierdo, era un camino más oscuro. Y no era que tuviera mayor predisposición por ese lado porque era zurdo. Simplemente que presentía que esa era la salida.
—No. Creo que es por aquí.
Giramos y en ese preciso momento tres guardias nos cerraron el paso.
—¿Qué hacen aquí?
La pregunta nos tomó por sorpresa, el que nos cuestionó llevaba una máscara de cuadrado, le seguían dos con máscaras de círculo.
Esperaba que el ruso contestara, así que no hice ni un movimiento precipitado o que se viera sospechoso.
El guardia estaba a punto de volver a cuestionar cuando por fin respondió mi compañero.
—Estamos obedeciendo órdenes de él.
—¿Del líder?, ¿el líder los mando a hacer algo hasta aquí y a estas horas?
Silencio.
Ni uno de los dos dijimos nada y nos quedamos estáticos en nuestra misma posición.
Uno de los guardias paso una pistola con un láser rojo, nos escaneo a ambos y nos identificó con un número.
De nuevo el guardia con máscara de cuadrado estaba por hablar cuando estaba vez yo fui el que tomó la palabra.
—Si quieres terminas la orden que nos encomendó el líder, aunque al final no sé cómo lo llegué a tomar.
Ahora ellos fueron los que estaban sin decir ni una palabra. Los guardias se vieron entre sí y al final respondió.
—Solo terminen de completar la orden y lárguense a descansar.
No dijo más y pasaron a un lado de nosotros.
Estuvo cerca.
—Bien hecho—agrego el ruso, meneo la cabeza para que lo siguiera y empezamos a caminar.
Después de pasar por un largo corredor llegamos a una puerta, esta está asegurada así que él saco el juego de llaves y empezó a tratar con diferentes hasta que dio con la indicada.
La abrió y estábamos en un enorme sitio, frente a nosotros estaban esas estacas y se erguían dos grandes torres donde habíamos jugado el último juego.
—Este es el juego del puente.
—Sí—respondí viendo detenidamente las estacas, estas todavía tenían restos de carne y estaban llenas de sangre.
Allí el olor era muy penetrante, me lleve la mano a la nariz para tratar de disimular el fétido hedor.
Una esencia que picaba tu sentido y la transmutaba en vileza.
—Por aquí—menciono el ruso llegando hasta una puerta que se encontraba en una esquina.
Yo solo me limite a seguirlo y dicha puerta se camuflajeada muy bien con el entorno, cuando estuvimos allí nunca me percate de su presencia, estaba más al pendiente de lo imponente de la altura de las torres y de las afiladas estacas que de los detalles de mi alrededor.
Es muy observador.
—Por cierto ¿cómo te llamas? —pregunté siguiéndole los pasos, iba caminando rápidamente y me era difícil estar a la par.
—Eso importa—respondió sin girarse a ver.
Aunque tuviéramos las máscaras uno sabía cuándo lo veían o cuando no.
—Para mí si tiene importancia, quisiera saber quién me está salvando la vida.
No hubo respuestas, abrió la puerta y esta rechino.
Entramos a lo que parecía un ducto, pero no era de aire, más bien parecía como si fuera una alcantarilla.
Rompí el silencio y mencioné mi nombre.
—Soy In-ho y…
No termine de hablar cuando me interrumpió abruptamente.
—Escucha In-ho no me interesa quién eres, que hacías allá afuera, si tienes familia, yo solo quiero que salgamos de este maldito lugar—me tomó del brazo, nos quedamos en silencio viéndonos a través de esas dos mascaras.
—Comprendo—dije soltándome de su agarre y caminando frente a él.
Hubo un largo camino que recorrimos en aquella sucia alcantarilla, las botas estaban llenas de agua sucia, y despedía un fuerte olor a podrido.
—Mi nombre es…
Finalmente había dicho su nombre, no dije nada al escucharlo, pero agradecía que fuera sincero. Teníamos en común algo y eso era querer salir de allí y rescatar al resto.
—Gracias—respondí y llegamos hasta el final de aquella sucia tubería—Creo que hasta aquí llegamos.
—Por lo visto eso parece—avanzo y llegó hasta una gran reja que había frente a ambos. La empujo un par de veces y esta no cedió—A un lado.
—Acaso…
Alcance a dar un par de pasos hacia atrás cuando amartillo el arma y disparó una ráfaga.
¿Acaso estaba loco?
—¡Vamos que no tenemos mucho tiempo!
Salimos de esa alcantarilla y llegamos ahora a un solitario camino.
—Creo que estamos cerca—siseo el ruso mientras caminábamos por ese lugar. Abrió una puerta entramos y parecía como si fuera un viejo almacén.
Había vetustos uniformes, estos eran de color negro, también había máscaras, pero a diferencia de las que portábamos estas no tenían ninguna figura.
Seguimos caminando, vi que en ese almacén había un maletín, sin preguntarle lo abrí, adentro había millones de wones y un juego, eran esos papeles azules y rojos que uno volteaba, Ddakji.
A un lado estaba un fino traje.
¿Qué es este lugar?
—No toques nada—sentencio mientras seguía caminando. Se detuvo al contemplar algo gigantesco.
—¿Qué es eso? —pregunté al ver aquel armatoste.
—No tengo ni la menor idea.
Frente a nosotros se encontraba una muñeca de unos cuatro metros, tenía una blusa amarilla con vestido naranja, dos trenzas con liga de bolitas moradas y un moño con las figuras de cuadrado, triangulo y círculo.
—¿Crees que sea parte de algún juego?
—Espero que no.
Dejamos atrás a la colosal muñeca y salimos de aquella bodega.
—Por aquí.
Señalo un ducto de aire que había en un extremo. Seguí su instrucción y nos adentramos en ese lugar.
—Este sitio es un laberinto—agregue mientras nos movíamos un poco incomodos por el lugar.
—Creo que es peor que eso.
—¿Crees que tengamos una oportunidad de salir?
—Yo digo que sí.
Y en ese preciso instante, cuando nuestras esperanzas estaban concretándose, resonó en todo el lugar una alarma.
—¡Maldita sea creo que ya saben que nos hemos escapado! —gritó y apresuro el paso.
La alarma seguía resonando en todo el lugar.
Estábamos en los conductos de aire y por una de las rejillas pude ver lo que era un amplio campo de juego. Era un espacio cerrado, pero cuando estuvimos allí estaba abierto.
—Ve ese es el primer escenario de juego—mencioné mientras pasábamos por allí. Ahora no había tiempo que perder.
—Lo sé y creo que estamos muy cerca.
—¿Estás seguro que este es el camino?
—Desde que llegamos aquí supe que para salir teníamos que llegar a este punto. Así que si, este es el camino para nuestra libertad.
Aquellas palabras parecían ajenas a todo nuestro entorno.
Era un haz de luz en total oscuridad.
El sonido metálico del conducto de aire resonaba a cada movimiento que dábamos, girábamos hacia la derecha, después a la izquierda, otra vez izquierda y finalizábamos en derecha. No teníamos un orden para seguir solo nos guiábamos por nuestra intuición.
Nos declinábamos en total deriva para salir de ese infierno en carne viva.
—¡Creo que es por aquí! —el ruso llegó hasta el final del conducto, una fina luz iluminaba el lugar.
—Por fin saldremos, por fin saldremos—respondí alegre por poder salir de allí.
—Sí, pero tenemos que seguir guardando silencio.
La alarma seguía sonando ahora la podíamos escuchar con mayor intensidad. El ruso dio una contundente patada a la rejilla del conducto, después que la abollo pudimos salir de allí.
Nos incorporamos respiramos por primera vez aire puro lejos de esas cuatro paredes donde nos tenían prisioneros.
Éramos libres, con máscaras, pero sin cadenas.
Inhale profundamente la brisa de mar saturo mis pulmones llegándome de regocijo.
—Vamos tenemos que bajar.
Estábamos en la punta de lo que parecía una isla. A lo lejos se podía ver el mar, tan tranquilo y sereno, nadie se imaginaria que en ese lugar se estremecía con maldad y turbidez.
Descendimos colina abajo, teniendo mucho cuidado de no caer, conforme bajábamos vimos lo que parecía un bote.
—Alguien allá arriba está de nuestro lado—dijo señalando con el dejó.
—Creo que estamos a nada de salir de aquí y rescatarlos.
—Sí, los rescataremos y terminaremos con este maldito juego. Acabaremos con esta organización de mierda.
Pronto los rescataremos.
Pensaba en el jugador regordete, la modelo, la jugadora de pelo azul, y por qué no también en el abogado, los hermanos Rivaldo y en ese maldito hacker que lo tendría tras las rejas.
—¡Vamos ya casi! —hablo con entusiasmo el ruso llegando al bote primero que yo—Suelta la cuerda y larguémonos de aquí.
—Sí.
Respondí y cuando giré para ir a desatar la cuerda, estaba una persona frente a mí apuntándome con su arma.
Todo paso tan rápido, pero al mismo tiempo en cámara lenta.
Me detuve precipitadamente, la tierra hizo que derrapara y cayera. Tragué saliva, me incorporé, pero aquella persona seguía apuntándome a escasos centímetros.
Era ese sujeto que se hacía llamar líder, era el hombre de la máscara negra.
Escuché el sonido del martillo de su revolver S&W Magnum, sabía que pasaría después así que cerré los ojos.
Sentí el arma fría y gélida en mi frente, después de un par de segundos escuché la detonación.
Todo se había acabado.
—¡Vamos In-ho, vamos, vamos!
Escuché que alguien me hablaba, no supe que pasaba en ese momento, me lleve rápidamente la mano a la frente, después palpe mi cuerpo, como si me hubiera pasado algo.
—¿Estas bien?
De nuevo esa voz que me hablaba, pero no sabía de dónde provenía. La vista se fue aclarando paulatinamente, había mucha luz y una gran cacofonía.
—Creo que tuviste una pesadilla, estabas hablando dormido, no se entendía lo que decías.
Toque de nuevo mi frente estaba sudando, acaso todo eso lo había…soñado.
—Vamos despierta que no tenemos mucho tiempo, te dejamos dormir más y es hora de que te levantes.
Respiré y vi que me encontraba de nuevo en aquel lugar. Todo había sido un sueño, pero uno muy tétrico y retorcido, pensé por un momento que podría salir de ese lugar, aunque creo que solo pasó en mi mente.
Más que un sueño había sido una pesadilla.
La música clásica resonó en el lugar, pude ver al ruso que estaba en una esquina de brazos cruzados, me quité rápidamente la sabana que me cubría quité al jugador regordete que me había levantado y fui con esa persona.
Seguía con esa postura arrogante que lo caracterizaba. Esa que no dejaba entrever nada.
Una coraza de principio a fin.
—¿Cómo te llamas? —pregunté sin decirle nada más.
—Disculpa.
—Si, como te llamas—volví a cuestionar, no quería que los recuerdos de aquel mal sueño se evaporaran, pero a cada segundo que pasaba estos se diluían en las profundidades de la reminiscencia.
—Para qué diablos quieres saber mi nombre eso no es…
—Dime cómo te llamas—sentencie sujetándolo de la camisa y fulminándolo con la mirada.
—Está bien, está bien, creo que nadie se había puesto así al preguntarme mi nombre, más que cuando mi vida pendía de un fino hilo.
Hubo un incómodo silencio entre ambos.
No me había percatado, ahora todos mis compañeros estaban atrás de mí, viendo mi errático comportamiento.
—Me llamó Vladimir, Vladimir Volkov—hizo una mueca y después continuo—Así que ya me puedes soltar verdad.
—Sí—baje la mirada, el nombre en el sueño se había esfumado, dudaba que fuera el mismo. Giré y me disculpé por mi comportamiento.
Enseguida emitieron un mensaje por el altavoz.
—El cuarto juego está por comenzar. Sigan las instrucciones del personal y diríjanse a la sala de juegos. Repito. El cuarto juego está por comenzar. Sigan las instrucciones del personal y diríjanse inmediatamente a la sala de juegos.
««« • »»»
Éramos 36 jugadores divididos en cuatro filas. Un guardia nos iba escoltando y otro más iba detrás de nosotros.
De nuevo nos encontrábamos por ese laberinto de colores. Escaleras y puertas que nos llevaban al caos.
Caminaba con cierta parsimonia como si quisiera recordar algo de mi sueño.
—¿Todo bien? —preguntó la jugadora de pelo azul que iba atrás de mí.
—Sí—respondí abstraído sin voltearla a ver—Nunca has tenido el sentimiento que ya has experimentado algo y es como volver a vivirlo.
—Te refieres a un dèjá vu.
—Creo que es eso.
Seguía contemplando aquellos colores, quería aferrarme a algo de ellos, que me transmitieran algún tipo de información para descifrar aquel acertijo en mi sueño.
¿Tendrán puntos ciegos?
Por más que veía los ángulos de las cámaras estas estaban muy bien ubicadas y no veía algún espacio que estas no captaran.
La voz de la jugadora de pelo azul me trajo de nuevo a la realidad.
—Tranquilo que todos los puntos se conectan al final del ocaso, un cálido arrebol es el que nos depara.
—Gracias por tus palabras.
En ocasiones no comprendía todo lo que decía, pero sabía que por alguna u otra razón la profundidad de sus palabras tenía una irremediable conexión con lo que estaba en el entorno.
Los guardias nos dirigieron a una gran sala blanca parecía la misma en la cual ya habíamos estado.
Entramos por una puerta amarilla y descendimos unas escaleras. La puerta la resguardaba un guardia bien armado, había otras dos puertas una de color rojo y una azul.
El altavoz emitió un nuevo mensaje.
—Bienvenidos todos los jugadores al cuarto juego. Este juego se jugará en equipos de dos. Encuentren una pareja con la que quieran jugar. Cuando dos personas acuerden jugar y se den la mano se convertirán en compañeros. Tienen un límite de tiempo de diez minutos para encontrar pareja. Repito. Formen equipos de dos. Sigan las instrucciones.
Todos nos vimos con cara de asombro y preocupación.
Estupefacción por no saber a qué íbamos a jugar.
Levante la vista para ver el cronometro, el tiempo corría sin restricción ni barreras.
09:21
Seguíamos en un enervante silencio viéndonos los unos a los otros.
—Con que parejas he—menciono el ruso llevándose una mano a la barbilla—¿De qué creen que se trate este juego?
—No lo sé—respondí meditabundo, lo vi de reojo esperando encontrar algo más en el por el sueño que tuve, sin embargo, no encontré nada.
—Creo que competiremos contra otros equipos.
Escuché que respondió el jugador regordete, si ese era el caso uno tenía que pensar muy bien con quien estrechaba la mano, nadie quiera terminar empalado o explotando.
¿A quién tendría que escoger?
El ruso vio a la modelo, esta estaba muy tímida evadiendo la mirada de todos, por un momento pensé que la escogería por agradecimiento que ella había curado la herida, pero sin prestar atención a nadie se llevó las manos a las bolsas del pans y se fue diciendo;
—¡Yo me largo de aquí!, veré con quien ganarles.
Allí se iba mi oportunidad de ganarles a otros.
El ruso era un jugador completo, era inteligente, calculador, competitivo y sobre todo fuerte.
Ni hablar ahora tenía que buscar a alguien más.
¿Quién? ¿Quién?
Vi al jugador regordete, sabía que él era bueno, pero sería lo suficiente para poder ganar. El último estuvo muy reñido y casi nos cuesta la vida.
¿Qué voy hacer? A quien debo escoger.
Por otro lado, la modelo, aunque era una mujer muy atractiva no era nada vigorosa o tenaz.
08:03
En ese momento otro jugador llegó y abordo a la modelo.
—Jugadora 128 me concedería el honor de ser su pareja—se había inclinado con una rodilla en el piso y había estirado la mano.
Le estaba pidiendo que jugara con él o le estaba proponiendo matrimonio.
La escena fue muy curiosa porque todos giramos a verlos.
La modelo se sonrojo guardo silencio por un periodo de tiempo y después de eso ante nuestras miradas no tuvo más remedio que aceptar la humilde petición de aquel jugador.
6:47
Estaba por encaminarme con el jugador regordete, si le explicaba bien el juego y lo tranquilizaba para que no estuviera ansioso sabía que podíamos tener una oportunidad. Que mejor que una cara conocida para el siguiente juego.
Bien ya está hecho.
Estaba por dar el paso hacia él cuando el hacker llegó y lo abordo.
—Hey eres bueno jugando Half-life y Unreal.
—Sí, pero soy mejor en Starcraft—respondió alegre el jugador regordete.
—Me alegro por ti, a mí en lo particular me gusta usar a los Protoss, creo que con una buena nave Carrier uno tiene la partida ganada.
—Sin mencionar que una leviathan de los Zerg uno puede dar buena batalla.
—Dime porque no hacemos un buen equipo y acabamos con este campamento entre nosotros. Destruyamos todas las battlecruiser de este lugar—el hacker le extendió la mano al ver que ambos tenían mucho en común.
—Sí.
—Seamos un bit team.
Me vio de reojo, no hice más que asentir y desearles suerte en el siguiente juego.
Sin más giré para tratar de escoger a una persona para formar equipo cuando alguien se interpuso en mi camino.
—Formemos equipo.
—¿Cómo? —dije, sus palabras me habían tomado por sorpresa.
—Sí, hagamos equipo.
—Pero… —titubeé al responder y el tiempo seguía su curso.
05:19
Como decirle que prefería la fuerza que la destreza.
Estaba por hablar cuando ella me interrumpió.
—Sé que buscas a un hombre, tu primera opción el 189 después el 213, pero créeme que conmigo formaremos un magno equipo y le daremos pelea a cualquiera.
—Si lo sé, pero…
04:36
Desvié la vista hacia otros puntos, vi como otros jugadores se estrechaban la mano, entre ellos los hermanos Rivaldo.
Ahora quedaban menos y menos opciones.
—Piénsalo bien, estos juegos no solo son de fuerza sino también de destreza.
Guarde silencio ya que sus palabras tenían toda la razón, en ninguno habíamos utilizado una fuerza descomunal, todo era con los principios básicos del juego de infancia.
Eso era todo.
—Tú sabes que lo importante es jugar.
La volví a escuchar y asentí.
—Lo sé—respondí moviendo la cabeza en forma positiva.
03:15
No sé porque le estaba dando tantas vueltas al asunto, tenía en mente otro tipo de compañero, pero al verla a los ojos, todo había cambiado.
Inhalé profundamente y al estrechar su mano supe que tenía razón.
Una descarga eléctrica nos envolvió.
Ahora era tiempo de jugar.
00:00
—Se acabó el tiempo para buscar una pareja. Por favor avancen al siguiente cuarto para comenzar el juego.
Resonó el altavoz en el lugar.
Los guardias abrieron de par en par una puerta negra y los jugadores empezamos a avanzar hacia ese lugar.
Entramos a la siguiente sala era un lugar cerrado. Esta estaba ambientada como si fuera un gran parque. Había césped finamente cortado, tenía un color verde muy llamativo y hermoso.
Se podía respirar vida en aquel lugar.
Las paredes estaban pintadas con colores que iban desde el purpura, anaranjado y rojizo. Era un lindo atardecer.
El altavoz se volvió a activar.
—Todos los jugadores por favor sigan al personal a sus posiciones del juego.
Frente a nosotros llegó un guardia con máscara de triangulo, no dijo nada solo se limitó a darse media vuelta y lo seguimos.
—¿Qué crees que vayamos a hacer?
—Creo que será un juego de competencias contra otros—respondió la jugadora de pelo azul mientras caminábamos por un puente.
Pasamos sobre un pequeño arroyo, había peces de diferentes tamaños y colores que nadaban libremente por ese lugar.
A lo lejos había flores, estas eran de color rojo, blanco, amarillo y azul.
—Los tulipanes son mis favoritos—menciono alegre viendo con atención el lugar.
—Esto es hermoso—inhale y el aroma de cada una de ellas me cautivo.
—Es como si no estuviéramos aquí y pudiéramos extrapolarnos a otro lugar. Uno donde se respira paz.
Armonía y tranquilidad.
Seguíamos al guardia, este nos llevó por un camino entre algunos árboles en aquel jardín.
Finalizó el recorrido frente a unas bellas flores y un aparato muy conocido de la infancia.
—El siguiente juego que jugaran será el “Nolwigi”, ganará el jugador que llegué más alto y toqué la campana. Repito. Ganará el jugador que llegué más alto y toqué la campana.
Frente a nosotros se encontraba una tabla larga y estrecha, en medio había un saco de paja. El resultado era un balancín.
Sentí una punzada de dolor por el juego que estábamos por efectuar, y no era porque aquí las mujeres eran más buenas que los hombres, sino porque ahora tendría que competir contra ella. Por un momento pensé que sería como el juego anterior, que íbamos a disputar contra otros.
Esto era un duelo entre dos.
Un mano a mano.
—Solo tienen quince minutos. Que comience el juego.
La jugadora de pelo azul sin decir nada y con la mirada fija en el piso rápidamente se colocó en un extremo de la tabla. El dilema aquí era que cada uno tenía que intentar llegar más lejos para conseguir el resultado.
Si yo pesaba más tenía menos probabilidad de ganar.
Ahora todo estaba en contra mía.
—Tranquilo—menciono ella invitándome a jugar.
—Cómo quieres que esté tranquilo si lo que se juega aquí son nuestras vidas—dije consternado empuñando ambas manos.
—Relájate y juguemos, empecemos a jugar y dejemos que volemos sin que nos pese la piel.
Tragué saliva y subí a aquella tabla. No quería brincar o darle impulso a ella. La altura que teníamos que alcanzar para tocar esa campana era de varios metros.
—Han de ser unos seis metros—profirió mientras tomaba un poco de impulso.
—Creo que sí—respondí sin ganas, ahora este juego se estaba volviendo un poco tedioso.
Cada salto que daba me aproximaba más a la salvación o a una triste muerte.
—Yo nunca pensé que…
Las palabras quedaron al aire y no pude terminar la frase.
—No te afliges que nadie pensaba eso.
Hubo un largo periodo de silencio, no estábamos tomando impulso, solo dejamos que la inercia nos llevara.
11:09
—Así que eres detective—susurro retomando la palabra mientras nos elevamos o descendíamos.
—Sí—dije mientras la veía fijamente.
Acaso este será mi final.
—Pero eso no es tu verdadero objetivo aquí, verdad.
—No—volví a responder inexpresivo.
—Entonces que ¿cuál es ese dichoso motivo?
Acaso era momento de tener una plática como esa.
09:36
Hice una mueca e intenté tomar un poco más de impulso, si la elevaba más cuando cayera ella me impulsaría.
—De saber que pasaría esto no te hubiera escogido—retome la palabra viendo desde lo alto el magnífico lugar donde nos encontrábamos.
Árboles, flores, pasto y un pequeño estanque.
—Que desperdicio no. Todo lo que la naturaleza nos ha dado y nosotros se lo hemos arrebatado.
—Exacto. No hacemos más que destruir nuestro alrededor.
—Bueno ya responderás o seguirás evadiendo las preguntas como en un principio.
Mientras saltaba vi como otros jugadores estaban tomando altura, las mujeres tenían grandes posibilidades de ganar.
—Yo más que nunca necesito del dinero.
—Si lo sé, por eso estas aquí—agrego la jugadora de pelo azul—Pero cual ese ese motivo que te impulsa a seguir.
En ese momento un torbellino de emociones me invadió, pensé que perdería la estabilidad.
Recordé con melancolía a mi bella amada Seo-yeon y también ese maldito resultado donde decía que no podía ser compatible con él.
Finalmente, y con voz quebrada pronuncie.
—Antes de marcar estaba por suicidarme—me tomé unos segundos—Perdí el amor de mi vida escasos días antes de llegar aquí, también todos mis ahorros, la mafia se llevó todo.
—Lamento tu perdida—susurro con un toque de tristeza.
—Pero sobre todo…mi hermano… Jun-ho necesita de un trasplante de riñón, yo podría ser un donante, pero lamentablemente no soy compatible…si no se opera pronto… morirá.
—Cuanto lo siento.
Tragedia tras tragedia me había perseguido en mi vida.
Me preguntaba si podría darles un giro a todas esas calamidades.
06:13
El tiempo se estaba evaporando, se estaba escurriendo entre mis manos y ninguno de los dos estaba empeñado en ganar.
—Y tú ¿por qué estás aquí? —articule dando un trago amargo a mis recuerdos—Si no mal recuerdo también evadiste mi pregunta.
—Como te lo había dicho antes, estoy aquí porque debo de estar aquí. Así de simple.
—Sí, pero tiene que haber una razón en concreto.
Seguimos brincando a través de esa tabla. Manteníamos la misma altura en cada impulso.
Después que se tomó unos segundos exhalo con pesadez y continúo.
—Estoy aquí porque…
No hubo respuesta inmediatamente, seguimos saltando y saltando y el tiempo transcurría sin reparo.
—Si no quieres decir lo entien…
—Tengo una rara enfermedad y pronto moriré.
Sus palabras llegaron de una manera contundente tomándome por sorpresa y dejándome helado por lo que había escuchado.
Así que morirá.
Tartamudeé un par de veces, no pude articular nada, fue como si me hubieran quitado el aire a mí alrededor.
—Estar aquí jugando, debatiéndome entre la vida y la muerte cada día, es la mejor medicina que puedo tomar. Para mí esto es la catarsis que necesita mi cuerpo.
Cientos de preguntas llegaron como un aluvión.
¿Cómo era posible que muriera?
¿Tenía algún tipo de cáncer?
¿Por qué nunca lo había dicho?
04:49
Lentamente fui recuperando el habla.
—Pero, ¿qué es lo que tienes? ¿Por qué dices eso? ¿Qué enfermedad es?
—Tranquilo que son muchas preguntas—sonrió como si todo estuviera bien en su vida.
—Lo siento, no quise ser imprudente.
—Descuida, es de esos temas que hablas cuando ya nada importa. Al final tanto tú como yo podríamos morir aquí, así que si te lo conté probablemente te lleves mi secreto a la tumba.
La jugadora de pelo azul como más impulso y se elevó varios metros más.
Eso hizo que un escalofrió recorriera todo mi cuerpo.
03:21
Después de brincar y ambos tomar más impulso, ella retomó la palabra.
—Por si te lo preguntas no es algún tipo de cáncer, sino que es peor aún.
—¿Qué podría ser peor que el cáncer? —cuestione con incertidumbre.
—Tengo una rara enfermedad, mi cuerpo no se reconoce a sí mismo, es un padecimiento autoinmune muy agresivo. Los doctores dices que es un caso único, que no hay cura o medicamento que la controle. Moriré por culpa de mis propias células.
Escuché atentamente cada palabra, al igual que ella yo conocía esa situación, esa desesperación de no poder hacer nada para remediar algo.
—Cuanto lo siento…
—Pero investigando encontré que en Singapur están realizando ensayos experimentales, el laboratorio se llama TeraLab, son tratamientos personalizados a base de tu propio ADN. Y por eso necesito el dinero, para pagar ese costoso procedimiento.
Ahora comprendía porque ella no comía, porque se alejaba de todos, porque se mareaba, y porque su constante debilidad, pero al mismo tiempo luchaba contra todo eso y salía adelante.
Ella es toda una guerrera.
01:56
—Cuanto lo siento, pero no nos queda mucho tiempo y lamentablemente uno de nosotros tiene que salir de este juego o si no me imagino que ambos moriremos—proferí viéndola detenidamente.
—Comprendo lo volátil del momento, al final el fuego fatuo calcina todo lo que lo rodea y las almas reas divagan en un fúnebre atardecer.
—Nos quedan menos de dos minutos, así que ¿qué vamos a hacer?
No quería ser yo el que tuviera que tomar una decisión como esa. Al fin de cuentas no quería que ella muriera y menos si yo tenía que darle esa sentencia.
—No te sientas culpable—agrego viéndome detenidamente—En el ocaso del páramo el sendero de estrellas esta trazado y la alquimia de tu ser sabe a dónde tiene que ir.
Después de esas profundas palabras ella tomó más impulso en su salto, parecía que con cada intentó se aproximaba más y más a la meta.
Yo también tengo que dar mi mayor esfuerzo.
—Tienes razón—mencioné haciendo mi mejor intentó por saltar—Daré todo por conseguir tocar la campana.
—Esa es la actitud. Darlo todo a cada segundo. Vivir como si ese instante fuera el último de tu vida. Porque así es la energía, uno nunca sabe cuándo trascenderá al siguiente plano.
01:02
—En ese caso démoslo todo y no nos quedemos con nada.
Después que dije esas palabras hice mi mejor esfuerzo por alcanzarla, para mí me era más difícil llegar a esa altura, una, porque ella no era tan pesada para impulsarme, dos, pesaba más y eso hacía que fuera más difícil y tres, tenía menos de un minuto para poder ganar.
O tal vez perder.
Seguí impulsándome en el aire, vi como otros jugadores alcanzaban grandes alturas, escuché a lo lejos el sonido de una campana, enseguida retumbo la detonación de un arma de fuego.
00:33
Acaso alguien había muerto.
—Sigue intentando no te distraigas—me advirtió la jugadora de pelo azul que le faltaba menos de un metro para tocar la campana.
—Sí—respondí y las detonaciones siguieron a mí alrededor.
—Si quieres vivir tienes que dar tu mejor esfuerzo, no hoy, no mañana, sino siempre.
Aquellas palabras me hicieron volver a recordar el motivo por el que me encontraba allí, eran ellos los que me impulsaban, esas personas que creyeron y creían en mí.
No los defraudare.
No los defraudare.
—No los defraudare—susurré tomando más impulso.
—¡No los defraudare! —grité en el aire lleno de energía por seguir vivo.
00:19
Los segundos pasaban, pero cada vez iba tomando más impulso, era como si pudiera volar.
00:15
Estire la mano y solo me faltaban unos centímetros más para alcanzarlo.
00:08
Cada salto nos aproximaba más a la meta.
00:06
Solo un impulso más y podría llegar.
—Tú también lo sientes verdad—dijo la jugadora de pelo azul cuando estuvo en el aire. Parecía que el tiempo se detuvo en ese instante—Poder volar y divagar entre las estrellas del firmamento—estaba a punto de tocar la campana, pero en el último momento ella se detuvo y no la toco—In-ho, quiero que vueles alto y alcances tus metas.
00:03
Ella cerró los ojos y con un movimiento extraño hizo que yo me elevara por el aire vi de reojo el cronometro, quedaba solo un segundo, no me quedó de otra que tocar la campana. El sonido alerto al guardia que enseguida tomó su arma y apunto a la jugadora de pelo azul.
00:00
Ella abrió los ojos y me sonrió, movió los labios y sabía que había dicho;
Adiós.
Escuché una detonación y la vi caer muerta en el pasto.
El color rojo resaltaba con el verde. Era un roció, pero no de vida sino de muerte.
Quise acudir a ella para verla, pero el guardia me lo impidió, se antepuso frente a mí empujándome para que me fuera de allí.
Seguía gritando, pero más guardias llegaron para llevarme arrastrando, al final vi su cuerpo que reposaba sobre a los tulipanes que ella tanto quería.
Las lágrimas seguían brotando descontroladamente de mí. No quería ese final, no quería que fuera así, no quería darle muerte. Pero al final fue ella la que me salvo y dio su vida para que viviera.
Mientras dejaba ese paraíso infernal recordé una plática que tuve con ella en días anteriores. Le había preguntado cómo se llamaba, ella no había respondido, dijo que no recordaba su nombre, que solo recordaba su apellido, ella me dijo que era Kyun.
—Kyun tu sacrificio no será en vano—mencioné con firmeza quitándome del agarre de los guardias y caminando solo. Giré dejando atrás el pasado y enfocándome al frente—Gracias y dejare que la energía fluya.
Caminaba con ímpetu y conforme iba avanzando veía a otros participantes que habían ganado, el ruso estaba allí, me dio gusto verlo y saber que estaba a salvo, después que se fue de nuestro grupo supe que había hecho pareja con un jugador, parecían un buen equipo uno que podría ganarles a otros, pero el juego no era contra otros sino contra ellos.
A lo lejos también vi que iba caminando la modelo, esta se veía más aprensiva de lo normal, evoque como aquel jugador se hinco para pedirle que fuera su pareja, ahora ella venia sola, creo que en vez de pedirle que fueran pareja le había pedido que ella lo eliminara.
¿Por dónde estar?
Seguía viendo los jugadores que habían ganado, y entre unos árboles vi que llegaba aquella jugadora brasileña, ella había competido contra su hermano, creo que había sido un encuentro muy lamentable. Ver morir a tu propio hermano, sin embargo, él había dicho que haría cualquier cosa para hacer que ella llegara a la final. Ahora su vida había sido ese trampolín.
¿Dónde? ¿Dónde?
Seguía buscando a esa persona, pero no la veía por ningún lado.
Vi cómo llegó el abogado y palmeo mi hombro, paso sin hacer algún comentario. Se veía exhausto, después que él se había cambiado de bando se había inclinado por escoger a otro jugador, había sido uno veterano, al parecer no le costó ningún problema sacarlo del juego.
Vamos sal de donde estés.
Mas jugadores pasaron a mi lado, yo me mantenía en el umbral de la puerta, había dos guardias que custodiaban la entrada y otros que llegaban con los jugadores.
No sabía cuántos jugadores habían llegado, pero escuché a un guardia que había dicho que solo faltaba uno más.
Esperaba con ansias que fuera él, levante el cuello y entre los arbustos por el puente del arroyo paso un jugador, tenía una sonrisa de medio lado, estaba disfrutando cada paso que daba.
Esa jodida sonrisa se la borraría yo mismo.
Estaba por ir contra él e interceptarlo cuando de nuevo unos guardias se interpusieron, estaban bien armados y me apuntaban.
—¡Jugador 132 retroceda! —sentenciaron listo para dispararme.
—Pero…
—Esta es la última advertencia, retroceda.
No dije nada y vi como aquel sujeto se empezó a carcajear abiertamente. Su estruendosa risa resonó en todo el lugar.
—¡Hijo de puta!
—Hubieras visto su cara cuando estábamos jugando y estaba a punto de morir—se aproximó a mi mofándose—Pensó que jugaríamos un videojuego o resolveríamos un cubo rubik, ese que tiene colores y que tienen los frikis cuando no hacen nada en sus patéticas vidas.
—¡Que le hiciste maldito infeliz! —grité intentando zafarme del agarre de los guardias.
—Yo no hice nada—dijo con cinismo—Todavía recuerdo que me dijo antes del juego que si ganaba el premio haría su propia empresa de videojuegos y compraría pizza todos los días.
De nuevo otra carcajada en el lugar.
Tenía tensa la mandíbula, sentía que algo subía por mi cuerpo, era rabia, rabia por querer matarlo allí mismo.
Uno de los guardias con su arma me golpeo en el abdomen haciendo que me doblegará al sacarme el aire.
—A ti también te invito a comer pizza—imitó como si estuviera comiendo una rebanada—No te preocupes que cuando salga de aquí le compare una maldita caja de su pizza favorita y la pondré en su jodida tumba.
Se volvió a carcajear, pero esta vez en mi cara.
—Maldito esto no se quedará así.
—Sabes que me dijo antes de comenzar el juego—cuestionó cruzándose de brazos.
Aquel cuestionamiento era algo que no me interesaba, pero después de unos escasos segundos retomó la palabra.
—Dijo que si podríamos ser Gganbu—de nuevo una hilarante risa—Ya sabes esos niños tontos que comparten todo. Y te imaginas que le dije. Vamos adivina.
Intenté levantarme, sin embargo, los guardias seguían tomándome de los brazos.
—¡Que! —escupí con coraje.
—Le dije que sí, que fuéramos Gganbu, pero al final, bueno el final me imagino que ya sabes cuál fue, verdad.
Implemente de nuevo más fuerza para liberarme, pero recibí otro golpe.
Después de verme con desprecio y de forma burlona el hacker continúo.
—Tu amigo por fortuna era muy gordo, eso me ayudo bastante a mí.
Se aproximó y acomodo el cuello de mi suéter.
—Un joven muy carismático, con mucho talento por delante, toda una vida llena de posibilidades por triunfar—hizo una mueca y chasqueó la boca.
—¡Maldito infeliz!
—No había un poco de maldad de su parte, eso me facilito el trabajo. Pero sabes que fue lo último que le dije.
No quería escuchar esto, solo quería ir a la cama y descansar, pensar en todo lo que había pasado allí me hacía que me doliera en lo más profundo de mi alma.
Primero la jugadora de pelo azul y ahora él.
En ese instante trate de disipar lo que aquel jugador decía, pensé en mi amada, en los buenos momentos que pasamos juntos, pensé en mi hermano que podría resolver el caso que se le pusiera enfrente, pero ni uno de esos pensamientos evadió aquella sonrisa frente a mí.
Después de unos segundos volvió a retomar la palabra.
—Dijo que como éramos Gganbu no lo dejara morir, pero yo le contesté que no éramos Gganbu, que se dejara de esas idioteces. A lo que él empezó a llorar.
—Hijo de…
—Le dije que éramos Yewonghi.
—¿Que eran qué? —pregunté mientras los guardias me incorporaban.
—Sí, que éramos Yewonghi. En mi infancia era el terminó que le dábamos a tu peor enemigo, esa persona que odiabas con toda tu alma. En pocas palabras eternos rivales. Así que sin reparo al final toque la campana.
Intenté llegar hacia ese maldito cretino, pero uno de los guardias me dio un contundente golpe en la cabeza, al final me perdí en esa oscuridad en la que tanto temía llegar.
E6: Luck or Destiny — Suerte o Destino
Abrí los ojos.
Sentía una fuerte jaqueca, seguramente por el golpe que los guardias me habían dado hace poco.
—Tranquilo, no trates de levantarte.
Hice caso omiso a esa advertencia y con pesadez me fui incorporando lentamente.
Me queje por el dolor.
—Bueno en ese caso haz lo que quieras.
Escuché de nuevo esa voz que provenía de a un lado de la cama.
Hice una inspección al lugar, estaba en la gran sala, seguramente después que los guardias me golpearon me trajeron hasta aquí.
—Es una suerte que estés vivo. Por un momento pensé que estarías muerto.
Giré para ver a esa persona que me hablaba, era el ruso.
—Toma, debes de recuperar fuerza—aventó un pedazo de pan.
—Gracias—respondí tomándolo y llevándomelo a la boca.
—Así que ahora somos menos.
El ruso levanto la vista hacia el tablero electrónico.
Cantidad de jugadores 15
Premio en efectivo 36 400 millones
—Así que hubo parejas que murieron—dije meditabundo, al principio de ese juego éramos 36, así que la mitad tendría que ser 18.
—Me imagino que ni uno de los dos participantes alcanzo la campana y el resultado fue.
No hubo necesidad que terminará la frase, ambos sabíamos cuál había sido el resultado.
A que nos habían orillado, a matarnos unos a otros.
Se me quitó el apetito de solo pensar en la jugadora de pelo azul y el regordete.
Como hace poco estaban aquí con nosotros y ahora ya no.
El camino para unos era más corto que para otros, aunque al final era el mismo resultado.
Fatalidad y desgracia.
Vi de reojo a los demás participantes, entre ellos estaba el abogado que lucía desprovisto de culpabilidad y esta era reemplazada por elogios de sus nuevos compañeros, entre ellos el hacker que al verme me sonrió con ironía.
Calma, todavía no es tiempo.
Se había burlado de la muerte de un jugador que en tan poco tiempo llegué a apreciarlo.
Solté un suspiro y decidí observar hacia otro lado, ahora estaba viendo a la modelo, ella se veía igual de tímida que siempre, no sabía si estaba llorando o no, pero estaba sentada tomándose de las rodillas flexionadas.
Y finalmente vi a Yanela Rivaldo, ella parecía un poco sería, no sabía si estaba en shock o no. Al final ella fue la última que vio con vida a su hermano.
Uno vive otro muere.
—Cada día somos menos—rompió el silencio el ruso.
Estaba por agregar algo a la plática cuando la jugadora brasileña se incorporó de su cama y empezó a gritar.
—[¡Llegare hasta la final por ti hermano!] —menciono viendo el techo del lugar, tenía lágrimas en los ojos y estaba hablando en su lengua natal—[Lo haré por la gracia de la virgen del Fátima y por nuestro sueño que teníamos.]
En esta ocasión no había nadie que tradujera lo que estaba diciendo.
—[Por la gracia de nuestro cristo redentor te juro que lo voy a hacer.] —la jugadora estaba en medio de la gran sala con los brazos extendidos hacia arriba. Agacho la mirada y se hinco como si estuviera dando una plegaria.
—¡Deja de hablar así que aquí nadie te entiende! —espetó un jugador que estaba en una esquina.
—[Lo haré por ti hermano, lo haré por ti, y nuestro señor que esta de nuestro lado.]
—¡Cállate que terminaras como tu hermano! Aquí nadie le interesa tu patética vida.
—[Amen.] —sin decir nada se incorporó y fue a su cama a descansar.
No había comprendido ni una sola palabra que había dicho, pero por lo que había hecho me imaginaba que le estaba rezando a su difunto hermano.
Ahora uno más se sumaba a la lista.
Levante la vista hasta el gran premio. Las pacas de billetes estaban casi por llenar el contenedor.
—¿Crees que si volvemos a votar salgamos de aquí? —indagó el ruso observando la puerta por donde llegaban los guardias.
—Yo pienso que volveríamos a perder—mencioné desilusionado frunciendo los labios—Creo que nuestro camino esta trazado.
—Comprendo, así que al final solo uno se llevara todo eso a casa.
—Creo que sí—dije pensativo. Recordé que aquel jugador robusto también necesitaba el dinero para una costosa cirugía para su hermano menor.
Eso nos unía con un mismo objetivo.
Ganar.
—Creo que pronto será hora de descansar—retome la palabra esperando que el altavoz dijera que en media hora se apagarían las luces.
—Sí, ya no tardan en decirnos que nos tenemos que acostar. Al menos así sabemos que es de noche.
—Si lo sé.
Me preguntaba si esa noche podría dormir después de tanta muerte.
La desdicha me seguía intentando alcanzarme. La desgracia estaba detrás de mí, pero era esa misma muerte la que me había arrebatado todo hace pocos días y me intentaba atrapar.
—No dejare que me arrastres contigo—susurré para mí.
—¿Dijiste algo? —preguntó desorientado el ruso intentando comprender aquel susurro.
—No. Solo es algo que debo de hacer.
Giré y empecé a comer el pan que me habían dado. En cuestión de minutos resonó el altavoz, indicándonos que nos preparáramos para dormir.
Esa noche no pude conciliar el sueño, me estaba levantando constantemente, pero lo curioso fue que no era por algún tipo de pesadilla, mi cuerpo solo se despertaba, era como si supiera que algo estaba mal, pero por más que me incorporara y veía si había algo fuera de lugar, no había nada.
Era como si me alertara que la muerte me arrullaba con su tétrica guadaña.
««« • »»»
La música resonó para los quince que restábamos, una melodía fúnebre para un nuevo día.
Solo dos días más y esto por fin se habrá acabado.
Las luces se encendieron iluminando todo el recinto. Estar allí te hacía sentir desprotegido, éramos menos con el paso de las rondas y estaba seguro que hoy no sería la excepción.
¿Quién pereceará hoy y quién mañana?
Giré y vi a mi compañero que estaba a mi lado. Era el ruso que lucía fresco y renovado después de dormir toda la noche.
—Atención por favor. El quinto juego va a comenzar en breve. Todos los jugadores por favor terminen de prepararse y sigan las instrucciones del personal para proceder.
—Creo que es tiempo—citó el ruso incorporándose rápidamente y estirando los músculos.
—Sí, llegó la hora de jugar.
—En ese caso pongámonos en marchar.
Sentía un leve dolor en el cuerpo, como si fuera un malestar general. Dolor en las rodillas y cabeza, cansancio, no me sentía con la misma energía que otros días, sin embargo era tiempo de dejarlo todo en el juego.
La vida misma pendía de un fino hilo y hasta un leve céfiro lo podía cortar.
Esto va por ustedes.
Me lleve la mano al corazón pensando en mi amada, en mi aguerrido hermano y mi tierna madre.
Ganare.
Los guardias con máscaras de triangulo nos escoltaron de nuevo por aquel pintoresco laberinto.
No tuve la delicadeza de prestar atención al color de las puertas por donde entrabamos y salíamos, solo me limite a caminar en silencio mientras me escoltaban.
—Esto está muy callado—menciono el hacker que iba adelante en la fila—Pues quien se murió para que estemos de luto—acto seguido se carcajeo abiertamente.
Hijo de perra.
Todos guardamos silencio, a cada uno nos dolía la muerte de esa persona, ese compañero que habíamos visto morir.
—Vamos que esto no es un jodido funeral. Si estamos vivos es gracias a ellos, su muerte solo representa eso. Más dinero.
De nuevo silencio ante sus inapropiadas palabras.
¿Qué gana con decir eso?
—Como quieran, si ustedes no aprovechan las vidas de los otros, yo sí—retomó la palabra carcajeándose mientras subíamos las escaleras.
—Ese imbécil nos quiere intimidar—susurro el ruso que iba atrás de mí—Se cree muy seguro que puede ganar.
Vi atentamente aquel tatuaje que llevaba en el brazo.
¿Acaso eso controlaba la Deep web?
Resople por lo pesado que era pensar en tantas atrocidades y monstruosidades que pudieran pasar en ese hondo y lúgubre lugar.
Deje atrás esos pensamientos y después de un largo periodo le respondí al ruso.
—En ese caso hay que impedírselo.
—Así que estás dispuesto a que no pase de estar ronda—agrego con voz muy baja.
—Se lo debo a Ji-hu.
Después de ese comentario volvimos a estar en un silencio sepulcral.
Finalmente los guardias nos condujeron a un nuevo lugar.
Dejamos atrás un largo pasillo amarillo y entramos por una puerta rosa.
De nuevo aquel lugar totalmente blanco, pero en medio había una gran urna con aquellos tres símbolos.
Círculo, triangulo y cuadrado.
—Jugadores bienvenidos al quinto juego. Antes de comenzar el juego por favor pasen en orden descendente a tomar y una esfera de la urna que esta frente a ustedes. Sigan las instrucciones. Antes de comenzar el juego por favor pasen en orden descendente a tomar y una esfera de la urna que esta frente a ustedes.
Un nuevo juego con un diferente reto.
Me preguntaba cuál sería lo especial y errático de este.
—¿De qué crees que sea el siguiente juego? —preguntó el ruso aproximándose un poco a mi costado.
—No tengo la menor idea—respondí como un robot fijando la vista en aquella urna—Pero creo que en esa urna lo decidirá todo.
—¿Por qué lo dices?
Aquella pregunta revoloteaba en mi cabeza, ya que aquí no había nada escrito y cualquiera podría pasar a la siguiente ronda con un toque de suerte.
—Solo creo que puede ser una corazonada—finalmente respondí viendo como un jugador se aproximaba para tomar una esfera.
—Aquí la cuestión no es ser uno de los primeros ni de los últimos.
—Por qué lo dices.
El ruso se tomó un poco su tiempo viendo como el primer jugador levanto la mano y saco el primer número:
3
—No es bueno empezar un juego sin saber de qué se trata—se aclaró la garganta viendo como nombraban a otro jugador para que pasará—Y de igual forma no es bueno ser de los últimos, no sabes si tendrás tiempo de terminar el recorrido o incluso si se trata de escoger algún accesorio te podrían dejar lo más obsoleto.
—Así que lo mejor sería estar en medio.
—Tal vez si, tal vez no. Todo depende a que jugaremos.
Después de aquel comentario vi como puso el guardia la esfera con el número en lo que parecía un estante, lo acomodo en el tercer puesto. Todos en el gran salón vimos como paso el siguiente.
—Jugador 322 pase al frente por favor.
El abogado se veía un poco temeroso, el hacker le dio una palmada en la espalda como señal de aprobación.
Ese gesto podría ser el de un aliado o un adversario.
Vi de reojo que me estaba observando, no confiaba en su generosidad y menos cuando había competido contra el jugador regordete y se había mofado de su muerte.
Maldito infeliz.
El guardia le dio la orden que metiera la mano y sacara una esfera. El abogado obedeció y saco un número.
11
El abogado sonrió al ver aquella esfera, el número al parecer era bueno para él.
Camino de una forma suelta mientras veía a los demás jugadores, cuando estuvo llegando a su lugar giro y me vio directamente a los ojos, tenía una sonrisa como si hubiera ganado un gran premio, se encogió de hombros y el hacker lo abrazo.
—Creo que ese número es uno de los mejores.
—¿Por qué lo dices? —cuestione las palabras del ruso, me intrigaba saber más sobre su punto de vista.
Yo desde hace unos instantes no estaba enfocado en el juego, estaba más al pendiente de aquel inepto y su estúpida sonrisa.
Si quería ganar tenía que hacer algo y lo tenía que hacer ya.
Contrólate y céntrate.
—¿Estas bien? —el ruso me veía escrutando mis facciones.
—Sí, sí, estoy bien—respondí parpadeando varias veces para recapitular el momento—Así que por qué dices que ese número es bueno.
El ruso frunció el ceño, pero después de unos segundos no le dio más importancia a mi estado y continuo;
—Porque esta después de la mitad de los números—se volvió aclarar la garganta para proseguir en su punto de vista—Con ese número ya habrá visto jugar a la mayoría de los participantes y le será más fácil terminar el juego.
Tenía razón en lo que había dicho, era un excelente número.
Ahora veía como la esfera del abogado estaba posicionada en el estante.
_ _ 3 _ _ _ _ _ _ _ 11 _ _ _ _
Enseguida nombraron a otro jugador y este paso.
—¿Que te gustaría sacar?
—Todavía no lo he pensado—dije divagando en aquella urna de color rojo.
Inicio o final.
—Pues creo que deberías.
El siguiente jugador elevo su esfera con una gran sonrisa diciendo que con ese número ganaría el juego.
8
—El ocho es de la buena suerte—escuchamos una tenue voz femenina. Giramos y vimos que se trataba de la modelo.
Tenía los dedos en la boca y se veía un poco aprensiva.
—Entonces aquí ese número es de la buena suerte—agrego el ruso moviéndose un poco para que se incorporara ella con nosotros—Por un momento pensé que era el siete.
—Aquí es el ocho, pero no sabemos si la suerte puede estar de nuestro lado o no—cite observando el estante de las esferas.
_ _ 3 _ _ _ _ 8 _ _ 11 _ _ _ _
—Ese número es mi favorito—de nuevo la modelo agrego con voz delicada—Siempre lo ha sido, incluso cuando me dieron la tarjeta era un día ocho de…
—Sí, entendemos eso, pero de nada servirá si no sabemos a qué jugaremos—la interrumpió el ruso cruzándose de hombros.
La modelo solo bajo la vista con un toque de melancolía.
Las palabras del ruso eran acertadas, la suerte no podía estar de nuestro lado con un simple número, pero al menos podía guiarnos en ganar o perder.
¿Qué número será el indicado para no morir?
Aquel profundo pensamiento se vio interrumpido cuando el guardia llamó a la siguiente persona.
—Jugadora 202 usted es la siguiente.
Yanela caminó y mientras iba parecía que profería algo.
—[Santa virgen de Fátima ayúdame hoy y siempre estaré agradecida por tu santísima gracia.]
—Tomé una esfera—volvió a decir el guardia señalando la urna.
—[Esto va por ti hermano. Por ti y por nuestro sueño dorado.]
Se tomó un tiempo moviendo las esferas, cerró los ojos y saco una.
—¡Seré la numero uno! —dijo efusivamente entregándosela al guardia—[Tu número favorito Tiago, seré el número uno como tú siempre lo has sido.]
Un nuevo número había salido, en esta ocasión a ella le tocaría empezar el juego. Por una parte me sentía aliviado de que no me tocara ese número, no quería comenzar y no saber de qué se trataba el juego aunque como habíamos platicado eso podría ser una ventaja o todo lo contrario.
—Uno, tres, ocho y once—dijo el ruso llevándose la mano al mentón mientras se lo acariciaba—Creo que todavía tengo una oportunidad.
Giré para verlo, tenía un semblante serio, como si estuviera analizando esos números, sin embargo aquí la cuestión era más compleja, aquí nosotros no teníamos total libertad de escoger el número que quisiéramos, aquí la suerte nos dictaba si teníamos más probabilidades o menos de seguir con vida.
—Jugador 189 al frente—pronuncio enérgicamente el guardia.
—Allá voy.
El ruso hizo una mueca, caminó con parsimonia, como si no tuviera prisa por llegar a la urna, tenía un aire de arrogancia en cada movimiento que daba.
¿Acaso estaba retando al guardia?
—¿Que numero te gustaría escoger? —pregunté a la modelo para romper el silencio que nos envolvía.
—El ocho—respondió con un susurro.
—Pero ese número ya salió—respondí hablando despacio, pero lleno de incertidumbre.
—No…no lo sé—titubeó al retomar la palabra.
Giré y vi que estaba temblando, al parecer el miedo la había invadido.
—Tranquila que todo estará bien—le di una palmada en el hombro para que recuperará un poco la confianza. Ella asintió con la cabeza y se calmó un poco.
Vimos como el ruso metió la mano en la gran urna y saco un número.
—¡Mierda! —vociferó y entrego la esfera.
El guardia realiza el acomodo correspondiente al número.
1 _ 3 _ _ _ _ 8 _ _ 11 _ 13 _ _
Evidentemente no era el número que él deseaba, prácticamente estaba en los últimos, eso podría ser una desventaja.
—El trece es un buen número—mencioné al ver que regresaba con nosotros.
—Ese maldito número nunca me ha gustado—dijo bufando al ver el estante.
—Yo pienso que es muy bueno. Tendrás una buena posición para empezar el juego ya que la mayoría ya habrá pasado.
Ambos volteamos a ver a la modelo, había hablado de una manera muy fluida, sin tartamudear y sin cuchichear.
Al parecer había recobrado la confianza. Esa voz me agradaba.
—Gracias, pero me hubiera gustado otro número como el diez o el nueve—respondió el ruso haciendo una ademán de mano.
—Creo que tendrás que sobrellevar eso de la mejor manera.
—Si eso creo.
La modelo de nuevo estaba ensimismada con los dedos en la boca. Al parecer la confianza iba y venía, solo esperaba que tuviera las agallas para lo que se nos avecinaba.
El guardia hizo llamar al siguiente jugador, este pasó canturreando algo, llegó a la urna y saco un número.
—¡Que buen numero! —vociferó mientras levantaba la esfera.
—¡Maldita sea! —menciono enojado el ruso entre dientes.
El guardia acomodo el número diez en el estante junto con los demás.
1 _ 3 _ _ _ _ 8 _ 10 11 _ 13 _ _
Restaban nueve números, los siguientes podrían ser decisivos en esta selección.
—Jugador número 132, pase al frente.
Al escuchar esa cifra algo en mi interior se estremeció.
Ahora es mi turno.
Sabía que tenía que avanzar, sabía que tenía que caminar, llegar a la urna sacar un numero entregarlo al guardia, girar y regresar con mis compañeros. Pero por alguna extraña razón seguía inmóvil en mí mismo lugar.
¿Qué me pasa?
¿Por qué no puedo reaccionar?
El guardia amartillo su arma dio un paso al frente estaba por hablar cuando inconscientemente caminé.
¿Qué me acaba de pasar?
No lo sabía, pero al escuchar mi número quede petrificado, y por más que le decía a mi cuerpo que se moviera este no respondía, como si todas las señales fueran ajenas y estas quedaron varadas en el limbo.
—¡Saca una esfera! —sentencio el guardia inclinándose un poco para acatar la orden.
No le di importancia a su actitud y metí la mano a la urna.
Moví las esferas por un momento, pero cuando toque una supe que esa era la indicada.
Esta es la correcta.
Le entregue la esfera al guardia, este no dijo nada y fue a colocarla en el estante.
—Retírate a tu lugar—menciono este con una voz monótona. No respondí y solo me limite a ver aquellos números.
1 _ 3 _ _ 6 _ 8 _ 10 11 _ 13 _ _
Había sacado el número seis, estaba casi en medio de todos los jugadores. Eso era bueno para mí, pero me preguntaba si también lo era para el juego.
Llegué a mi lugar y vi a la modelo que estaba temblando de nuevo, enseguida el guardia volvió a hablar y ella dio un pequeño salto del susto.
—Jugadora 128 de un paso al frente.
Comprendía muy bien ese sentimiento, aquel de estar al frente y no saber si uno viviría o perecería.
—Adelante—le dije a ella para que pasará y tomará un número.
—Gracias—respondió moviendo la cabeza mientras caminaba hacia el frente.
El ruso se aproximó a mí, dio un caluroso abrazo de felicitación y dijo;
—Creo que la suerte esta de tu lado.
—No sé si sea buen número o no pero al no saber a qué jugaremos creo que estoy en una buena posición.
—Tienes razón, solo espero que estar en medio no se te complique y tengas que lidiar contra los demás.
—Espero que no.
Ese pensamiento me inquietaba, si era cierto las personas que estaban al principio y al final tenían una ventaja, aunque de nuevo sin conocer las reglas uno no sabía que era bueno y que no.
—Toma una esfera.
Escuchamos como el guardia le dijo a la modelo, esta metió la mano y sin perder tiempo saco una.
—Número siete—dijo el guardia, mientras la ponía en el estante—Ahora regresa a tu lugar por favor.
La modelo giro y regresó con nosotros.
1 _ 3 _ _ 6 7 8 _ 10 11 _ 13 _ _
Ella estaría detrás de mí.
—Estaremos muy cerca en este juego—mencioné sonriéndole por la proximidad de los números.
—Si lo sé, aunque no es el número ocho, creo que el siete también es un buen número.
—Claro si vas a las Vegas—agrego el ruso con un toque de sarcasmo.
—¿A dónde dijiste?
—Nada, solo olvídalo y solamente quiero que empiece este maldito juego.
Vimos como pasaron los demás jugadores, sacando diferentes números: cinco, catorce, dos, nueve, doce.
Solo restaban dos números más y por ende dos participantes.
1 2 3 _ 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 _
El guardia hizo que pasará un nuevo jugador.
Este paso, parecía que iba rezando algo, al principio no comprendía que era lo que decía, pero conforme lo repetía se fue esclareciendo.
—Por favor ese número no…por favor ese número no…por favor ese número no…
¿A qué se refería con eso?
—¿Que numero crees que no quiere que le toque?
—No lo sé, tal vez sea que no quiere ser el último—respondí a la pregunta del ruso. Este se cruzó de brazos.
—O tal vez no quiere que le toque ese número…
La modelo no pudo terminar de hablar, su comentario quedó a medias.
—¿A qué te refieres con eso? —cuestionó el ruso girando para verla.
Ella respondió un poco temerosa.
—A que le toque ese número.
—¿A cuál de los dos?
—A ese número.
De nuevo ella no mencionaba cuál de los dos, aunque yo si sabía a cuál se refería.
Las supersticiones pueden ser una mala influencia y canalizar mal tu energía.
Aquel pensamiento llegó solo, parecía como si una voz me lo había susurrado al oído. Esas podrían ser las mismas palabras que hubiera dicho la jugadora de pelo azul.
¿Acaso ella está aquí con nosotros?
—Entonces él no quiere ser el último—dijo el ruso meditabundo.
—No es ese número sino el otro—agregue mientras el participante sacaba una esfera y finalice el comentario—El número cuatro se asocia la mala suerte. Me imagino que por tal motivo no quiere que le toque ese.
Termine de hablar y el guardia llevo el numero al estante.
Era nada más que el número cuatro.
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 _
Solo restaba un número y un jugador.
El hacker tendría la última posición.
—Jugador 33 usted tendrá el número quince—menciono el guardia levantando la mano con la esfera y dicho número.
—Por allí dicen que los últimos serán los primeros—se mofo mientras nos veía, después giro para ver a Yanela que ella tenía la primera posición—Solo espero que no te eliminen tan rápido.
Su risa resonó en todo el lugar, ahora todos teníamos un número asignado. Pero nadie nos había dicho cuál era el siguiente paso.
Los guardias nos formaron como habíamos sacado la esfera y abrieron una puerta roja.
Ese color no avecinaba nada bueno.
La primera persona que entro fue Yanela, los demás ladeamos la cabeza para ver cuál era el escenario de ese juego.
Todos nos sorprendimos al ver que estábamos frente a lo que parecía un circuito de carreras.
—Jugadores bienvenidos al quinto juego. El quinto juego se llama Paengi.
Nos recibió esa voz desde lo alto del lugar. Aquella continúo dando las instrucciones.
—Cada jugador tendrá que recorrer toda pista. En algunas partes el terreno cambiará la dificultad del juego. Jugadores deben de llevar su Paengi hasta la línea de meta. Si este sale del camino o deja de girar serán eliminados. Cada jugador saldrá con una diferencia de treinta segundos que el otro.
Esto cada vez era más difícil.
—Esto parece una pista estilo go-karts.
Escuché que alguien decía mientras nos daban el Paengi.
—Y ahora ¿qué hago con esto? —cuestionó Yanela viendo lo que tenía en mano.
El guardia no respondió y se limitó a seguir entregando a los demás jugadores sus accesorios.
—En serio, ¿qué debo de hacer?
Hubo un prolongado silencio al ver que la jugadora brasileña nunca había jugado algo así en su país.
—[¡En serio que debo de hacer!] —gritó de desesperación al no saber qué hacer.
—Tienen quince minutos para completar el recorrido. Jugadores que comience el juego.
El altavoz resonó dando inicio, la jugadora estaba histérica por no saber qué hacer.
—En tu país esto no se juega—hablo la persona que estaba detrás de ella.
Yanela solo se limitó a mover la cabeza en negación.
—Entonces creo que estas perdida.
—Es como el trompo—dije viéndola—Tranquila, solo debes de enrollar el hilo en eso.
Ella siguió detenidamente mi instrucción, estaba muy ansiosa viendo el cronometro.
—Creo que lo jugaba Tiago cuando éramos niños, a mí nunca me gusto, yo prefería jugar futbol.
Sabía que el tiempo estaba en contra de todos así que continúe.
—Después que lo tengas enrollado debes de girarlo con fuerza y una vez que lo gires debes de darle impulso con los mismos hilos que salen de este palo.
Era un juego clásico de la infancia, aunque no todas las infancias eran las mismas.
Yanela asintió y giro su Paengi, este salió con mucha fuerza, al menos había ejecutado un buen saqué.
—Muy bien—dije saliendo un poco de la fila para dar la siguiente instrucción—Ahora con los hilos que salen de este palo debes de impulsarlo para que no dejé de girar y guiarlo por el camino.
Era como darle de latigazos para que caminara.
Ella sin responder siguió mi consejo, le dio un latigazo, pero no con mucha fuerza.
—Con un poco más de fuerza—agregue dando un paso al frente para que lo hiciera bien, giré para ver el cronometro y faltaban unos segundos para que saliera el siguiente jugador.
14:33
—¡Vamos solo hazlo!
Obedeció de nuevo mi indicación, sin embargo cuando le dio el impulso este fue muy fuerte que lo saco del camino.
Se había desviado de la pista.
—[¡Tiago, Tiago, por que no estás aquí conmigo!, ¡no me quiero morir!, ¡no me quiero morir!]
Escuchamos una detonación que provenía de un lugar lejano, el disparo había ejecutado a Yanela.
—Jugador numero 202 eliminado.
Trague saliva al ver el cuerpo tirado en medio del circuito.
14:30
El siguiente jugador tiro su Paengi, este salió con muy buena fuerza y empezó a guiarlo rodeando el camino donde estaba ella.
Ahora hacíamos a un lado a los muertos para que no nos estorbaran en nuestro juego.
¿Qué atrocidades tendremos que pasar para ganar?
—¡Hey tú! —una voz detrás de mí me había hablado—Que buenas indicaciones das, si quieres ganar no tendrías que eliminarlos de esa manera.
El hacker se burlaba de mí, como si ese acto de buena voluntad lo hubiera hecho con otra intención.
—Maldito infeliz—dije entre dientes empuñando ambas manos. Di un paso al frente, pero me detuve al ver que la modelo que estaba a un lado mío estaba temblando.
—Será mejor que le digas a ella como hacerlo sino creo que terminará como ella—se carcajeo haciendo que su risa resonara en todo el lugar.
Levante la vista y vi que salió otro jugador.
No tenía mucho tiempo y tenía que cerciorarme que ella estuviera bien.
—Tranquila, tranquila—la tomé de las manos intentando que se relajara—¿Cómo te llamas?
—¿Cómo?
—Sí, ¿cómo te llamas?, ¿Cuál es tu nombre?
Ella titubeó y volteó hacia otro lado.
—Vamos confía en mí. ¿Cuál es tu nombre? —incline la cabeza para hacer contacto visual, ella evadía, pero después de unos segundos accedió.
—Mi nombre es…
En ese momento empezó a sollozar. No sabía por qué, pero tampoco disponíamos de mucho tiempo para indagarlo.
Giré y vi el cronometro.
13:35
Estaba por salir otro jugador, solo tenía un minuto para hacerla que volviera en sí.
—¡Yo solo quería caminar por las pasarelas, ser una gran modelo de reconocidas marcas, pero él no me guio por el buen camino y gracias a sus decisiones ahora estoy aquí, sin dinero y sin saber que hacer!
—Tranquila, tranquila, que en la vida siempre va a ver personas que nos mal influyan. Siempre tendremos personas que se aprovechen de nosotros, de nuestros éxitos y de nuestro talento.
Conforme hablaba la tomaba de la mano, ella seguía cabizbaja y las lágrimas surcaban sus mejillas. Sin embargo aquello que había dicho la hizo regresar en sí y calmo su angustia.
—Mírame, mírame, la vida es bella, es un momento único que nunca más se volverá a repetir. Y ese momento es hoy, si estamos aquí fue porque el destino así lo tenía previsto, no sabemos si eso fue lo mejor o lo peor, sin embargo estamos aquí y como confrontarlo es lo que nos destaca de los demás.
Finalmente dejó de gimotear y levanto la vista para verme.
Tenía los ojos rojos e hinchados.
—Ahora—hice un ademán para que ella continuara.
—Uh Ji-min—susurro con voz entrecortada.
—Ahora Uh Ji-min es momento que brilles como si estuvieras en una pasarela, ahora es momento que le des a tu vida eso que necesita.
—¿Y qué es lo que necesita? —se llevó las manos a los ojos para limpiarse las lágrimas.
—Necesita que respires y creas que todo es posible. Así que deja que todo fluya a tu alrededor.
Dije y observé el cronometro.
12:31
Ahora es momento de creer.
Con mucha fuerza arroje el Paengi, el objeto de madera con punta de hierro giro con mucha violencia.
No dejare que todas esas muertes sean en vano.
Con la cuerda empecé a darle impulso y a dirigirlo por el camino.
—Vamos que esto lo hago por todos ustedes—hablé entre dientes solo para escuchar mi voz.
Esto va en especial por ti Seo-yeon.
—Tu muerte no será en vano.
Avance muy rápido en pocos segundos, tanto que pase al jugador que estaba frente a mí, este se me quedó viendo con unos ojos de incredibilidad.
—¡Espera no quiero ser el último! —dijo mientras tomaba más ventaja.
—¡Tranquilo que todo está en la técnica! —mencioné para que se relajara y observara como realizaba el movimiento con la cuerda.
Sin embargo este se empezó a desesperar.
Levante la vista y vi que ya era tiempo para que saliera la modelo Ji-min.
12:00
A lo lejos vi como lo había arrojado, no con tanta fuerza, pero si la suficiente para hacerlo girar, después empezó a darle velocidad con la cuerda, pero…
No lo va a lograr.
Ji-min hacia su mejor esfuerzo, ese cuando no sabes hacer algo, pero lo intentas y pones todo de tu parte para realizar un buen trabajo. Sin embargo aquí eso no bastaba.
Aquí uno tenía que hacer algo sobrenatural para sobrevivir.
Tengo que ayudarla sino no…
Sin pensarlo dos veces giré y empecé a retroceder.
—¡Hacia dónde vas, que la meta no está del otro lado!
Escuché la advertencia de aquel jugador, pero no le preste atención, y por observar lo que estaba haciendo tuvo un descuido y su Paengi dejó de girar.
No volví a verlo para no descontrolarme, después de unos segundos escuché una detonación atrás de mí, seguido del altavoz que decía que un jugador había sido eliminado.
Uno menos.
Finalmente llegué donde estaba la modelo.
—Aquí estoy Ji-min—dije con voz serena—Vas muy bien ahora sígueme dando pequeños, pero contundentes golpes con la soga así.
Le enseñe como debería de moverlo con destreza.
—¿Así está bien? —menciono con voz trémula.
—Sí, así es.
Estaba un poco aprensiva y tensa por todo lo que englobaba el juego.
Un mal movimiento y tu vida expiraba sin remordimiento.
—Muy bien, sigue así—alentaba mientras avanzábamos. Levante la vista y vi que otro jugador estaba saliendo.
Tenemos que apurarnos para que esto no se conglomere y sea un lio.
—Ji-min.
—Sí.
—Es hora de apurarnos. No tenemos mucho tiempo para seguir practicando.
—Pero…pero…
Las clases se tenían que acelerar, pasaríamos de lo básico a lo experto.
Solo espero que puedas seguir el ritmo.
—Inhala y exhala. Eso es lo fundamental para que puedas seguir.
—Sí, pero esto yo nunca…
—Ese es el primer paso.
Levante la vista y vi como aquel jugador que había salido estaba por llegar a nuestra posición.
Si nos llegábamos a juntar los tres eso nos dificultaría a la hora de tratar de movilizarnos y podíamos chocar contra el otro.
Tenemos que movernos rápido.
—¡Muy bien! —dije con voz contundente—Ahora tendrás que hacer este movimiento.
Tomé la soga y le di un fuerte golpe, el objeto se vio impulsado con gran fuerza. El efecto de la aceleración hizo que avanzara una gran distancia, pero siempre estando dentro del camino de la pista.
—Bien ahora es tu turno—retome la palabra al verla que seguía observándome—¡Vamos que no tenemos mucho tiempo!
El jugador se aproximaba más y más.
En unos segundos saldrá otro jugador.
—¡Vamos Ji-min tu puedes!
Grité alentándola para que hiciera ese movimiento. Era uno de los básicos cuando uno ya lo sabía manejar, pero si no podía hacer ese menos los otros.
La modelo tomó la soga y dio el impulso que requería para que avanzara.
—¡Eso es! ¡Muy bien hecho! —proferí lleno de alegría a ver que estábamos a la par.
—¡Lo hice! ¡Lo hice! ¡No sé cómo lo hice, pero lo hice! —brinco de alegría al ver que había avanzado una gran distancia.
—Bien ahora sigamos que no sabemos que tanto nos queda por recorrer.
Al terminar de hablar escuchamos otra detonación, esta era de enfrente de nosotros, no sabíamos de quien se trataba así que no le prestamos mucha atención y proseguimos.
Dimos una pronunciada curva y llegamos a una superficie con tierra.
—Esa tierra nos puede ocasionar muchos problemas—alerte a la modelo para que tuviera cuidado con sus movimientos.
—Sí, pero que tenemos que hacer.
—Tenemos que pasar más rápido si no corremos el riesgo que dejé de girar y…
Las palabras quedaron a la deriva, ambos sabíamos cuál era el resultado.
Ella asintió con la cabeza y empezamos a movilizarnos por aquel terreno. No era una superficie con mucha tierra, solo una fina capa pero esa podría ser nuestra perdición con un mal movimiento.
—¡Muy bien, sigamos así!
Me encontraba en la retaguardia cuidando que no se saliera del camino y guiándola, el jugador que nos seguía se había retrasado un poco, eso nos daba un buen marguen para seguir avanzando.
—Bien hecho, solo un poco más y saldremos de este terreno.
Volví a alentarla esperando seguir sin contratiempos. Levante la vista hacia el cronometro sin descuidar la velocidad del Paengi.
10:09
El abogado está por salir.
Seguimos adelante hasta que finalmente salimos de aquel terreno.
—Por un momento pensé que esto nunca se acabaría—agrego con voz cansada la modelo.
—Lo mismo pensé, pero hay algo más que me preocupa—dije observando hacia atrás.
—¿Qué?
—Que los últimos jugadores no tendrán la misma paciencia que nosotros.
—¿Y eso es malo?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque lo único que tendrán en mente con tan poco tiempo es llegar a la meta.
Llegar sin importar quien está al frente.
—Tienes razón, no había pensado en eso.
—Así que en marcha.
El ruso y el hacker son de los jugadores que tendrán que darlo todo por llegar a la meta.
Al final el orden de los números beneficio a unos y perjudico a otros.
Simple suerte.
Dejé atrás ese pensamiento y proseguimos, se terminó la superficie de tierra y ahora estábamos de nuevo en una superficie lisa.
—¿Y eso? —preguntó la modelo un poco asombrada.
—Creo que será mejor que yo pase primero—respondí viendo que esta tenía unos desniveles, parecían unos bordes.
Analice por unos segundos el terreno, si daba un golpe fuerte lo más seguro perdería la estabilidad.
Así que tengo que hacer eso.
—Muy bien, ahora pasaremos a otra lección—dije tomando la soga para dar el siguiente golpe—Ahora tendrás que darle pequeños golpes para pasar por esos bordes. Lo tendrás que hacer de esta forma.
—Entiendo.
Empecé a mover el objeto dándole movimiento, pero sin tanta velocidad.
—Ahora es tu turno.
Levante la vista hacia el cronometro y vi que solo restaba un minuto para que saliera el ruso.
¿Tendría el suficiente tiempo para llegar a la meta?
No lo sabía, pero esperaba que así fuera. En ese momento escuchamos otra detonación. La modelo salto del susto.
—Vamos relájate tú puedes—di unas palabras de aliento para que no se desanimara. Teníamos que seguir en la competencia.
—Yo…yo… —empezó a titubear mientras lo movía.
—Si hemos llegado hasta aquí ha sido por ti, no por mí. Solo deja que fluya tu energía como lo has hecho desde un principio.
No dijo nada y empezó a pasar aquellos obstáculos, parecía algo tan simple, pero mover esa pieza que giraba no era nada sencillo.
—¡Bien hecho! Sabía que podías lograrlo—estaba alegre por ver de nuevo que estábamos a la par.
—Gra-gracias.
—No tienes que agradecerme nada que todavía nos falta bastante por recorrer.
Seguimos avanzando y después de una línea recta llegamos a la siguiente superficie.
—Así que este es el siguiente—musite mientras veía aquel camino que teníamos que cruzar.
—¿Será más difícil? —cuestionó la modelo sin saber a lo que nos enfrentábamos.
—Sí. Porque ahora no solo será esa superficie con agua sino también él—dije levantando la vista y viendo aquel cuerpo tendido en medio del camino.
Un grado más de dificultad.
—¿Entonces esta…muerto?
—Sí—respondí seguro al ver que no se movía, estaba boca abajo y la sangre se mezclaba con el agua de la superficie, daba un tono rojizo y siniestro—Seguramente fue la detonación que escuchamos hace poco.
Si eso era cierto había dos personas más que iban enfrente de nosotros.
—¿Y qué vamos a hacer?
—No te mortifiques, tengo un plan—respondí a la modelo así que ambos avanzamos por la superficie de agua.
La soga se mojaba y eso dificultaba a la hora de hacerlo girar.
Cada vez es más complicado darle velocidad.
Nos aproximamos lo más que pudimos al cuerpo tendido, si decidíamos rodearlo corríamos el riesgo que saliéramos del camino. Así que la única opción era esa.
—Tenemos que moverlo.
—¿Tenemos que hacer qué? —exclamo sorprendida ante mi cuestionamiento.
—Sí, tenemos que moverlo.
—Pero…pero está muerto—hablo entre dientes como si eso fuera algo indebido.
—Es nuestra única opción.
Había pensado en moverlo yo, pero si así era el caso corría el riesgo que mi Paengi dejara de girar y ahora no tendrían un cuerpo sino dos que mover.
—Si lo movemos entre nosotros será más rápido y tendríamos tiempos de darle un golpe para que giré y así avanzar. De otra forma yo no podría hacerlo solo y si lo hago podría perecer en el intentó.
—Comprendo…pero…
—Sé que no quieres tocarlo, sé que está muerto, pero esa es nuestra única oportunidad, sino ambos terminaremos igual que él.
09:45
El ruso ya está en camino.
Se escuchó una nueva detonación, solo esperaba que no fuera él.
—¡Vamos que no hay tiempo que perder! —vociferé al ver que estaba pasmada viendo el cadáver.
—Es-tá bien.
Dimos al mismo tiempo un golpe con la soga para hacer que girara y nos dirigimos rápidamente a mover ese cuerpo.
Estaba boca abajo así que le indique que lo tomará de los pies y yo me enfocaría en el torso.
La sangre le escurría por toda la sudadera destilando sangre, estaba muy pesado, nunca me imaginé que me costara trabajo moverlo.
Pero después de días sin comer bien, sin dormir bien, sin descansar y estando estresado de pensar que en cualquier momento podría ser el final de tu vida, eso te abatía no solo física sino psicológicamente.
Era un decaimiento en todos los sentidos.
Depresión extrasensorial.
—¡Solo un poco más! un poco más—dije haciendo mi mejor esfuerzo para mover a ese jugador.
—¡Pesa mucho! Como puede pesar tanto si ya está muerto.
—Lo mismo me preguntó.
Aquellas palabras salieron apenas al poner el cuerpo fuera del camino, y sin pensarlo ambos fuimos a girarlo para que no se cayera.
Dimos varios golpes para que retomara la velocidad. Después de unos escasos segundos por fin recobramos la estabilidad de nuestros objetos.
—Eso estuvo cerca—agrego exhalando la modelo.
—Sí, lo sé pero, ahora no tenemos tiempo que perder.
—Bien.
Seguimos en nuestro recorrido, el cronometro indicaba que ahora todos los jugadores estaban en la pista. Una nueva detonación detrás de nosotros nos indicaba que alguien más estaba fuera.
El altavoz menciono el jugador que fue eliminado.
Vladimir, solo mantente con vida.
Dejamos atrás la superficie con agua y regresamos a la lisa. Pasamos por unas curvas, estas tenían un cierto grado de dificultad.
Algunas eran muy pronunciadas, otras muy cerradas, esto era cada vez más complejo.
—¡Ten cuidado! —alerte a la modelo cuando estábamos pasando por una de ellas.
—¿Quién diseño esto?
—No lo sé pero, el que lo hizo pensó en eliminarnos a todos de una u otra forma.
—Espero que no lo logre—respondió la modelo pasando con destreza por la curva.
—También espero eso.
07:29
Llegamos a una nueva superficie, se veía reluciente gracias a las luces de los reflectores.
—Creo que esta es la más fácil de todas.
—No lo creo del todo Ji-min.
—Pero por qué no, es solo madera.
Estábamos frente a lo que parecía una duela.
Caminé hasta el inicio de esta y con mi pie toque la superficie, se sentía extremadamente resbalosa.
—El piso esta pulcramente encerado, un mal movimiento y podríamos resbalar o incluso sacarlo de la pista.
—Oh, creo que tienes razón.
No lejos de donde estábamos escuchamos que alguien se estaba quejando, era uno de los dos jugadores que iba al frente de nosotros.
Estiramos el cuello y vimos cómo estaba resbalándose mientras intentaba hacerlo girar. Iba de un lado a otro y en repetidas ocasiones vimos que cayó.
—Tenemos que ir con mucho cuidado—instruí dando un paso al frente. Intentaba no pisar con fuerza pero, me constaba trabajo.
Di un golpe para darle velocidad y dirección, este se fue hasta un extremo.
—¡No!
Grité e intenté calmarme y empecé a caminar con mucho cuidado. La modelo seguía observándome con atención.
Llegué hasta el extremo y lo direccione usando otra técnica. Eso resulto y pude salir de ese problema.
—Ahora presta atención—le dije a la modelo para que observara lo que tenía que hacer—Vas a pisar con mucho cuidado como si estuvieras caminando por una pasarela de cristal.
—Está bien.
Respondió y dio el primer paso. No sabía si aquella analogía podría funcionar o no, pero quise intentarlo.
El jugador que se estaba resbalando nos veía detenidamente.
—Ahora con la soga vas a hacer este movimiento—señale como lo tenía que hacer y ella lo replicó a la perfección—Si seguimos así podremos pasar sin problema por aquí.
La modelo seguía al pie de la letra cada consejo que le daba. Para no ser una persona que jugaba lo estaba haciendo bastante bien.
Con el tiempo que llevamos y al paso que vamos no tendríamos contratiempos en llegar.
El jugador que nos veía con atención quiso imitar los movimientos que le había dicho a la modelo, sin embargo en su exasperación no los estaba ejecutando bien así que un mal golpe hizo que resbalara y chocara contra ella.
—¡Hey tú, fíjate por donde vas!
—Lo siento, lo siento, no fue mi intención—se disculpó aquella persona, y lo había hecho de manera sincera.
No quise discutir con él y fui rápidamente a socorrerla.
—¿Te encuentras bien? —pregunté ayudándola a que se incorporara.
—Sí—respondió evadiendo la mirada.
—¿Segura?
—Sí—volvió a responder, pero esta vez hizo una mueca.
Moví la cabeza y fulmine con la mirada a ese jugador, lo menos que queríamos era tener contratiempos, y ahora teníamos uno, pero uno muy grande.
La modelo intentó pararse y caminar pero volvió a caer.
Esto no me gusta.
—¡Vamos yo te ayudo! —puse un brazo en su espalda para ayudarla a incorporarse, lo hice de manera rápida siempre pensando en no lastimarla—¡Ahora vamos para que le des más impulso y no dejé de girar!
—Si está bien.
Cada paso que dábamos se dolía. Al parecer se había falseado el tobillo.
Si seguíamos así no sabía si lo podíamos lograr.
Lo que nos faltaba.
A lo lejos escuchamos una nueva detonación y después otra y una más al frente.
05:18
—Creo que no hay más personas al frente—dijo el jugador que se había resbalado y empezó a avanzar—Así será más fácil ganar.
—Maldito infeliz—cuchichee entre dientes viendo como salía avante de la duela.
—Tal vez deberías de dejarme aquí.
Aquellas palabras me habían tomado por sorpresa.
No sabía que decir a eso.
Mi vida estaba en juego y si no hacía nada todo mi sacrificio sería en vano.
También todo el sacrificio de los demás que habían perecido en los diferentes juegos.
La jugadora del pelo azul y el regordete.
Si no hacía nada mi hermano también moriría por no tener ese trasplante de riñón.
No permitiría eso.
No permitiría que más personas murieran a mí alrededor.
—No te quedaras aquí—le dije a la modelo y empezamos a caminar por el resbaloso camino.
—Pero…pero tú puedes llegar—dijo agachando la mirada y empezando a llorar—No tengo que ser una carga para ti, ya fui una carga allá afuera, y no quiero que se repita eso.
Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas, las podía ver como caían a la duela y mojaban el suéter.
—No eres una carga para nadie. Y no te dejare aquí.
—Pero…pero…
—Pero nada, llegaremos juntos solo confía en ti.
Después de decir aquellas palabras la modelo sonrió, limpio sus lágrimas y retomó la palabra.
—Sabes nadie había sido tan tierno y amable como tú—hubo un corto silencio y finalizó dando gracias.
—No hay tiempo que perder.
Llegamos y le dio a su Paengi el impulso que necesitaba para seguir, ambos estábamos por salir de esa superficie, cuando alguien detrás de nosotros nos empezó a alcanzar.
—Pensaron que me eliminarían tan fácilmente. Que ilusos fueron.
Era el abogado que estaba detrás de nosotros con una amplia sonrisa.
—Aquí atrás la vista es hermosa—volvió a continuar hablando, pero ahora lo hacía de forma lasciva, sus ojos estaban enfocados en la modelo.
Era más que evidente que era lo que veía.
Enfermo.
—Vamos pasa que no te vamos a estorbar—dije haciéndonos a un lado para que se adelantara.
—Muchas gracias por su comprensión—hizo un ademán como si nos estuviera saludando con sombrero—Y para ti espero que no mueras, sería un desperdicio de ese “hermoso cuerpo”.
El abogado hizo énfasis en una palabra, pero no lo había dicho con esa intención, sino con morbo y relamiéndose los labios.
Ji-min solo se limitó a mover la cabeza hacia otro lado con desagrado.
—¡Vamos solo avanza! —recrimine mientras pasaba a un lado de nosotros.
Dejó atrás aquella sonrisa perversa para dejarnos atrás.
—Maldito imbécil y pensar que lo consideraba un compañero.
—No importa.
—En ese caso sigamos—dimos un paso y se dolió del tobillo. No lo podía apoyar. Si seguíamos así no llegaríamos.
No nos puede estar pasando esto.
03:44
—Debemos avanzar—apure para que emprendiéramos de nuevo el camino, pero en ese momento se empezó a desvanecer. Toda la fuerza recaía en uno de sus pies.
—Creo que no podre más.
Estaba por caerse, soltarse de mi brazo cuando inesperadamente alguien llegó para socorrernos.
Giré incrédulo y era él.
—Sé que estaban muy preocupados por mí, pero al fin estoy aquí.
El ruso la tomó también con su brazo evitando que se desvaneciera.
Era un auténtico milagro.
—Vaya que sabes llegar en el momento indicado—respondí agradeciendo su compañía.
—Creo que la suerte esta de mi lado.
—Pues necesitamos mucho de eso para llegar hasta allá—señale con la cabeza donde finalizaba el camino.
Suerte o no todavía nos restaban minutos y distancia por terminar.
Escuchamos una nueva detonación de disparo y el altavoz menciono el jugador que fue eliminado.
—Ese era el jugador que se había resbalado—dijo la modelo haciendo un esfuerzo sobre humano entre ambos.
—Ahora no tenemos que pensar en ese, ahora es tiempo de avanzar.
El ruso se refería a seguir avanzando con el Paengi y así lo hicimos los tres de manera sincronizada, aunque avanzábamos lentamente lo hacíamos de manera constante.
El dilema aquí era no atrasarnos y menos sabiendo que solo restaba una persona detrás de nosotros. Tal vez esa era la peor de todas.
En ningún momento el altavoz había dicho el número del hacker así que seguía por allí vivo.
Tenemos que seguir avanzando.
02:36
Llegamos a la siguiente superficie, era la parte final y por ende la más complicada.
Era un amplio recorrido de hielo.
—Creo que será más difícil de lo que pensé—agrego el ruso con seriedad.
—No digas eso, creo que podemos lograrlo—respondí pensando que era lo que teníamos que hacer.
—Será mejor que me…
—No digas más—la interrumpí llevándome un dedo al labio en señal que guardara silencio—Te dije desde un principio que creyeras y eso es en lo que te tienes que enfocar.
Entramos al terreno cada uno dando fuerza a su Paengi para que siguiera girando.
Solo restaban dos minutos y estos podrían ser nuestra condena.
Hay que seguir la meta está allí.
No lejos de donde estábamos vimos un cuerpo tendido, tenía un disparo en el pecho y la sangre corría por la pista de hielo.
Se veía de un color negro, como si fuera la misma noche y esta intentara atraparnos con su gélido aliento.
—Ahora más que nunca tenemos que ir con sumo cuidado.
—Vladimir tiene razón—giré para verlo y continuar con las indicaciones—Aquí implementaremos todo lo que hemos aprendido en este recorrido, solo así llegaremos hasta la meta.
—Está bien—susurro la modelo que no se veía tan convencida de mis palabras.
—¡Vamos!
Aquella palabra del ruso nos alentó y empezamos a avanzar, rodeamos el cuerpo de aquel jugador, la superficie era resbalosa y fría.
No lejos de donde estábamos se encontraba el abogado.
Solo le restaban unos pocos metros para cruzar.
—¡Seré el primero en cruzar! —vitoreaba a una corta distancia para ganar.
Sin embargo una voz nos tomó por sorpresa.
—¡Un momento letrado, que yo seré el primero que se largue de este maldito juego!
Era el hacker que estaba detrás de nosotros.
—Como usted diga señor—respondió de una manera sumisa el abogado agachando la cabeza.
No me sorprendía dicha actitud, sabía perfectamente que desde las votaciones no contábamos con él.
Al presionar ese botón decidió el lugar donde quería estar y eso era del lado del dinero y la avaricia.
—Las personas adictas y mezquinas por lo visto nunca cambian—dije resoplando viéndolo fijamente.
Los tres dejamos de avanzar, nos enfocamos en darle velocidad para que siguiera girando.
—Hiciste un buen trabajo en quitarme a toda esa escoria de mi lado—menciono el hacker avanzando hacia nosotros—Ahora solo faltan ellos, así que encárgate de ellos.
La tensión aumentaba conforme transcurrían los segundos, era como si estuviéramos accionando un arma y esta estuviera a nada de estallar llevándose todo lo que la rodeaba.
—A mi déjame a la mujer que tengo algo que le quiero dar desde que la vi por primera vez—el abogado se llevó la mano a su entrepierna.
—Eso ni en tus sueños—respondió el ruso poniéndose enfrente de ella. Tú y yo tenemos algo pendiente imbécil.
—¡Vamos que no tengo todo el jodido tiempo! —gritó el hacker levantando la vista hacia el cronometro—Por mí que la maten, que la quiten, que llore, que se la follen. Lo único que me interesa en llegar primero a la meta.
01:58
Ese tiempo era suficiente para cualquier cosa.
—Si es de follarla entonces yo seré el primero en eso.
Maldito abogado cuando fue que cambiaste tan drásticamente.
Pero este juego hacía estragos con tu cordura, llevándote a una realidad irreal.
Esto no pinta nada bien.
Levante la vista al cronometro, y di un nuevo impulso al Paengi.
—¡Tranquilos que somos tres contra dos! —grité dando con seguridad un paso al frente.
El abogado quedó inmóvil. Estaba anonadado por mi postura iba a mencionar algo, pero mejor se quedó callado.
Solo vi que presionó la mandíbula y empuño ambas manos.
A mi lado izquierdo se encontraba la modelo que había empezado a temblar, era normal que volviera el miedo a ella y más ahora que nos habían amenazado.
Sin embargo no nos intimidaban sus palabras, sabía que éramos fuertes y aunque ella estuviera lesionada teníamos una gran oportunidad de salir abantes.
Estaba por hablar y decirle a la modelo que se tranquilizara, que nos lo dejara a nosotros y que todo estaría bien, cuando el ruso tomó la palabra.
—Sí—respondió él—Somos tres contra dos.
Hubo un corto silencio, uno que electrizaba y te despolarizaba en cuestión de milisegundos.
Giré para verlo mientras terminaba de hablar.
—Somos tres contra dos, pero no como tú piensas.
Dio un paso hacia atrás, la modelo estuvo a nada de desplomarse, en ese momento todo colapso en mi mente.
El ruso nos había traicionado.
E7: On the Edge of Death — Al Filo de la Muerte
Todo paso muy rápido y muy lento al mismo tiempo. Fue como si se empalmara la realidad y el tiempo divagara en otro plano. Uno donde yo no estaba y donde la traición estaba situada en el pináculo.
¿Cómo fui tan iluso para creer en él?
Nunca imagine una traición de su parte.
Nunca imagine que me diera la espalda.
¿Cómo fue que paso sin darme cuenta?
—¡Vamos, manda a ese inepto al infierno!
—¡Lo sacare de la maldita pista!
—¡Lo quiero muerto!
Escuchaba aquellas voces a mí alrededor, pero yo seguía allí pasmado sin poder moverme.
—¡Acabemos con esto!
—¡Quiten a esa escoria de mi vista!
Tal vez tuve que haberme percatado desde antes. Desde que el ruso me había dirigido la palabra.
Ahora lo recordaba con mayor claridad, su actitud fría, su mandíbula tensa, su postura recta. Todo era evidente desde que lo había visto el primer día, cuando nos cruzamos en el baño, el altercado en la fila, intercambiar palabras en el segundo juego, que llegara inesperadamente para formar equipo con nosotros. En fin eran muchos los indicios y yo los había omitido.
Craso error.
El pandemónium en mi interior se había evaporado, la modelo se movió y por fin pude salir de aquel mortífero trance.
—Bueno, quita de una buena vez a ese imbécil y a la perra.
—¡Ese no fue el trato! —intervino abruptamente el ruso—Querías a él no a ella.
Así que el ruso estaba con él desde un principio.
Vladimir, nunca lo hubiera esperado de ti. Nunca.
—Les reitero por mi pueden hacer lo que sea con ella—dijo el hacker con una voz gélida como la pista—A mí solo me interesa seguir avanzando.
—Vamos hagamos algo ya—agrego el abogado aproximándose un poco hacia nosotros.
—Aléjate de ella—advirtió el ruso e intentó tomarla del brazo.
La modelo se soltó de su agarre y me abrazo, seguía temblando y empezó a sollozar.
No éramos dos contra tres, sino yo contra todos ellos.
Esto no augura nada bueno.
—¡Queda un minuto! ¡No hay tiempo que perder! ¡No hay tiempo que perder!
01:13
En ese caso andando.
Le susurré algo a la modelo ella obedeció sin reprochar y con la soga le dimos velocidad a nuestro Paengi, si queríamos ganar teníamos que hacerlo girar.
Enseguida con un movimiento rápido avente a la modelo contra el ruso, él con un poco de dificultad la atrapo y cayeron en el hielo.
Uno menos.
El hacker estaba detrás de mí y sabía que no me atacaría, así que ahora solo me tenía que preocupar por el abogado que sin pensarlo se había anticipado a mi movimiento y ahora estaba casi sobre mí.
—Letrado termínalo ya—menciono el hacker.
—¡Vamos y muéstrame de que eres capaz! —le dije al abogado mientras me embestía y salimos volando.
Dimos varias vueltas por la pista de hielo, intentando incorporarnos, pero caíamos mientras forcejeábamos.
—¡Con magia soy capaz de todo!
—Que lastima porque aquí no hay eso.
Le di un puñetazo, eso hizo que se desestabilizará, casi caía y salía de la pista, pero con un movimiento pudo recobrar la postura e impacto una patada haciendo que cayera.
—No te lo dije pero siempre me apasionaron las artes marciales—dijo seguro con una sonrisa evidenciando el diente que le faltaba.
Con un poco de dificultad me incorporé y tomé la palabra.
—Me imagino que no perdiste el diente en una de tus borracheras, verdad—me lleve la mano a la boca para limpiarme la sangre que escurría.
El sabor metálico de esta me embriagaba.
Algo en ese momento cambio en mí.
—Así es, yo lo perdí contra un maestro de…
—¡Eso a mí no me importa! —grité mientras iba directamente a él, no quería eliminarlo, pero acaso había otra opción.
00:45
El tiempo seguía su curso, el hacker hábil empezó a caminar hacia la meta, lo hacía con mucha parsimonia, como si no quisiera llegar y disfrutaba del forcejeo que teníamos.
—¡Letrado termínalo ya! —gritó forzándolo a que finiquitara con esto.
—Sí—respondió haciendo una reverencia e impactando de nuevo una patada.
Caí de nuevo al piso, el ruso seguía abrazándola, al menos sabía que ella estaría a salvo con él.
—Te dije que era pan comido—agrego el abogado con prepotencia viéndome tirado en el piso.
—¡Letrado! —volvió a recriminarle el hacker estando a un lado de la línea de meta.
Sin embargo el abogado se quedó viéndome como estaba tirado en el piso, se estaba riendo de mí.
—Y pensar que al principio pensé que tú eras la mejor opción para llegar hasta el final—me escupió luego se carcajeo abiertamente.
Levante la vista para verlo, lo estaba disfrutando, estaba contento de verme caer, giré a la línea de meta y me percate de algo.
00:33
Escuché una detonación y vi como la sangre me rociaba la cara.
Su Paengi había dejado de girar.
—Jugador 322 ha sido eliminado.
El abogado cayó encima de mí.
Tan cerca de la meta y no pudiste cruzarla.
Ahora estaba muerto.
—Te dije que lo terminaras—escuché aquella voz del hacker mientras chasqueaba la boca—En fin uno menos.
Trate de quitármelo de encima, lo hice lo más rápido que pude, moví el cuerpo del abogado y empecé a correr para darle más velocidad, no quería terminar como él.
00:23
—En ese caso como no quieres eliminarla—el hacker se dirigió al ruso—Yo lo haré por ti.
Ahora el hacker lo estaba traicionando.
—¡Pero ese no fue el trato! ¡Ese no fue el trato! —gritó el ruso viéndolo como una fiera.
—Los planes siempre suelen cambiar—respondió mientras se reía a carcajadas—Traición se paga con traición.
Su descuido hizo que llegara justo a tiempo para pegarle a mi Paengi.
00:17
Vi como la modelo había dejado de llorar, ya no temblaba, ya no titubeaba, ya no temía. Aquel semblante era uno nuevo.
Ji-min tu…
Giro para estar frente a frente con el ruso, le toco con delicadeza el pómulo, se vieron fijamente, el contacto visual los paralizo, ella se aproximó a él y dijo.
—Gracias.
—Pero…por qué dices eso… —las palabras del ruso quedaron a la deriva, al parecer no comprendía nada de lo que pasaba.
—Gracias por darme mi lugar y defenderme de las malas personas—se tomó un tiempo para aproximarse un poco más. Ahora estaban abrazados y sus labios estaban a pocos centímetros de distancia—Ojala que te hubiera conocido antes…
El ruso no supo que decir y ella con una sutileza movió su Paengi haciendo que este dejara de girar, el hielo lo movió hacia un lado y choco contra el otro, contra el del Vladimir.
La detonación retumbo y una bala acabo con la vida de Ji-min.
El no supo que hacer en ese momento, sostenía el cuerpo de ella, eran sus últimos segundos, podía dejarla tirada e ir con la soga para darle más velocidad y hacer que su Paengi volviera a girar, sin embargo no lo hizo.
Se quedó con ella abrazándola con fuerza mientras esperaba lo inevitable.
De nuevo otra detonación.
—Jugador 128 y 189 han sido eliminados.
Ambos cuerpos cayeron a la fría pista de hielo, pero sabía que la unión de sus almas y su fuerza eran equivalentes a mil soles ardiendo.
—Descasen en paz—susurré al verlo allí tendidos.
00:11
—Más fácil para mí—se mofo el hacker encogiéndose de hombros y dando media vuelta.
00:09
—Dudo que puedas llegar en tan corto tiempo—dijo con una sonrisa torcida mientras cruzaba la línea de meta.
00:07
Frente a mi tenía los cuerpo de la modelo y de Vladimir.
00:06
Me estorbaban, estaban en medio de la pista, si tenía que cruzar tenía que brincarlos. Pero y el Paengi, ¿cómo le haría para pasarlos?
00:05
A menos que usara esa técnica.
00:04
No pensé más y tomé la soga, le pegue para darle más velocidad lo enrolle en la soga y juntos brincamos. Cerré los ojos esperando lo inevitable.
00:03
00:02
00:01
00:00
Finalmente los abrí y estaba del otro lado de la línea de meta, mi Paengi seguía girando, pero como estaba enrollado después de uno momento dejó de girar, levante la vista al cronometro y vi que ya no había tiempo.
Eso significaba que lo había logrado. Había llegado hasta el final de la pista, pero ahora no había nadie de mi lado. Nadie más que el hacker que me veía desde un extremo haciendo una mueca mientras aplaudía.
El sonido de sus palmas al chocar era lo único que se escuchaba en aquel gélido lugar.
««« • »»»
Dos guardias nos escoltaban por aquellas frías escaleras, descendíamos lentamente y en silencio. El hacker iba caminando delante de mí, había dejado de carcajearse, solo se había limitado a verme tratando de escrutar mis pensamientos.
¿Descenderíamos hasta llegar a la locura? O hasta donde llegaríamos a caer en ese huracán demencial de emociones.
No lo sabía y por mi bien creo que era lo mejor.
De trecientos setentainueve ahora solo restábamos dos.
Poco a poco los juegos los habían eliminado.
Pasamos por una puerta y llegamos a la gran sala. Se veía tan grande al estar casi vacía.
Solo había dos camas, una a cada extremo.
El hacker sin decir nada se encamino hacia la derecha. Yo no tuve opción más que tomar la otra.
El lado izquierdo siempre me ha acompañado.
El ser zurdo invariablemente se ha ligado a lo siniestro, eso siempre ha sido así desde la antigüedad.
Oscuridad, eterna e idílica oscuridad.
Me estaba dirigiendo hacia mi cama y fue allí cuando me pare y dije;
—¿Por qué yo?
Mi voz resonó en todo el lugar, era un eco que retumbaba no solo en ondas sonoras sino que iba cargado de amargura, melancolía y coraje.
Pasaron unos segundos, no me había dado la vuelta y no tenía tampoco replica de él.
—¡¿Por qué yo?! —exigí gritando con las manos empuñadas. Quería una respuesta y la quería ya.
—¿Por qué tú? Porque tú eras la persona más sospechosa de todas—respondió el hacker dando unos pasos en medio de la gran sala.
—¡Que es lo que dijiste! —giré para verlo.
No me fiaba de sus palabras, si había envuelto al abogado y a Vladimir era por algo.
Sabe usar a las personas a su conveniencia.
—Tu siempre tan cauteloso, tan justo, tan audaz. No solo me refiero a como defendiste a esa modelo de mí en la fila de comida, sino que también como después me encaraste, como salías avante en cada juego, como hacías para afrontar cada problema, como impulsabas a los demás cuando jugabas. Eres un líder nato por eso tú eras el enemigo que necesitaba vencer.
Vi cómo se aproximaba hacia mí, seguía con las manos empuñadas, sentía que algo en mi interior estaba por explotar.
Experimentaba rabia, furia, coraje, todas esas emociones eclipsando a mí alrededor.
—¡Así que todo esto fue para sacarme del juego! Todas esas muertes, todas esas traiciones, todo ese sufrimiento solo por vencerme.
—Te equivocas—susurro mientras se inclinaba. Pude sentir su aliento.
Era el soplo de la muerte.
Guarde silencio y espere a que retomara la palabra.
—Todo esto no es por ti, sino es por eso—levanto el dedo señalando el recipiente con el dinero.
No desvié la vista, lo seguía fulminando con la mirada.
Estaba harto de todo, enfadado de los juegos infantiles, asqueado de tanta muerte.
Esto se terminará aquí.
Empuñe con más fuerza mis manos, mi pecho subía y bajaba rápidamente, estaba bufando viendo la cara burlona del maldito hacker.
—Dime, si ganaras ese premio, ¿qué harías con todo ese dinero? —se tomó unos segundos observándome, mofándose de mí, y haciendo muecas—Déjame adivinar. Erradicar la pobreza del mundo, ayudar a las personas desamparadas, donarlo para los ancianos, comprar pizza y videojuegos o un corte de pelo nuevo.
—¡Hijo de perra!
Estaba por irme a los golpes, de voltearle esa sonrisa torcida que tenía, sin embargo en ese momento entraron los guardias y nos rodearon.
—Salvado por la campana—dijo carcajeándose frente a mí mientras levantaba las manos.
Nos fuimos separando lentamente. El guardia con máscara de cuadrado fue el que tomó la palabra.
—Los felicitamos y celebramos que hayan ganado los cinco juegos. Ahora ustedes son los finalistas y les prepararemos un regalo especial. Pero antes de mostrarles el regalo, por favor sean tan amables de ponerse la ropa que les hemos preparado.
Dos guardias con mascara de círculo nos entregaron una caja a cada uno.
Era un regalo con un listón rosa con las figuras de círculo, triangulo y cuadrado.
Nos lo entregaron y los guardias se retiraron.
Sin decir nada giré para ir hacia la cama. Llegué y abrí la caja. Era una fina camisa de seda blanca con un moño negro, tenía grabado el número en el pecho del lado izquierdo.
132.
También venia un pulcro pantalón, un elegante saco y unos lustrosos zapatos, todos de color negro.
¿Y esto es su regalo?
Saqué las prendas y me quede observándolas por unos segundos.
¿Qué pretenden que hagamos con un traje de gala?
Dejé la ropa en la cama sin ganas o prisa de probármela. A lo lejos escuché un leve sonido y vi que el hacker empezó a ponerse la ropa.
—Para ser mi primer traje creo que me queda bastante bien—menciono modelando que le quedaba a la perfección.
—Maldito presumido—susurré dejándolo de ver. Solté un pesado suspiro y empecé a quitarle el pans verde que tenía.
Este era el último paso, el último peldaño para liberarme de todo eso. Así que pondría todo de mi parte para finiquitar esta pesadilla que estaba consumiendo con mi cordura.
Empecé a ponerme la camisa blanca, cada botón era como si estuviera aprisionando mi cuerpo a seguir aquí. Después fue turno del pantalón, este era muy fino y sentí una gran diferencia en comparación con la ropa deportiva. Siguieron los zapatos que tenían un brillo propio y al final el saco que terminaba de darme ese porte refinado como si fuera una persona opulenta.
Esta ropa no va conmigo.
—Quien lo diría de ti, te ves muy bien he.
Escuché que hablaba el hacker, no respondí mientras me acomodaba el moño, enseguida resonó el repiquetear mientras se estaba aproximando hacia mí.
Por qué no solo se calla y me dejé de molestar.
—Hasta das una apariencia de una persona importante. Un magnate o solo una persona normal intentando fingir ser alguien más.
Estas últimas palabras las dijo estando a unos metros de distancia.
No contesté y seguía dándole la espalda, fingía acomodarme el moño sin embargo no me interesaba nada de él.
—Con ese traje podrías ser un gran empresario…
—Sin embargo no lo soy—giré interrumpiendo su burla, seguía con esa sonrisa de medio lado—Pero al menos se quién soy.
—El dinero puede cambiar a las personas—respondió con un tono socarrón.
—El dinero solo es dinero y para mí no tiene más relevancia que para cumplir con su objetivo.
—Eso dicen todos y al final sucumben ante su poder.
Estaba por replicar su respuesta, decirle que para mí no era importante, decirle que solo estaba aquí para pagar la operación de mi hermano y que el señor Kim recuperará lo que había perdido, fuera de eso no me interesaba absolutamente nada, pero hablar con él era como si uno estuviera dialogando con un abismo.
Las palabras quedaban en la nada.
Se escuchó un ruido, era el sonido de la puerta que se abría, llegaron los guardias.
El hacker retomó la palabra.
—Solo espero que gane el mejor—menciono retándome con la mirada y sonriendo.
—Que así sea—respondí viendo cómo se alejaba hacia el otro extremo.
Éramos polos opuestos. Éramos como una antípoda que estaba a nada de colisionar y destruir todo lo que estuviera a nuestro alrededor.
Los guardias con máscaras de triangulo arribaron con una gran mesa circular.
Comenzaron a llevar lámparas, eran cuatro, también dos sillas y prepararon la mesa.
La luz se fue apagando gradualmente.
A la distancia veía como ponían unos finos manteles y encendían unas velas.
Al parecer todo estaba listo para la gran cena.
Nos hicieron llamar mientras nos servían una copa de vino.
Pude apreciar que era uno muy refinado. Era un Romanée-Conti, uno de los vinos más caros del mundo.
—Lo mejor para el mejor—dijo el hacker observándome mientras levantaba la copa.
Estaba sentado frente a mí. De nuevo no respondí.
El olor de la comida invadía mi sentido, me embriagaba de una manera sobrenatural. No recordaba una comida como esta.
¿Acaso esta sería nuestra última cena?
Al menos para uno de nosotros si lo será.
Mis papilas gustativas empezaron a trabajar haciendo que salivara de ver y oler lo que estaba frente a mí.
Del lado derecho había unos bocadillos de camarón bañados en una fina crema de aguacate envueltos en tocino con queso. En medio había unos guisantes, calabazas, zanahorias y espárragos al horno junto con un delicioso puré de papas. Y a mi lado izquierdo unos suaves panes recién horneados.
Uno de los guardias levanto la tapa del plato principal.
Era un corte de carne a las brasas que se veía muy jugoso y apetitoso.
La saliva se me escurría.
El guardia con mascara de cuadrado se aproximó a la mesa y empezó a hablar.
—El banquete se preparó como muestra de gratitud por el sacrificio y esfuerzo que hicieron los finalistas y para alentarlos a hacerlo mejor en el último juego. Por favor no se preocupen y disfruten su banquete.
—Bon appétit—profirió el hacker haciendo una mueca burlona.
No le preste atención a sus palabras y me enfoque en tomar un trozo de carne, me lo lleve a la boca y hubo un festival de sensaciones extracorporales que me llevaron a un lugar lejano al cerrar los ojos.
Que delicia.
Suspire mientras seguía masticando. Acompañe el plato con las guarniciones y la combinación era perfecta.
No lejos de donde estaba había un tazón de frutas, uno de los guardias al ver mi copa de vino vacía me sirvió más.
Seguimos en silencio por un prolongado tiempo hasta que él retomó la palabra.
—No sé porque estas tan serio, si esas personas eran insignificantes para ti.
No hubo respuesta de mi parte y seguía comiendo como si no estuviera hablando.
Tomé un esponjoso pan para morderlo. Él seguía hablando.
—Apenas conviviste unos días con ellos.
Ahora tomaba mi copa de vino y bebía ese embriagante líquido lleno de fragancias y buen cuerpo.
—Prácticamente eran completos desconocidos. No sé por qué lamentas tanto sus muertes.
—¡Quieres callarte por unos minutos! —grité levantándome de la silla y fulminándolo con la mirada.
Me había exasperado, su voz taladrando mis sentidos. Era algo que ya no soportaba.
Trague saliva y el odio me invadió, enervando el sistema, carcomiendo el brillo que algún día tuve en mi interior.
—Tampoco es para que te molestes tanto, vas hacer que te caiga mal este delicioso banquete—respondió acomodándose en la silla y estirando las manos.
Estaba disfrutando haciendo eso.
Ese era su plan. Sacarme de mis casillas para que no estuviera enfocado. Y lo estaba logrando.
De nuevo no volví a responder, inhale y exhale un par de veces, vi como los guardias estaban un poco tensos, así que lentamente me fui sentando, acomode el saco e intenté reanudar la comida.
—No te lamentes por ellos, al final gracias a eso estamos aquí cenando como reyes—el hacker volvió a levantar la copa.
Hubo un intercambio de miradas entre ambos, tomé mi copa y le regresé el brindis.
—Gracias a ellos estamos aquí, y gracias a ellos esto no se quedara así—respondí susurrando mientras me llevaba la copa a la boca.
—Como quieras a mí me da igual.
Terminamos nuestra comida en silencio. Los guardias pasaron a retirarnos los platos. Retiraron guarnición, cubiertos, cucharas, velas, mantel, y eso que podría terminar con todo esto.
Nos habían quitado el cuchillo.
—Vamos eso es injusto—recrimino el hacker forzándolo para que lo entregara—Mierda aquí tienes.
Regresó el objeto punzocortante de mala gana.
Irónicamente pensó que podía ganar tan fácilmente.
—Esto no será tan fácil como piensas—proferí levantándome del asiento.
—Pues eso lo veremos en el último juego—respondió retándome e incorporándose también de la mesa.
—Que así sea.
Finiquite nuestro dialogo mientras los guardias se retiraban, solo dejaron en medio un candelabro.
Las velas iluminaban con su tenue luz el lugar. Era un ambiente mortecino donde se respiraba muerte, aunque este aroma ya se venía percibiendo desde que arribamos al lugar.
Desde el primer día.
Me encontraba recostado en la cama viendo la gran sala de color blanco, en las esquinas se podían apreciar las cámaras que nos vigilaban y unos conductos de aire.
Y nunca pude averiguar cómo salir de aquí.
Las áreas siempre estaban bien protegidas, los guardias hacían rondas constantemente y era un laberinto en todo su esplendor.
Una maraña de puertas y escaleras donde uno se podía perder hasta en sus propias pesadillas.
Eso me recordó el sueño que tuve hace poco donde ni allí pude salir de este lugar.
Un delirante deseo.
Dejé atrás esos pensamientos y me enfoque en tratar de descansar. Después de aquel banquete había quedado más que satisfecho y necesitaba recobrar energía para el último juego.
Poco a poco fui cediendo al transcurrir los minutos. Sentía los parpados extremadamente pesados, mis brazos parecían de plomo, así que los descanse, el cuello parecía que contenía toneladas.
Mi cabeza se ladeaba y en cada movimiento que hacia arrullaba mis sentidos, sin embargo lo que veía frente a mí era lo que me mantenía despierto.
No dejare que me mates mientras duermo.
Distinguía al hacker a la distancia, podía sentir su mirara penetrante y su sonrisa burlona, por alguna razón sabía que él pensaba lo mismo que yo y que estaría alerta.
No bajare la guardia.
El tiempo pasó y no me percate cuando fue que los ojos se cerraron, pero en ese mismo instante los volví a abrir.
Para mí solo fue un tris, un santiamén, un instante, sin embargo cuando lo hice, él estaba frente a mí con un cuchillo.
Parpadee varias veces mientras me incorporaba y una bruma se esfumó entre las luces de las velas.
—¿Que, tuviste una pesadilla? —dijo el hacker del otro lado.
—No. No fue nada—intenté disimular mientras me volvía a sentar. Del susto me había levantado y empuñado las manos.
—Tal vez deberíamos de tomarnos la noche como señal de mutuo acuerdo.
De nuevo intentando enrollarme en sus fétidas palabas.
—Gracias, pero prefiero estar en vela que confiar en ti—respondí ante su petición de no hacernos daño.
—En ese caso sigue despierto.
Algo en mi interior me decía que no me fiara de su engañosa alianza. Cuando uno menos se lo podía esperar podría abrir los ojos y estar a punto de morir.
Solo una noche en vela para terminar con esto.
No supe en que momento me había quedado profundamente dormido, las luces del lugar se encendieron, di un salto del susto, el hacker también estaba en aquel estado, se tallo los ojos mientras veíamos como llegaban los guardias.
—Despierten y síganme.
Menciono uno de los tres guardias, llevaba una máscara de cuadrado y le seguían dos más con armas largas.
Enseguida nos incorporamos.
Por fin llegó el día final.
Inhale y exhale, levante por ultimo para ver el gran lugar, arriba se encontraba el premio sin embargo no me importaba eso, sino que ahora ya no estaban esos jugadores aquí.
Solté un pesado suspiro y seguí al guardia. Los otros dos con máscara de triangulo nos iban escoltando.
Ahora ya nada importaba, sabía que esta sería la última vez que estaría por esas puertas y escaleras, subir y bajar era lo de menos.
En todo el recorrido estuvimos en silencio, creo que era un trance para prepararnos para lo que venía.
Llegamos a un largo pasillo muy rustico, no tenía esos colores pastel que caracterizaban el lugar. Parecía que estaba hecho de tierra, tierra negra.
Frente a nosotros había una gran puerta de metal, los tres guardias se detuvieron y uno de ellos empezó a hablar.
—Jugadores 033 y 132, bienvenidos al juego final. Antes de comenzar lanzaremos una moneda para ver quien juega en ataque o defensa.
Estábamos frente a frente.
Sentía su mirada fría y penetrante. Había dejado esa careta burlona atrás.
El guardia retomó la palabra.
—Elijan triangulo o cuadrado.
Estaba por decir cuadrado cuando el hacker eligió abruptamente.
—Triangulo.
El guardia arrojó la moneda al aire esta dio varios giros hasta que la atrapo en sus manos.
Un sonido de una palmada me saco de la ensoñación y descubrió la moneda.
—Es cuadrado. Así que tú escoges—me señalo para que decidiera—Elija ataque o defensa.
No hubo espacio para la incertidumbre o la inseguridad. Así que viéndolo fijamente dije;
—Ataque. Escojo ataque.
—El jugador 132 jugara en ataque y el jugador 033 en defensa.
Se dio media vuelta y los otros dos guardias abrieron la puerta.
Un haz de luz nos daba la bienvenida.
Acaso era la esperanza de un nuevo día.
Lo seguimos mientras caminaba hacia el frente, después de unos pasos volvió a retomar a la palabra.
No quería seguir, pero tenía que hacerlo, mi vida dependía de ello.
Esto va por todos ustedes. Sus muertes no quedaran en vano.
—El sexto y último juego será el juego del calamar.
Lo seguíamos con paso firme mientras caminábamos en un amplio lugar.
Acaso era el mismo lugar donde habíamos comenzado.
Todo indicaba que sí.
—Les explicare las reglas del juego del calamar. Uno: el atacante necesita entrar en el dibujo del calamar, correr más allá de la defensa y luego tocar la cabeza del calamar para ganar. Dos: el defensor tiene que empujar al atacante fuera del dibujo para que de esa manera pueda ganar. Tres: Si se da una situación donde alguno de los dos ya no pueda seguir jugando, el último que quede de pie gana.
Ahora estábamos de nuevo frente a frente.
Meditaba aquella última regla que nos había dicho.
Todo se reduce a eso. Ganar o morir.
—Así que si uno de nosotros… —dijo el hacker con aquella sonrisa ladina.
—Me refiero a la muerte de un jugador—aclaro el guardia, hubo un corto silencio y continuo—Ahora por favor que comience el juego.
—Que gane el mejor—comentó el hacker extendiendo la mano.
Tendría que regresar aquel gesto.
Baje la vista para ver su mano. Hice una mueca de desagrado, pero al final se la di.
—Juguemos limpio y que gane el mejor—respondí ante su saludo.
—Sí, que gane el mejor.
Su apretón de mano fue fuerte y duro más de lo esperado, seguía allí viéndome con esa sonrisa burlona, hasta que después de unos segundos me soltó.
Giré para alejarme y comenzar el juego.
Caminé por el cuello del calamar en un pie hasta que lo cruce.
Este era un juego de niños. Y uno de los que me gustaba jugar.
—Este es uno de mis juegos favoritos de la infancia—dijo el hacker quitándose el moño del cuello—Es mi preferido porque aquí no hay reglas para ganar.
—Te tengo que decir algo—agregue viendo el dibujo en el piso—Nunca he ganado en este juego.
—¡¿Qué es lo que acabas de decir?! —se mofo de lo que acababa de decir—Que nunca has ganado en este juego. Creo que me lo pones bastante sencillo.
Se carcajeo abiertamente, mientras retomaba la palabra.
—Maldito perdedor. Te dejare pasar para hacer esto un poco más entretenido.
Cruce el cuello pensando en él. Si nunca había ganado aquel juego era por un motivo.
Levante la vista hacia el cielo, las nubes cubrían el sol.
¿Qué estarás haciendo?
Finalmente llegué a la parte más baja del calamar.
—No sé por qué te pusiste tan sentimental con la muerte de ese gordo y de los otros. ¡De todos modos ellos ya estaban muertos!
—No fue por eso.
—¡Entonces por qué mierda estabas así! ¡Parecía que los conocías de toda una vida!
—¡Eran personas que conocía!, personas con familia, metas y sueños por cumplir. ¡Que acaso eso no es suficiente para ti!
—No. No lo es—replicó aproximándose un poco hacia donde estaba—Y francamente no me importa.
—Entonces que así sea.
Comencé a caminar hacia él. Por mi mente pasaba intentar envestirlo para tener más espacio y poder ganar terreno. Pero ese pensamiento se esfumó cuando él de su saco va sacando un cuchillo.
Era el mismo con el que habíamos comido.
¿Cómo era que lo tenía?
Aunque esa pregunta en ese momento ya no era relevante.
Tendré que cambiar de plan.
—Sé que no es justo, pero deseo ganar y para eso no importa que es lo que uno tenga que llegar a hacer.
Se abalanzó sobre mí, yo recule e intenté quitárselo de la mano, pero no pude, él con un movimiento de mano me hizo un corte en la mano.
Por fortuna era la mano derecha y no la izquierda.
Siguió atacándome, el cuchillo cortaba el aire y en ocasiones más que eso.
Un leve corte en el abdomen rasgando la camisa.
Otro ataque a la altura del pecho.
Si seguíamos así sería casi imposible poderle ganar.
Tengo que hacer algo.
Detuve uno de sus ataques, pero enseguida recibí un puñetazo en la cara, eso me descontrolo e hizo que casi cayera. El hacker se lanzó sobre mí, pero lo evite en el último instante, enseguida me quité el saco y empecé a defenderme con la prenda.
—Sabes este es el lugar donde inicio el primer juego, aquí empezó todo, todos ellos murieron y solamente nosotros estamos vivos ¿y sabes por qué?
Empezó a hablar mientras se movía para atacarme, con un movimiento de mano pude desarmarlo y proferí un par de contundentes golpes, uno en el abdomen y otro a la mandíbula.
Ataca sus puntos débiles.
—Eso es algo que no me interesa—dije pesadamente mientras intentaba retomar un poco de aire.
—Te diré que estamos aquí porque no fue solo suerte.
El hacker con un rápido movimiento conecto en la zona del hígado eso hizo que me doblegará del dolor.
Se aproximó a mí y me dio una patada.
Mientras caía solo lo escuché hablar.
—Se necesita más que suerte para haber llegado hasta aquí. Se necesita determinación, esfuerzo y sobre todo ganas. La suerte no existe, estamos aquí porque hicimos todo para llegar hasta este punto, dimos más que los demás para poder ganar.
—Y eso te da derecho de aprovecharte de ellos y matarlos—dije mientras daba un golpe en el abdomen.
El hacker se dolió por aquel golpe, pero cada vez me estaba aproximando más a lo que él era. Bufo tomando aire para recuperarse.
En ese momento el dolor pasaba a otro terminó. Uno donde no importaba y lo más importante era seguir con vida.
Conecte un par de golpes en la quijada, esto hizo que cayera. Por fin lo tenía donde lo quería.
Estaba por voltearlo y molerlo a golpes cuando sentí que algo tibio entraba en mi pierna.
Grité del dolor al ver que era el cuchillo. Mi descuido hizo que me propiciara otra herida, pero esta fue en el hombro.
Caí de rodillas viendo como la sangre brotaba de las heridas.
—Te diré algo yo con ese dinero lo implementare en algo muy bueno, la Deep web es un mercado muy amplio y allí es donde pretendo hacer mi imperio.
El mal nacido seguía hablando mientras yo me retorcía por mis heridas.
Me dio una patada en la boca y caí. Sentí el sabor metálico de la sangre.
Era el sabor de una muerte anunciada.
El hacker siguió hablando.
—Tráfico de órganos, venta de armas, drogas de todo tipo y colores, ¿esclavos? Porque no, última moda con piel humana, y un amplio mercado en la criptomoneda predilecta por todos, bitcoin.
Estaba en el piso a punto de que me dieran el golpe final, se aproximó con el cuchillo lo levanto, la luz del sol estaba detrás de él, solo veía su silueta, pero en ese momento una nube negra eclipso el cielo y en el último instante detuve su golpe.
El cuchillo quedó clavado en la tierra, aproveche para darle unos puñetazos e incorporarme del suelo.
Ahora los papeles se invertían.
Proferí una serie de contundentes golpes, una tras de otro, pensando en todas esas personas que habían sufrido una cruel muerte.
Ki Ji-hu, el jugador regordete.
Vladimir Volkov, el ruso.
Kyun, la jugadora de pelo azul.
Uh Ji-min, la modelo.
Yanela y Tiago Rivaldo los brasileños.
Y por último Kan Min-jun el abogado.
Sin embargo detrás de ellos había un sinfín de personas con más historias.
El hacker no tardó en reaccionar y nos revolcamos hasta que él estuvo de nuevo sobre mí.
Las fuerzas simplemente se me estaban agotando.
Empezó a darme una serie de puñetazos que por un momento pensé que quedaría inconsciente, empecé a ver borroso, los oídos empezaron a zumbar, me sentía débil, pero en ese lapso a lo lejos empecé a escuchar una tenue melodía.
No sé si provenía del lugar o de mi interior, pero iba adquiriendo fuerza.
Acaso eso es…
El sonido se intensifico y pude percibirlo con mayor claridad.
♪Fly me to the Moon, Let me play among the stars [Llévame volando hasta la Luna, déjame jugar entre las estrellas]
Era la voz de ella que me cantaba a la distancia…
♪ Let me see what spring is like On Jupiter and Mars [Déjame ver cómo es la primavera en Júpiter y en Marte]
Acaso era una invitación para estar con ella…
♪ In other words hold my hand [En otras palabras, toma mi mano]
O era un onírico susurro para que siguiera adelante…
—♪ In other words... baby, kiss me [en otras palabras... cariño, bésame]
No lo sabía con exactitud solo sabía que nuestras almas estaban unidas, y esa unión era la que hacia latir mi corazón…
—♪ Fill my heart with song Let me sing for evermore [Llenas mi corazón con canto, déjame cantar por los siglos de los siglos]
Aunque ella ya no estuviera aquí yo la seguía amando, eso era amor…
—♪ You are all I long For all I worship and adore [Tú eres todo lo que anhelo, todo lo que venero y adoro]
El tiempo se detuvo por un instante y supe que era lo que tenía que hacer…
—♪In other words please be true In other words... I love you [En otras palabras, por favor sé sincera, en otras palabras... te quiero]
Seguiré adelante Seo-yeon, seguiré adelante por ti, y algún día sé que nuestras almas se volverán a fusionar, pero cuando llegué ese día será por toda la eternidad.
—Te amo—murmuré apenas para que yo lo escuchara.
Algo en mi interior se había transformado, era como si la electricidad corriera por mis venas, la energía eclosiono y pude hacerle frente a mi adversario.
Con la palma tomé su puño derecho y conecte un fuerte golpe en el codo, esto hizo que gritara de dolor.
Le había fracturado el hueso.
Enseguida proferí un contundente impacto al hígado, eso hizo que se doblegará de nuevo, lo empuje y cayó.
Me incorporé limpiándome la sangre que me escurría de las heridas. Espere a que él también se levantara. No pretendía ganar con ventaja.
Era un duelo limpio o al menos eso era lo que yo daría en esta pelea.
Siempre honorable.
—¡Vamos levántate! —grité moviendo el brazo para que se pusiera de pie.
—Hijo de perra nunca pensé que fueras tan duro de matar.
—Soy eso y más.
Se levantó y no tarde en conectar un fuerte puñetazo que le fracture la quijada, después una patada en la rodilla haciendo que quedara hincado, de nuevo otra fractura.
El hacker con su brazo tatuado intentó defenderse, solo vi como pasaron esos números rozándome.
Ese código fuente de la perversidad quedara destrozado.
Conecte un puñetazo que lo dejó tirado, se movía lentamente, arrastrándose por el cuerpo del calamar.
Ahora todo se ha terminado.
—Es-to, esto todavía no ha ter-minado—dijo mientras se dirigía al cuchillo.
—Me imagino que lo tomaste cuando uno de los guardias se descuidó—caminé con parsimonia hacia ese objeto, una vez que llegué allí, le di una patada para sacarlo del juego—Sin embargo eso ya no es relevante en esto.
—Esto todavía no termina…
Dijo removiéndose en el suelo intentando ir hacia mí para atacarme. Sin embargo ahora ya no había nada que él pudiera hacer.
Mientras se aproximaba retome la palabra.
—Sabes por qué nunca había ganado en este juego—dije levantando la vista hacia el cielo. Las nubes negras se habían disipado, ahora estaba despejado. Inhale y solté un pesado suspiro—Nunca había ganado porque siempre había dejado ganar a mi hermano menor. Jun-ho era más débil que yo, nunca me importo ganar el juego del calamar, solo me importaba verlo feliz cuando él ganaba.
—Que…que es lo que dices…
—Recuerdo de niños como levantaba las manos y brincaba al ganar. Ese momento era el más feliz de su vida y yo lo sabía. Mi hermano comprendía que era prácticamente imposible ganarme, yo poseía mayor fuerza, inteligencia, astucia. Sin embargo en lo más remoto de su pequeña mente había una luz de esperanza, un fino hilo que le decía que si se esforzaba y daba todo en el campo del juego podía ganarme, que él podía con eso a pesar que era más pequeño, y que él al dejarlo todo podía jugar y ganar.
—¡Que estupideces son esas! —recrimino el hacker llegando hacia mis pies—¡Deja de gimotear y pelea como un hombre!
Baje la vista, recule un par de pasos y giré para dejar de verlo.
—Esta será la primera vez que gane este juego—finalmente estaba por pisa y ganar—Ahora te comprendo Jun-ho, ahora te comprendo hermano.
Escuché detrás de mí como el hacker gritaba, gritaba que el juego todavía no se acababa, sin embargo una detonación terminó con su vida.
Al final tanto los jugadores que habían perecido, como mi hermano y mi amor platónico me habían impulsado a seguir adelante y salir avante.
—Esto es por todos ustedes.
Ahora todo había terminado.
—Seo-yeon algún día seremos eternos…
««« • »»»
No sé cuánto tiempo había pasado, pero ahora estaba de nuevo amarrado de manos y con una venda en los ojos.
Después que gane uno de los guardias me había puesto a dormir con aquel gas.
Sentía dolor en todo mi cuerpo, cabeza, piernas, manos, brazos, abdomen, pies, todo.
Sin embargo las heridas habían sido tratadas, sentía en mi pecho y pierna una gasa, sino hubieran tratado esas heridas ahora estuviera desangrado.
Me encontraba cómodamente sentado y podía percibir un agradable aroma a cítricos, también sentía que estaba vestido.
—Sabes nunca me imaginé que llegaras tan lejos.
Escuché cerca de mí una voz.
Estando con los ojos cerrados tu sentido auditivo se agudiza. Pude percibir que se encontraba a mi lado derecho.
Hubo un corto silencio y él volvió a retomar la palabra.
—Francamente me sorprendió tu desempeño.
Aquella voz no la podía reconocer. No sabía de quien se trataba… o tal vez sí.
—Felicidades por eso.
Escuché que vertía algo, parecía una bebida espumosa. Dio un sorbo.
Yo me mantenía en silencio, tenía que ser cauteloso y tomar todo lo que estuviera a mí alrededor.
Deja que siga hablando.
—Como lo había dicho antes. Para mi todos ustedes son solo ganado para entretener.
Ahora sabía de quien se trataba, era el misterioso hombre de la máscara negra, pero esta vez no tenía ese aparato que distorsionaba la voz.
Quise replicar, recriminar sus palabras, que no éramos ganado, que no éramos animales, éramos personas, pero al final me contuve.
—Pero…siempre hay un pero en todo esto—se tomó un tiempo, escuché como se acomodó en el asiento y dio otro sorbo a su bebida—Pero contigo fue diferente.
Sentía que me despojaban de todos mis sentidos y estos quedaran en el suelo.
Fue en ese momento que tomé la palabra.
—¿A qué te refieres con eso?
El silencio se prolongó por unos segundos. Segundos que percibía como eternos.
—Me refiero a que tu estancia en este juego no fue por casualidad.
—¡Que! —replique confundido por sus palabras—¿Qué es lo que acabas de decir?
¿Acaso había escuchado bien?
No estaba allí por casualidad. ¿Y si no era eso entonces que era?
Aquella persona soltó un pesado suspiro y continúo.
—Me refiero a que todo esto fue planeado.
—¿Cómo que fue planeado? ¡Explícate!
Intenté quitarme el amarre de las manos, pero no pude.
—Nuestro vínculo se remonta ya hace muchos años atrás. Me imagino que tú no lo recuerdas.
—¡Recordar que! ¡Si yo ni siquiera sé quién eres!
—Pero yo si se quién eres y que fue lo que me hiciste.
Esas palabras hicieron que se me erizara la piel. Estaba en desventaja.
Él me conocía, pero yo no a él.
Guarde silencio por unos segundos intentando tranquilizarme. Aquel sujeto volvió a retomar la palabra, esta vez sentí como nos poníamos en movimiento.
Estábamos en un auto.
—Todo fue planeado para que llegaras hasta aquí. Pero lo que no estaba planeado era que tú llegaras tan lejos.
Todo fue calculado.
—Así que ya lo tenías previsto.
—Sí—respondió aquella misteriosa persona—¿Así que ya recordaste quién soy?
Guarde silencio ante sus palabras, esto no iba nada bien.
—Bueno como te decía tu estancia fue planificada.
—No sé quién mierda eres, así que déjame ir, gane, ¡déjame ir!
—Sobre eso—chasqueó la boca—Creo que no llegaras a disfrutar del premio, no después que te de una dosis letal del gas para dormir.
No podía creer lo que me estada diciendo. Todo mi esfuerzo. Todas las pruebas. Todo el sacrificio para que al final sea en vano.
—¡Maldito! ¡Suéltame! ¡Suéltame!
—Todo se remonta a varios años atrás cuando el joven policía In-ho estaba a cargo de una misión para atrapar a un traficante. Fue tu primer operativo así que la adrenalina estaba en la cúspide. Después de arribar al lugar y encontrar la mercancía atrapaste a un hombre.
—Si lo recuerdo, lo recuerdo, aquella persona era la culpable.
—Respuesta equivocada—agrego mientras se tomaba un tiempo para proseguir—Aquella persona no era la culpable de aquellos crímenes, había llegado por casualidad a ese lugar. Hora equivocada y momento equivocado.
Escuché como retumbaron unos pasos hacia mí.
—Ese hombre fui yo.
Enseguida vi cómo me quitó la venda de los ojos y pude verlo.
Me quede petrificado al verlo.
—Ahora me recuerdas. Fui injustamente acusado de todos esos delitos. Yo no los cometí, yo solo había llegado a entregar un pedido que habían encargado. ¡Pero como era tu primera puta misión se omitieron muchas pruebas!
—Pero, había huellas que te incriminaban—replique para evadir su penetrante mirada.
—Toque por accidente algunos paquetes que desconocía su procedencia, sin embargo nada de eso les importo y me encarcelaron injustamente. Eso te valió que tu reputación se elevara y después de un tiempo supe que te habían ascendido de puesto.
—Cuanto…cuanto lo siento…yo no…
—No tienes por qué disculparte, bien dicen que el tiempo lo cura todo, y estando en la cárcel me ayudo a pensar en mi venganza.
Aquella persona tenía una amplia cicatriz en la cara, esta iba desde la frente y terminaba en el pómulo.
—¿Sabes lo que le hacen a los presos estando en prisión? Me imagino que no, tu solo los llevas allí y luego te olvidas de todo.
—Yo…
—Sin embargo no fue hasta que salí de la prisión, no tenía nada, ni familia, nadie quería vincularse con un ex prisionero, así que sin tener a donde ir, termine tomando una tarjeta con unas misteriosas figuras geométricas, ya te imaginaras cuales son verdad.
—Círculo, triangulo y cuadrado—dije con la mirada perdida—Pero si fue así…
Aquella persona me interrumpió abruptamente.
—Así es, yo también gane en aquel momento. Tú también sabes lo excitante que es ganar en el último juego. Ganarles a todos esos participantes y más aún ganar el dinero.
Dejó de hablar para servirse más champagne.
—Pero…pero…
—Cada juego me impulsaba a dar lo mejor de mí. Me daban ánimos de seguir adelante, de ganar e incluso también de matar.
Dejó de hablar levantando la copa mientras volvía a tomar.
Eso me recordó al hacker, yo no lo había matado, pero indirectamente lo había hecho al ganar.
Esto es una pesadilla.
Una de la cual todavía no termina.
Trague saliva y vi como prosiguió hablando.
—Después de ganar seguí con mi gran motivación en la vida. Vengarme de ti In-ho. Y no sabes el gusto que me dio verte el primer día aquí, verte en medio de toda esta gente, ver cada uno de tus movimientos, como morían uno por uno tus amigos, ver como destruían tus sueños.
Siempre me había vigilado.
—Así que desde un principio sabias quien era—dije fulminándolo con la mirada.
—Así es—respondió sin un atisbo de arrepentimiento.
—Entonces cuando diste ese discurso el primer día tu mirada se centró en mi verdad.
—Que perspicaz eres.
Lo sabía.
Sabía que se había dirigido a mí.
—Sin embargo esta sesión de juegos fue diferente a las anteriores e hice unos cambios en los juegos para hacerlos más explosivo y entretenidos, en esta el anfitrión no estuvo presente, lamentablemente tuvo que hacerse un chequeo por que el pobre diablo al parecer tiene un bulto en la cabeza—se carcajeo al decir estas últimas palabras—Al final cuando se muera ese imbécil todo esto será mío.
Maldito mal nacido.
—Pero lo que más disfrute fue verte llorar…
¿Que acababa de decir?
Cuando había llorado en ese lugar…
Estaba a punto de tomar la palabra cuando volvió a hablar con una sonrisa perversa.
—Así es, yo te vi cuando estabas llorando agarrando fuertemente a tu amada.
—Pero como…
Sus palabras eran como una lanza que entraba en mi corazón y carcomía todo a su alrededor.
No pude hablar, no podía del miedo, del pavor, de algo que nunca había experimentado en la vida. Nada se comparaba a aquellas palabras que salían de esa persona.
Palabras llenas de veneno, tirria y muerte.
Empecé a temblar de aquel sentimiento, no supe si había mojado los pantalones, prácticamente está desprotegido.
Vulnerable.
—¿Cómo? Te preguntaras verdad y la respuesta es sencilla y fácil de discernir. Porque yo estaba allí.
Estaba más que aterrado por lo que me estaba diciendo.
Agache la mirada, el piso parecía un precipicio, parecía un abismal hoyo negro que estaba atrapándome y me estaba llevando con él.
Su voz se mimetizaba con la oscuridad, era como si fuera parte de esta, como si estuvieran confabulados o fusionados en aquella maldad.
Escuché a lo lejos que retomó lo que estaba diciendo.
Por un instante pensé que me desmayaría o colapsaría en ese preciso momento.
—Ella si se había fijado cuando cruzó la calle. Yo fui el que la atropello.
Esas palabras habían taladrado mi mente, colapsando mí alrededor.
Todo mi mundo, todo mi ser, todo se desplomo en ese instante.
Él la había…
Las lágrimas empezaron a brotar, caían libremente por mi pie. La boca estaba temblando, sentía un nudo en la garganta que no podía controlar.
Ahora conocía la verdad. Una cruel y fatídica verdad que hubiera sido mejor que nunca me hubiera enterado.
Recordé aquella fría noche que salía a toda velocidad para ir a verla. Algo en mi interior me decía que había pasado algo malo.
El corazón nunca miente.
Había dejado a mi hermano y al señor Kim y su empresa en ruinas por que la habían quemado.
Llegué al conglomerado lugar y vi que a lo lejos había un camión. Nunca me había percatado del conductor. Y como me habían dicho que había sido un accidente así lo quise creer, pero no fue así.
No.
No había sido de ese modo. Alguien me la había arrebatado, alguien me había arrebatado al amor de mi vida.
Seo-yeon.
Con ella pensaba formar una familia, tener hijos, verlos crecer, amanecer todos los días a su lado, viajar a lugares mágicos, sonreír con algo simple, soñar, soñar que siempre estaría a su lado hasta que la muerte nos separara.
Pero, todo eso nunca sería posible.
No, nunca.
Todo eso se había ido a la mierda por un mal nacido que se había enajenado conmigo, se había obsesionado con la venganza y esta sucumbió llevándose todo con él.
Hijo de perra.
Seguía temblando, pero ahora ya no era de sentimiento sino de rabia, quería matarlo con mis propias manos, quería verlo muerto y que exhalara su último aliento como ella lo había hecho.
Sin embargo, en ese momento aquel hombre se puso la máscara negra y empezó a salir aquel gas, el caos se intensifico.
Desorden.
Confusión.
Desconcierto.
No sé qué fue exactamente, solo supe que me había perdido en el tiempo.
Lo último que había escuchado había sido eso;
—Yo la mate…
E8: The Beginning — El Comienzo
Una vorágine me embargaba. Era un pandemónium de confusión y enredo. Una barahúnda de desasosiego.
¿Dónde estoy?
¿Qué paso?
Abrí con dificultad los ojos y vi que en el piso había pequeños pedazos de vidrio, también partes de plástico y metal.
Sentía que me punzaba la cabeza.
Me fui incorporando lentamente.
El dolor en todo el cuerpo se intensifico.
—¡Ahhh!
Solté un quejido mientras caminaba y veía como frente a mi estaba volcada una limosina blanca. Estaba totalmente abollada.
Percibí un fuerte olor que me sacudió de inmediato. Fue tanto que contuve una arcada de lo penetrante que era.
Era el aroma de la gasolina.
—En ocasiones la vida puede ser muy irónica…
Escuché detrás de mí que alguien hablaba, giré para ver de quien se trataba.
Era un anciano, este caminó entre los restos de chatarra, sus zapatos resonaban con los vidrios.
Volvió a retomar la palabra.
—Un accidente puede quitar una vida y puede dar otra.
—¿Quién diablos eres tú? —dije reculando un par de pasos y sin dejarlo de ver.
Trastabille con un pedazo metálico procedente de la limosina. Parecía parte del motor.
—Sabes presentía que él era una persona abyecta, lamentablemente me di cuenta muy tarde, fue hasta que estuve hospitalizado por el tumor que tengo—se llevó la mano a la cabeza—Vi todas las atrocidades que hizo y lo que menos permito es que se rompan las reglas en este mundo que se ha creado.
Así que usted es la persona que él se refería.
Volví a caminar, pero las piernas me temblaban, así que seguí escuchándolo atentamente.
—En ese mundo todos son iguales y cada uno tiene la misma oportunidad que todos—menciono caminando por el lugar.
Usted es el anfitrión.
Sentía que todo a mí alrededor daba vueltas. Estaba mareado, embriagado por tanta turbidez.
El anciano siguió caminando hasta que llegó a un cuerpo tendido y retomó la palabra.
—Si la quieres es tuya—tomó la máscara negra que estaba en el suelo—Lamento mucho tu perdida, el juego nunca tuvo que ser personal.
¿Acaso yo podría ser ese hombre?
Guarde silencio mientras seguía caminando.
No hubo respuesta de mi parte, estaba abrumado por tanta información que había escuchado.
Ensimismado en un sinfín de dilemas.
Él la mato…
Volví a escuchar la voz de aquel anciano.
—Piénsalo bien, en este nuevo mundo necesito de un buen líder.
—Yo…
Las palabras quedaron vacías, no pude articular. Miles de pensamientos surcaron mi mente, era un vendaval de emociones.
—Solo piénsalo, tú tienes la última palabra—siguió caminando hasta donde yo me encontraba.
Agache la cabeza no sabía a donde más ver.
Vidrios, plástico y partes mecánicas se entremezclaban en el lugar. No lejos donde me encontraba estaba el cuerpo tendido de ese bastardo.
¿Acaso estaba muerto?
Así que seguía delirando en mis pensamientos.
Con el dinero del premio podría pagar la cirugía de mi hermano, no tendría contratiempo con el trasplante de riñón. También pagaría la deuda del señor Kim, recuperaría su negocio. Y finalmente podría darle a mi madre la estabilidad que siempre había añorado para ella.
Jun-ho podría renacer, combatir la mafia y el mal de las calles en el mundo real, mientras tanto yo podría revivir en un nuevo mundo.
Uno moría y otro viviría, pero ambos resurgiríamos.
El anciano llegó a donde estaba y me extendió la máscara negra.
—A mí no me queda mucho tiempo, los doctores me han dado un aproximado de cinco años, tal vez seis si corro con suerte. Después de eso tendré que relegar mi trono a alguien especial—tomé la máscara y él giro y siguió hablando—Una persona que siempre ha estado en las sombras. Una persona que de niño disfrutaba jugar con sus amigos, pasaban horas y horas y él seguía en su mundo. Se lo dejare todo a esa persona…
Siguió hablando y después hubo un silencio en el lugar. Sin embargo ese estado se vio interrumpido por los quejidos de alguien a nuestro alrededor.
Era ese hombre que había matado a Seo-yeon y ahora estaba tratando de incorporarse.
—¡Maldito anciano pensaste que ibas a terminar conmigo! ¡Nadie pudo ganarme en aquella vez y nadie podrá hacerlo ahora!
Gritó mientras sacaba su arma de la cintura. Yo estaba petrificando viendo todo en cámara lenta. Tenía la máscara negra en las manos, el anciano estaba a poca distancia.
¿Qué debía de hacer?
Dejé de pensar y solo dejé que mi cuerpo reaccionara por sí solo.
Con un movimiento rápido me dirigí hacia el anciano tomándolo entre mis manos y evitando que fuera un blanco fácil.
Escuché un par de detonaciones del arma de aquel sujeto. El anciano y yo nos encontrábamos en el aire. Algo en mi interior me decía que estábamos a salvo y que habíamos esquivado sus disparos.
Enseguida caímos precipitosamente, yo amortigüe la caída, el anciano quedó fuera de peligro, pero ese miserable sujeto rápido fue hacia donde nos encontrábamos tendidos en el piso.
Estábamos detrás de un gran pedazo destruido de la limosina.
Escuchamos como se fue aproximando hacia nosotros, mientras decía;
—¡Al final los débiles terminan en el suelo como vil escoria que son!
—Te equivocas—replicó el anciano—Tu juego se ha concluido.
Aquel sujeto llegó hasta nuestro lugar. Después una descarga de electricidad invadió todo mi ser. Había presione el gatillo hasta que la recamara estuvo vacía.
Estaba temblando sujetando aquella arma entre mis manos.
El sujeto se había desplomado, pero yo seguía apuntando.
—Tranquilo—menciono el anciano, bajando el arma—Todo ha terminado.
Finalmente lo había matado. Había vengado la muerte de ella. Ahora Seo-yeon podría descansar en paz.
—Pero…pero…como lo sabía—dije con la vista perdida. Todavía me encontraba en shock por lo que había pasado.
—Antes que despertaras puse el arma allí—respondió el anciano levantándose—Sabía que algo así iba a pasar y necesitaba saber que eras digno de portar la máscara negra.
Cuando caímos a aquella chatarra en un extremo estaba su arma, después de verla no tuve que pensar más en saber qué hacer.
Lo había calculado todo.
—Pero…pero y si pasaba algo que no estaba previsto.
El anciano extendió su mano para ayudarme a incorporarme. Él me había salvado de una muerte segura y de la misma manera yo a él.
—Para disfrutar de un juego no hay nada mejor que jugarlo tú mismo. Solo así uno se llega a sentir vivo. Aposte a ti, así que tómala—señalo la máscara que estaba en el piso.
No dije nada más y me dirigí hacia ella. La tomé y en aquel lugar fue donde me la puse por primera vez.
Había renacido en la oscuridad.
Susurré; —Jun-ho cuida bien del mundo real, que yo cuidare bien de este entre las sombras.
— PRESENTE —
Me encontraba sentado en un reconfortante sofá negro. Frente a mi había un espejo, una lámpara y una repisa. Sobre esta había varias cosas como un viejo reloj, una buena bebida, una figura abstracta y una máscara.
Observé detenidamente aquella máscara dorada de búho.
Me había perdido en aquel mar de recuerdos, en ocasiones pensaba que había sido solo una pesadilla, un mal sueño donde todo había trasmutado. Pero cuando abría los ojos regresaba a esa idílica realidad donde los tormentos y las cicatrices me recordaban que el pasado había sido real.
¿Acaso ya será tiempo?
Me incorporé y caminé con sigilo hacia el espejo.
Tomé la máscara y fue en ese momento que alguien entro a la habitación.
—¿Lo interrumpo?
—No. No, para nada—respondí dejando la máscara de nuevo en la repisa. Inhale profundamente—Así que no tomo el vuelo verdad—mencioné tajante rompiendo el silencio que nos envolvía.
Por un momento pensé que sería inteligente y que tomaría otro. Pero no fue así.
—No—contestó aquella persona de traje—Me vio que estaba reclutando jugadores y fue a seguirme.
—¿Y dónde se encuentra ahora?
—Fue de nuevo a la estación de policía, pero no le creyeron.
El hombre de traje se quedó callado sosteniendo un maletín.
—Bien, comprendo—tomé el vaso de vidrio y me serví un trago—Quiero que hagas algo por mí.
—Claro que sí. ¿Qué quiere que haga por usted líder?
—Quiero que lo guíes hasta nosotros.
—¿Cómo dice? —el hombre de traje hizo una mueca como si no estuviera comprendiendo lo que le había dicho.
—Deja pistas y llévalo hasta los muelles.
—Me permite decirle que no sería más fácil eliminarlo. Su acercamiento podría poner en peligro todo este mundo.
Hubo un tenso silencio entre ambos, yo seguía dándole la espalda y viendo aquella máscara.
Lentamente levante la mirada para verme al espejo. El hombre del traje volvió a tomar la palabra, pero esta vez modulando su voz haciéndola más tenue.
—Mañana comienzan los juegos.
—Si lo sé. Solo has lo que te pido—replique viéndolo sobre mi hombro y de nuevo fije mi vista en la máscara dorada del búho.
—Entiendo líder. Se hará todo lo que usted diga—agacho la cabeza y se retiró de la habitación.
Volví a sentarme mientras tomaba aquel trago.
No tenía la música, pero la sentía en el ambiente, era como si Seo-yeon la estuviera cantando.
Me quité la máscara negra, esa que algún día él me la había otorgado. Esta cayó y resonó en el piso.
Evoque sus últimas palabras, esas que dijo antes que le salvará la vida…
—A mí no me queda mucho tiempo, los doctores me han dado un aproximado de cinco años… después de eso tendré que relegar mi trono a alguien especial… una persona que siempre ha estado en las sombras… siempre ha vivido en el mundo de las deudas y las apuestas… y que tarde que temprano llegara a aquí y jugara… se lo dejare todo a esa persona… apostare todo a él… aunque si llega a ganar el verdadero juego apenas habrá comenzado… se lo dejare todo a mi hijo, a mi Gganbu. Gi-hum, hijo espero que tengas suerte…
—Gi-hum si quieres saber más sobre nosotros tendrás que pelear por ello—proferí volviéndome a poner la máscara negra. Era tiempo de hacer los preparativos para él y para mi hermano.
Me incorporé del asiento y viendo fijamente al espejo dije…
—El juego está por comenzar.
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